(De Gabriela Sharpe)
En la ciudad de Buenos Aires
existen 2113 calles y 640 plazas. Números que a simple vista nos dan
información precisa de algo. Algo que es nada más y nada menos el lugar donde
vivimos. Podemos hacer otra lectura de este dato tan preciso; podemos
preguntarnos por los nombres que llevan estas calles y estas plazas. Llegado a
este punto podemos indignarnos, asustarnos o tirar furiosos la guía de calles.
Buenos Aires fue, es y será una ciudad mimada por sus escritores y poetas. En
muchos casos, sus legisladores se esfuerzan en no reconocer este gesto de
cariño. Miremos el mapa. Julio Cortázar figura en una calle de sólo dos
cuadras, si bien es cierto que se le respetó el barrio donde vivió: Agronomía.
Pero a usted le parece que quien les dio vida a la Maga , Talita, Traverso y
Horacio Oliveira, en Rayuela, se merezca tan poco. Mientras que Federico
Lacroze tiene una avenida, una estación de subte y otra de tren con el único
mérito, según Canido Borges, de haber sido un industrial que se hizo rico.
Pero, ¿quién lo conoce a este Lacroze? Roberto Arlt no tiene calle.
"...¡qué maravillosamente atorranta es por la noche la calle
Corrientes...", escribe en Aguafuertes porteñas. Y no tiene calle. Al poeta
urbano Roberto Arlt, le tocó en suerte una linda plaza céntrica. Pero si de
plazas hablamos, también la tiene el general Eduardo Lonardi, quien participó
en el derrocamiento del general Juan Domingo Perón en septiembre de 1955, (está
ubicada en el barrio de Villa Pueyrredón entre las calles obispo San Alberto,
Condarco, Cabezón, Bolivia, Ladines, Artigas y las vías del ferrocarril Mitre).
Pareciera ser que para los legisladores porteños no hay mayor diferencia entre
un escritor que se dedica a cortejar a la ciudad y un militar golpista.
Contradicciones de la historia. Trompadas de la memoria. El escritor Macedonio
Fernández, que tiene unas 6 cuadras de recuerdo en Saavedra, soñaba, en su obra
Museo de la Novela
de la Eterna ,
con una ciudad que en vez de nombrar a próceres y gobernantes recordara a las
máximas vivencias humanas. Por eso pedía la calle de la Novia , entre muchas otras. A
este maestro de maestros lo perdieron en el parque Presidente Sarmiento, lugar
en que ahora mismo están protestando por tanta ingratitud Dulce-persona,
Quizagenio, Simple o, lo más probable, Deunamor. Mencionamos a Domingo
Faustino, y Jorge Canido Borges afirma que "existen algunas calles cuyos
nombres se repiten, sin que sus protagonistas lo merezcan. Sarmiento tiene un
exceso de homenajes, directos e indirectos. Existen la calle Sarmiento, la
avenida Sarmiento, la calle Fragata Sarmiento, la calle Paula Albarracín y la
plaza Dominguito, por una parte. Hay además tres parques que se llaman
Sarmiento, también la calle Facundo se llama así por su libro, en tanto que a
la calle Chacho se la denominó así por el capítulo de su libro “Facundo”,
dedicado al líder montonero Chacho Peñaloza. El Rastreador es otro capítulo del
mismo libro y también tiene su calle, a lo que habría que sumarle también el
Pasaje El Maestro". ¡Un poquito mucho! A Jorge Luis Borges le fueron
asignadas nueve cuadras en el barrio de Palermo, y sus lectores sabemos cuánto
era su amor por esta ciudad. En el libro "Fervor de Buenos Aires"
aparecen estos pocos ejemplos: "Las calles de Buenos Aires ya son mi
entraña..." o "La ciudad está en mí como un poema que no he logrado
detener en palabras". George no te quejes que te dieron una buena cantidad
de cuadras. Nacen en la plazoleta Cortázar y terminan en el Jardín Botánico, al
que tan lindo poema le dedicaste. Hace poco le pusieron el nombre de Guillermo
y Alfredo Barbieri a una plazoleta en Parque Patricios. Guillermo fue uno de
los guitarristas de Carlos Gardel, que murió junto con él en Medellín y Alfredo
fue un actor cómico muy conocido y padre de la conductora de televisión, Carmen
