(De José Muchnik)
Engañaron a Santa María, nacimos de una gran confusión, en
realidad los porteños no sufrimos de engreimiento, sufrimos de credulidad
aguda, siempre fuimos muy crédulos, y cuando se descascaran las creencias
acudimos a vanidades para disimular fachadas, en el fondo somos muy frágiles,
plantados en el limo del Plata, tronco a la merced de sudestadas, raíces
ensortijadas en corrientes migratorias, la dificultad es llegar al fondo entre
tanta fragilidad y confusiones. El Buen Ayre fue un espejismo colonial, el aire
nunca fue bueno en estas latitudes, tormentas, inundaciones, barro en
aluviones, changadores cargando gente de alcurnia para atravesar calles
coloniales, veranos que se pegan a la piel, inviernos incrustados en los huesos
¡Santa María del Buen Ayre! ¿Chiste de gallegos? ¿Ironía de andaluces? Y aquí
estamos, como el clima, impredecibles, almas nubladas, despejadas, mejorando
luego, Pompeya y más allá... Bautizados “Santa Bárbara de las Buenas Tormentas”
(1) hubiéramos nacido más cerca de la realidad, ahora ya es tarde, la realidad
se nos despegó al nacer como ombligo maduro y seguimos soñando nuestra ciudad
como si fuera cierta, de eso podemos estar orgullosos, Buenos Aires cuna de
soñadores, poetas boedónicos lo atestiguan: “Están los que comprenden la realidad:
anteojos, noticias, bananas, candados para guardar la sopa. Y los que escuchan
árboles predicando el mensaje a pesar de las baldosas [...] Hay que vivir en la
realidad. Pues los que ven en la ventana del papel moneda una vida exprimida.
Los que escuchan sillas conversando para compartir sus desgracias. Los que
saben que relojes son paraguas para protegernos de otras intemperies... [...]
Pueden ser severamente condenados a perder el equilibrio para siempre... y
despertarse en un sueño diferente.”
¡Josecito!
¡Josecito! ...¡dejá de soñar! ¿de qué querés hablar?, no podés jugar así con
los lectores, bleque y ruberol ni siquiera existen en el diccionario ¿qué tiene
que ver Santa Bárbara en esta historia?... Hola, hola, ¡ah, sí! ¡Sí! ...gracias:
a fuerza de hacer memoria se me enredan
los recuerdos, tal vez me equivoqué, pero aún me parece escucharlo, pibe dos
latas de bleque y un rollo de ruberol. El bleque era una especie de alquitrán
que venía en latas cuadradas de cinco o veinte litros, el Ruberol un cartón
negro impermeabilizado en rollos de un metro y medio de ancho; cuando llegaba
tormenta se vendían como pan dulce en Navidad. Corrían los años cincuenta.
Pensándolo a distancia Ruberol debe ser una naturalización criolla del inglés rubber all, como tiner, fulbo (2) o el
mismísimo chimichurri. No se ofenda paisano, nos guste o no fueron los ingleses
que inventaron nuestro deporte nacional, y el sabroso condimento que acompaña
nuestros asados toma sus fuentes en “give me curry” (3). Palabras como hombres, viajan, se mezclan fertilizando
lenguas y tierras, todos hijos de un gran mestizaje, ¿razas? sólo sangres que
circulan cubriéndose con túnicas diferentes. Pucho, quechua, capo,
italiano, kilombo, africano, nuestra
inconfundible che (4) y tantas otras
fueron moldeando el castellano hablado en estas costas.¿Bleque?, vaya a saber
los orígenes, que lo aclare algún lector amable.
Los
clientes comenzaban a llegar antes de que parara de llover, mis diez años
tenían la agradable sensación de servir para algo, de ser alguien; como la
gente y sus casas yo también pertenecía a la tormenta, venían desesperados: no
se imagina lo que es Don, le decían a mi viejo, se volaron dos chapas, se cayó
medio cielorraso, no alcanzan palanganas para juntar el agua... Me gustaba
medir el Ruberol, una patadita y el rollo negro se desplegaba sobre el piso de
la ferretería, no hacía falta metro, medían las baldosas, sólo una tiza para ir
marcando, enrollar a medida que medía, un golpe de tijera, piolín para atar el
rollo, tenga jefe, cliente sonriente, satisfecho, valió la pena mojarse un
poco, llegar antes de que parara de llover.
