(De Roger Colom)
Con un par de amigos tenemos la idea de hacer un tour de las
grandes pizzerías clásicas de Buenos Aires: paradas breves, una porción y un
vaso de cerveza en cada una, todo en un sólo día. Como una saturación de pizza,
prolongada durante horas, pero sin convertirla en un concurso, ni una búsqueda
de la pizza perfecta —más bien es dar rienda suelta a la curiosidad… y a la
gula.
Mientras no llega ese día, con su promesa de magia e
indigestión, voy probando pizzerías por mi cuenta. En esta ocasión tocó una
cuyo nombre me encanta: El Imperio de la Pizza. Suena , eso de
imperio, un pelín totalitario —totalitario light, como en la Guerra de las Galaxias, esa
saga de lo simple.
Fui con Fabiana, un día en que andaba ella por Buenos Aires.
Coincidimos en la impresión general del lugar: es un sitio clásico, de los de
antes, enorme, preparado para atender a mucha gente. Fabi dice que también en
Mar del Plata las hay, y no me sorprende. Esa ciudad es como una continuación
de Buenos Aires por otros medios.
Pedimos una pizza Bretona: muzzarella, roquefort y cebolla.
Buenísima. Al molde, como es la verdadera pizza de Buenos Aires. Fabi la
prefiere con menos pan, a la piedra; a mí me gusta de las dos maneras.
Un pequeño apunte de especulación histórica. Yo diría que
las tres capitales mundiales de la pizza son Chicago, Nueva York y Buenos
Aires, ciudades con una gran inmigración italiana. No cuesta imaginar que
cuando los italianos llegaban a estos lugares, se asombraban con la abundancia
barata de la leche, la harina y el queso. Y la tradición continúa en la pizza
de molde, abundante, que hay que comer con tenedor y cuchillo, para evitar que
el queso se desborde.
Era mediodía y la pizzería, frente a la Estación Lacroze ,
estaba llena. A nuestro lado, tres ancianos discutían de fútbol, desde el
mundial hasta los destinos del club de su barrio, el Chacarita.
El servicio es mediocre, pero a eso, en Buenos Aires, ya
estamos acostumbrados. Es como si los camareros supieran que, traten bien o mal
a la clientela, van a vender lo mismo. Creo que se equivocan, pero tampoco me
voy a poner vehemente al respecto. En todo caso, la pizza es buena, y el local
no es bonito pero sí un clásico.
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Imagen: Logotipo de la pizzería "Imperio".
Texto y foto tomados de la página Buenos
Aires Ideal.