Barbieri. Pero ya existe una plazoleta en Palermo, en la esquina de avenida
Dorrego y Figueroa Alcorta que se llama Guillermo Barbieri. No queremos pedir
mucho, pero algo se le podría dar a poetas y escritores que amaron a esta
ciudad como lo fueron Raúl González Tuñón, Leónidas Barletta, Álvaro Yunque,
Oliverio Girondo, por nombrar sólo algunos. Y no tienen ningún reconocimiento
ni como porteños, ni como excelentes escritores, ni como los que protagonizaron
la rivalidad entre los grupos de Florida y Boedo. Que se reconozca a un cómico
de teatro de revistas no está mal, pero qué lindo sería alguna vez poder
citarnos en las calles Nicolás Olivari y Elías Castelnuovo, por ejemplo. Si
bien hay algunas plazoletas que evocan hoy al autor de El Eternauta, Héctor
Oesterheld; al escritor Haroldo Conti; al poeta Paco Urondo;al periodista
Rodolfo Walsh, al poeta Roberto Santoro (todos ellos detenidos – desaparecidos
durante la última dictadura militar), habría que llenar la ciudad con avenidas,
calles, parques con tantos escritores, poetas y periodistas, que la amaron, la
sufrieron, la escribieron, la lucharon, la patearon, la militaron, la...
Convengamos que hay un exceso de historia tergirversada, como sostiene el
historiador Osvaldo Bayer: "El que tiene el monumento más grande, el más
céntrico, apuntando a la Casa
de Gobierno, es el General Julio Argentino Roca (presidente entre 1880/1886 y
1898/1904). Hace dos años y medio que presentamos el proyecto en la legislatura
porteña para sacarlo, pero ningún legislador se anima a meterse con el tema
Roca. Los fundamentos del proyecto de ley son la responsabilidad directa de
Roca en el asesinato de decenas de miles de mapuches y otros Pueblos
Originarios". Simplemente un genocida. Siguiendo con la historia es
llamativo que después de Rivadavia (también paradoja de la historia) la calle
más larga es Ramón Lorenzo Falcón, quien, cuando ejercía el cargo de Jefe de la Policía de la Capital Federal ,
perpetró una masacre contra obreros en una marcha por el primero de mayo de
1909. Simplemente un asesino. Todos sabemos que las callecitas de Buenos Aires
tienen ese qué se yo ¿viste?. Todos queremos un equilibrado reconocimiento a
toda la gente que amó y sufrió esta ciudad. Para que tanta gente quepa en el
mapa es preciso hacer una revisión y ver, lo que se ve a simple vista, cuántos
militares conocidos y desconocidos figuran entre ellas. Cuántas personalidades
que nada hicieron en la historia universal del pensamiento, figuran entre
ellas. "El callejero de Buenos Aires es surrealista, absurdo",
sostiene el profesor de Historia Felipe Pigna. "Yo no tengo nada en contra
de Montiel, una selva de la provincia de Entre Ríos. Pero la calle que lleva
este nombre tiene unas sesenta cuadras de extensión, contra las cuatro que
recuerdan a Juan José Castelli, en Balvanera". "Y ni qué hablar
-continua Pigna- de uno de los traidores más notables de la historia argentina,
Manuel José García, con calle propia en Parque Patricios. Fue el enviado de Rivadavia
a Río de Janeiro para negociar la entrega de la Banda Oriental ,
agente inglés comprobado. O Carlos María de Alvear, el de la elegante avenida
de la Recoleta ,
un señor que en 1815 le ofrece a Inglaterra el protectorado de las Provincias
Unidas, manifestando que 'desean pertenecer al imperio de su graciosa
Majestad'". ¿Será por eso que la calle Estados Unidos corre paralela y muy
cerca de la avenida Independencia? "Para vagar por las calles porteñas hay
que estar por completo despojado de prejuicios y ser escéptico como esos perros
que tienen mirada de hambre", escribió Roberto Arlt.
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Foto:Prometeo, una calle angosta de sólo dos cuadras en el barrio de Coghlan.______
Nota tomada de la página Buenos Aires Sos.