Con los que
llegaban tarde la historia era otra, el sentimiento era de culpa, no sabía qué
cara poner para pronunciar las cuatro sílabas, noquedamás, las decía así juntitas para vadear rápido ese momento,
saltarlo como obstáculo en carrera olímpica, de todos modos la réplica llegaba
contundente ¡¿Cómo no queda más?! , se terminó, ¡¿Cómo se terminó?! desde mi
edad madura, desde este PH en la calle Garay donde escribo esta viñeta mientras
repiquetea la lluvia, contestaría, así es amigo todo se termina algún día en la
vida, salvo el amor si se sabe cuidarlo, pero desde mis diez años tiraba con
inocencia la pelota afuera, no sé jefe pregúntele a mi viejo. Para suavizar la
culpa o para vender algo, solía agregar según la reacción del cliente, clavos
para techo quedan (5) a ver si va a otro lado y justo no tienen. En la mayoría
de los casos funcionaba, tenés razón pibe, dame dos docenas, aunque en ese
clima eléctrico no faltaban respuestas borrascosas, andá a cagar pendejo metete
los clavos para techo en el...
Desde la Colonia hasta la de abril del 2013 las inundaciones de Buenos Aires no esperaron el
cambio climático. Ulrico Schmidl, uno de los primeros cronistas europeos en
estos lares ya hace referencia a las mismas (6). Tres siglos después
llegó el progreso, el hormigón y el corsé para los arroyos que surcaban
libremente la ciudad; cuenta la leyenda familiar que en Villa Crespo, a la vera
del Maldonado mi padre enamoró a mi madre, hacia fines de los años veinte.
Pensar que desde la
Plaza Constitución bajaba un arroyo hacia el Río de la Plata , el Tercero del Sur,
fue el primero que sometieron en 1865. Y así fueron entubando, especulando, inundando
(7). Si hubieran pensado que la naturaleza es difícil entubarla, tal vez
tendríamos hoy vaporettos (8) surcando la Juan B. Justo hasta Pacífico, o bajando por
Brasil hacia el parque Lezama.
Tal vez no
sea tan tarde, que Santa Bárbara nos proteja.
______
(1) Santa
Bárbara: virgen y mártir, fue condenada a muerte por su devoción al
cristianismo. Su propio padre llevó a cabo la sentencia. Fue castigado
el padre del mártir al volver a su casa; le cayó un rayo y le incendió su
cuerpo. Como resultado se acude a Santa Bárbara como protectora cuando caen
rayos durante temporales y por consecuencia ella es patrona de artilleros y
mineros. David C. Knowlton, Santa Bárbara y El Rayo en Copacabana,http://www.academia.edu/2001594/Santa_Barbara_y_El_Rayo_en_Copacabana
(2) Ruberol,
engomarlo todo, del inglés rubber
(goma) y all (todo). Tiner,
adelgazador, solvente utilizado para diluir pinturas, del inglés thin (delgado). Fulbo o fútbol, del
inglés foot (pie) y ball (pelota).
(3). “Give
me curry”: en inglés “dame el condimento”, “curry” proviene a su vez de
“kari”, “salsa” en idioma tamil, lengua hablada en el sur de la India y en Sri Lanka,
antiguamente Ceylan, ex colonias inglesas.
(4) Pucho:
del quechua puchu, sobra; resto; residuo;
Capo: del italiano jefe, proveniente a su vez del latín “caput” cabeza;
Kilombo: palabra que llega a la
Argentina a través de Brasil, donde designaba a las
poblaciones de esclavos insurrectos (ver historia del Kilombo dos Palmares), a
su vez proveniente del kimbundu, lengua bantú en la que significa población /
poblado; Che: existen dos versiones sobre el origen de esta palabra, del
guaraní en el que se usa como “yo” o “mi” o del mapuche “gente”.
(5) Los
clavos para techo eran y son clavos de tres o cuatro pulgadas de largo con
cabeza de plomo que, trataban de impedir que las chapas de zinc volvieran a
jugar con el viento clavándolas a las vigas del techo.
(6) Ulrico
Schmidl: "La
Admirable navegación realizada por el Nuevo Mundo entre
Brasil y el Río de la Plata
entre los años 1534 al 1554"
(editada en lengua alemana). Participó en 1534 en la expedición
de Pedro de Mendoza.
(7) “El
entubamiento del arroyo Maldonado (hoy avenida Juan B. Justo) fue el mejor
negocio para los especuladores y los vendedores de obras y el peor para los
vecinos. […] Al esconder el arroyo negaron su existencia y pudieron hacer
enormes negocios inmobiliarios. Por el contrario, un arroyo cualquiera se
comporta en una crecida mucho peor si está entubado que si corre a cielo
abierto”. Antonio Elio Brailovsk: “Buenos Aires, ciudad inundable", coedición
Kaicrón-Le Monde Diplomatique. www.arquimaster.com.ar
(8). Vaporetto:
pequeñas embarcaciones utilizadas para el transporte de pasajeros en los
canales de Venezia.
Imagen: La inundación de abril de 2013 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires resultó ser una de las más severa, si no la peor de las acaecidas hasta la fecha (Foto del diario "La Nación")
Tomado del
periódico “Desde Boedo”, abril 2013.