La tradición quiere que un antiguo poblador ribereño le haya legado el nombre. La revista Fray  Mochola Ciudad Universitaria , por cinco salidas de 4,80 metros  de altura. Su cuenca tributaria abarca unas 1.600 hectáreas .
A cauce abierto fue un arroyo peligroso por sus desbordes, que solían arrastrarlo todo a su paso. En 1869, la Corporación Municipal  aprobó la apertura de una zanja que permitiera dar la salida a las pestilentes aguas estancadas luego de las inundaciones. Recién quince años más tarde se dispuso nivelar el terreno y practicar desagües a lo largo de su recorrido, tarea que estuvo a cargo del ingeniero Armando Saint-Yves. En las memorias del intendente Bollini (1890/92) puede leerse sobre el primer intento de canalización que no llegó a concretarse: “…me di cuenta del peligro que para el lugar y para las aguas corrientes ofrecía el Arroyo Vega que desemboca en el río a corta distancia del punto de toma. Concreto es su malísimo estado, causado por el desagüe de las fábricas instaladas en el Bajo Belgrano. Pretendí llevar a cabo la canalización, para nivelar y facilitar su desagüe pues por él corren las aguas pluviales de una gran extensión de la Capital de la parte limítrofe de la Provincia de Buenos Aires. Como no se entregara por el gobierno la draga solicitada, nada se hizo. Ordené enseguida se cortasen los caños de las fábricas y se desconoció la medida pues no existe ley en qué apoyarla… A pesar del tiempo transcurrido, de mis reiterados pedidos y de las quejas del vecindario, nada se ha resuelto que no sean consejos y recriminaciones de la Municipalidad que es la primera que ha hecho notar el peligro para el vecindario y que nada hacen por falta de autoridad…”
Su curso estaba poblado por misérrimos  caseríos. En Blanco Encalada entre Miñones y Artilleros se encontraba el almacén y despacho de bebidas “La Miseria”, en obvia alusión a su imagen. Cerca de allí, sobre la misma calle Artilleros, sobre una de las márgenes del puente “El Aburrido”, se levantaba “El Palacio de Cristal”, sarcasmo con el cual se conocía un conventillo de latón en cuyos dos pisos y en treinta habitaciones, vivía un conglomerado de familias rusas e italianas.
Recién en 1912, después de las grandes inundaciones del año anterior –donde el agua sobrepasó el metro y medio de altura por sobre el puente de Cabildo y Blanco Encalada –, comenzaron las primeras obras de canalización y desagües, que estuvieron a cargo del agrimensor Luis Gotusso, del Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad. Las  obras se llevaron hasta la calle Migueletes  en la zona conocida como “La vuelta del Pobre Diablo”, ensanchándose la calle Blanco  Encaladala calle Blanco  Encalada
Las obras de canalización del Vega siguieron a ritmo muy lento. En 1915 una comisión de vecinos presidida por el señor H. Heuss se entrevistó con el intendente Arturo Gramajo reclamándole la exoneración del pago del 40 % del afirmado de la calle Blanco  Encalada
Todavía por 1934 un buen trecho del Vega, desde su nacimiento hasta Olazábal y Zapiola, corría a cielo abierto. El entubamiento se concluyó en 1941 pero ya se sabía de la necesidad de nuevas obras. En 1936 se había previsto la construcción de un conducto aliviador que arrancaría en Amenábar y Sucre y otras obras complementarias que no se realizaron. En 1985 se produjo una de las lluvias más extraordinarias de que se tenga registro en la ciudad: cayeron cerca de 400 milímetros  en algo más de 24 horas. La calle Blanco  Encalada
El arroyo Vega tiene, además, su anecdotario. El 18 de mayo de 1934 el ingeniero de Obras Sanitarias de la Nación don Francisco Terrone realizó una visita de inspección al conducto. A unos 500 metros  de su desembocadura, sobre  una de las paredes se veía una construcción. Era una compuerta de unos ochenta centímetros de lado, herméticamente cerrada, que no formaba parte de la obra original. Efectuada la denuncia del hecho, la policía localizó en un galpón situado en Monroe y Húsares el acceso a dicha compuerta. La propiedad era de don Alejandro Orezzolli (alias “Churrinche”), uno de los cuidadores de caballos más prestigiosos de los años 20. Hombre de don Benito Villanueva, solía hacer en su quinta llamada “Unión Nacional”, memorables asados políticos.
Presumiblemente la construcción se habría utilizado para la entrada de mercadería contrabandeada por el río, aunque don Alejandro Orezzolli declaró que la casa la había adquirido en recién en 1932 y nada sabía del asunto. Como es de suponer, el tiempo se encargó de aletargar la investigación y todo quedó como una de las tantas anécdotas lugareñas.
Aún hoy, cuando las lluvias son muy intensas, el arroyo suele causar problemas. Al momento de escribir esta nota (1), el Gobierno de la Ciudad está encarando la construcción de un canal aliviador a lo largo de la calle Monroe , para poner fin a las conflictivas andanzas del Vega.
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(1) Año 1999.
Foto: El arroyo Vega en su cruce conla calle Húsares. 
Foto: El arroyo Vega en su cruce con
Nota tomada de la revista Historias  de la ciudad, Nº 1, setiembre de 1999.
