(De Luis Alposta)
Un error algo generalizado es el de tomar por lunfardismos
ciertas palabras que son corrientes y comunes en el español popular. Palabras
que, por otra parte, en España figuran “en guía” desde hace ya mucho tiempo.
Voces que, para nosotros, parecen haber sido "hechas en
casa” por el solo hecho de pronunciarlas con cierta cadencia o un particular
énfasis. Recordemos algunas: debute (buten
- de): de buena calidad, de lo mejor. Tongo:
componenda ilícita, fraude. Napia:
nariz. Curda: borracho; borrachera. Tranca: borrachera. Mosca, que ya la utilizaba Quevedo, y tela, ambas con el significado de dinero corriente. Espichar, por morir y fiambre, por cadáver. Pero no sólo se
trata de palabras.
También existen expresiones recibidas directamente del
español popular y una de ellas es tomar
el olivo, que significa guarecerse el torero detrás de la barrera y,
figuradamente, huir o escapar. Esta expresión tuvo su origen fuera de la arena,
donde más de uno para evitar que corriera sangre, buscó salvarse de un toro
trepándose a un olivo. Y ahora, a manera de guinda, dos palabras de prosapia
latina: pipiolo, de pipio, pichón,
polluelo, con el significado de principiante o novato, y yantar, hoy más que nunca un arcaísmo, de ientare, almorzar.
Y así como no todo lo que reluce es oro, digamos que no
todas las palabras a las que se les atribuye un origen lunfardo lo tienen.
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Foto: Torero resguardándose en el burladero.