(De Miguel Ruffo)
Durante la primera presidencia de Carlos Menem fueron
repatriados los restos de Juan Manuel de Rosas. El acontecimiento formó parte
de una operatoria ideológica del menemismo, fuertemente reaccionaria, donde
aquella repatriación era presentada como el símbolo de la "reconciliación de
los argentinos" a fin de justificar lo injustificable: los indultos a los
genocidas de la última dictadura.
Posteriormente,
en 1995, por ley 24.520, se autorizó la erección de un monumento a Juan Manuel
de Rosas. Independientemente de las motivaciones ideológicas de este evento y
sosteniendo, como siempre, que los monumentos y esculturas públicas tienen su
propio status
ontológico independiente del personaje al que remiten y de los comitentes
de la obra, nos introduciremos en el análisis del monumento.
Se lo ubicó
en el Parque 3 de Febrero (Palermo) donde Rosas había levantado su
casa-residencia y en diagonal respecto del monumento a Domingo Faustino
Sarmiento. "Se lo pensó como un monumento ecuestre por la pasión que Rosas
sentía por los caballos y se tomó como modelo una lámina de Salinas. El
monumento a Urquiza también es ecuestre y debió haberse tomado como referente a
la hora de pensar el homenaje. El de Rosas debía estar a la par o superar al
anterior y se tuvo mucho cuidado en que la figura del caballo y su jinete
fueran armónicas, dando una imagen de fuerza y potencia con una marcha
lenta y contenida, sofrenada por el jinete con mano firme, evitando toda
ampulosidad. Quería
esquivarse, con seguridad, la pose convencional del caballo y jinete realizados
por Baldi y Rocha para el monumento a Urquiza. Acompañan al grupo ecuestre
cuatro relieves alegóricos: El combate de la Vuelta de Obligado, La
fundación de pueblos y fortines en la Campaña del Desierto, la firma del Pacto Federal
del 4 de enero de 1831 y la cláusula III del legado del general José de San
Martín". (1)
Juan Manuel
de Rosas fue un estanciero y saladerista de la provincia de Buenos Aires y su
acceso al gobierno en 1829 representaba la consolidación de la burguesía terrateniente
de la provincia en el poder del Estado. Esta burguesía fue la primera "clase
nacional" en nuestra historia porque, a diferencia de la burguesía comercial
rivadaviana que compraba y vendía, los terratenientes estaban vinculados a la
propiedad de la tierra y el ganado, a la estructura de producción social y, a
partir de este anclaje, estaba en condiciones de negociar con el capitalismo
internacional, particularmente británico, y, en caso de necesidad, enfrentarlo
militarmente. Esto es lo que ocurrió en el combate de la Vuelta de Obligado el 20 de
noviembre de 1845, donde las fuerzas de la confederación comandadas por Lucio
Norberto Mansilla enfrentaron a la escuadra anglo francesa que, tras bloquear
el Río de la Plata ,
trataron de imponer por la fuerza la libre navegabilidad de los ríos interiores
de la Confederación ,
a fin de comerciar directamente con el litoral y el Paraguay. En este combate,
que es uno de los motivos alegóricos del monumento, Rosas defendió la soberanía
nacional como lo reconoció el propio general José de San Martín, quien en su
testamento legó al gobernador de Buenos Aires el sable corvo que lo había
acompañado en la lucha por la independencia de la América del Sur, tema
aludido por otro de los relieves circundantes. El Pacto Federal de 1831 que
establecía los principios de la federación como fundamentos de la organización
política, motivo de otra de las alegorías, alude al principio medular de la
organización política nacional. Finalmente la Campaña del Desierto de
1833 hace a la expansión de la frontera ganadera y es un anticipo de la
delimitación del espacio geográfico del Estado Nacional.
Así, en el
monumento a Juan Manuel de Rosas se conjugan los principios de la defensa de la
soberanía nacional frente a las potencias europeas, la relación amistosa que
unía al general José de San Martín con Juan Manuel de Rosas, ambos hermanados
en la defensa de la independencia, el federalismo como principio constituyente
y por ende el reconocimiento de la libertad y autonomía de las provincias
confederadas; y, finalmente, la configuración de un espacio geográfico respecto
del cual el Estado Nacional se reputaría como soberano.
Este
principio, el de la soberanía, tan negado por el menemismo es, paradójicamente,
el reivindicado por el monumento. Valga este artículo para demostrar cómo las
intencionalidades de los comitentes, no siempre son las ideas que expresan los
monumentos y las esculturas públicas.
______
Nota:
(1) Magaz,
María del Carmen: Escultura y poder en el
espacio público, Acervo editora argentina, Bs. As., 2007.
Imagen: Monumento a Juan Manuel de Rosas en el Parque 3 de Febrero.
El monumento a Juan Manuel de Rosas.