Calles circulares, cortadas, árboles frondosos, casas bajas
de estilo inglés, torre de agua, otoño en un barrio triangular. Tres porteños
se citan en una casa y una plazoleta: Cortázar, Tiempo y de la Púa.
En estas pocas manzanas se concentra una parte importante de
la literatura y la poesía porteña.
Julio, César y Carlos deambulan sin descaro entre la facultad de
Agronomía y el club Comunicaciones.
La historia dice que a fines de la década del 20 el Banco
Hipotecario Nacional dio comienzo a lo que se denominó Barrio de Casas Baratas,
que comprendía una mezcla de casas individuales y bloques de departamentos de
planta baja y tres pisos. Inaugurado oficialmente en 1934, forman un triángulo
las calles Zamudio, Tinogasta y avenida San Martín.
También nos dice la historia que en Artigas 3246 vivió
algunos años Julio Cortázar; que en Tinogasta y ex Espinosa (a partir de 1994
cambió la nomenclatura por la del autor de Rayuela)
vivió el escritor y periodista César Tiempo y la plazoleta, epicentro del
barrio, lleva el nombre del poeta Carlos de la Púa (Carlos Muñoz y Pérez).
Dicen los porteños curiosos que para conocer un lugar, lo
mejor es ingresar con los sentidos muy alertas, olfatear, mirar, escuchar, en
definitiva, abrirse al alma de lo nuevo, ya que cada barrio tiene su olor, su
paisaje, sus ruidos, sus silencios, sus pausas, su ser.
En el barrio Rawson se perciben a los cronopios chamuyando en una esquina. A los famas
correteando detrás de Clara Beter, que quizás les responda con los versos de
Carlos de la Púa :
“Es al bardo que quieras trabajarme cachuso/ Cuando nadie ha logrado engrupirme
potriyo” (1).
Los cronopios advierten,
por el exceso de rimel y carmín que la
mina en cuestión era un yiro, y le gritan: “Cusifai, farolera, sor Bacana,
ventuda/ Que da dique a la merza con las cosas shoficas…/ El vento que
amarrocas, medias gambas, canarios,/ Recuerdo de pamelas que achacaste
fresquita,/ Ha de ser poca mosca pa mantener otarios…,/ ¡paparula, tortera,
bulebú, milonguita…!" (2).
Clara se para, los mira con desprecio y les bate justo al
pecho: “Me entrego a todos, mas no soy de nadie;/ para ganarme el pan vendo mi
cuerpo./ ¿Qué he de vender para guardar intactos/ mi corazón, mis penas y mis
sueños?" (3).
Todo esto acontecía en la plazoleta del barrio Rawson, un
domingo de otoño, a la hora en que las almas salen a pavonearse.
______
Notas:
(1) Poema “Gaby” de Carlos de la Púa.
(2) Poema “Sor
bacana” de Carlos de la Púa.
(3) "Versos de una...", César Tiempo (Firmados con
el seudónimo de Clara Beter).
Ilustración: Croquis del barrio Rawson de Alex Sahores (Tomado del blog croquiseros urbanos bs. as.)
Calles circulares, cortadas, árboles frondosos, casas bajas
de estilo inglés, torre de agua, otoño en un barrio triangular. Tres porteños
se citan en una casa y una plazoleta: Cortázar, Tiempo y de la Púa.
En estas pocas manzanas se concentra una parte importante de
la literatura y la poesía porteña.
Julio, César y Carlos deambulan sin descaro entre la facultad de
Agronomía y el club Comunicaciones.
La historia dice que a fines de la década del 20 el Banco
Hipotecario Nacional dio comienzo a lo que se denominó Barrio de Casas Baratas,
que comprendía una mezcla de casas individuales y bloques de departamentos de
planta baja y tres pisos. Inaugurado oficialmente en 1934, forman un triángulo
las calles Zamudio, Tinogasta y avenida San Martín.
También nos dice la historia que en Artigas 3246 vivió
algunos años Julio Cortázar; que en Tinogasta y ex Espinosa (a partir de 1994
cambió la nomenclatura por la del autor de Rayuela)
vivió el escritor y periodista César Tiempo y la plazoleta, epicentro del
barrio, lleva el nombre del poeta Carlos de la Púa (Carlos Muñoz y Pérez).
Dicen los porteños curiosos que para conocer un lugar, lo
mejor es ingresar con los sentidos muy alertas, olfatear, mirar, escuchar, en
definitiva, abrirse al alma de lo nuevo, ya que cada barrio tiene su olor, su
paisaje, sus ruidos, sus silencios, sus pausas, su ser.
En el barrio Rawson se perciben a los cronopios chamuyando en una esquina. A los famas
correteando detrás de Clara Beter, que quizás les responda con los versos de
Carlos de la Púa :
“Es al bardo que quieras trabajarme cachuso/ Cuando nadie ha logrado engrupirme
potriyo” (1).
Los cronopios advierten,
por el exceso de rimel y carmín que la
mina en cuestión era un yiro, y le gritan: “Cusifai, farolera, sor Bacana,
ventuda/ Que da dique a la merza con las cosas shoficas…/ El vento que
amarrocas, medias gambas, canarios,/ Recuerdo de pamelas que achacaste
fresquita,/ Ha de ser poca mosca pa mantener otarios…,/ ¡paparula, tortera,
bulebú, milonguita…!" (2).
Clara se para, los mira con desprecio y les bate justo al
pecho: “Me entrego a todos, mas no soy de nadie;/ para ganarme el pan vendo mi
cuerpo./ ¿Qué he de vender para guardar intactos/ mi corazón, mis penas y mis
sueños?" (3).
Todo esto acontecía en la plazoleta del barrio Rawson, un
domingo de otoño, a la hora en que las almas salen a pavonearse.
______
Notas:
(1) Poema “Gaby” de Carlos de la Púa.
(2) Poema “Sor
bacana” de Carlos de la Púa.
(3) "Versos de una...", César Tiempo (Firmados con
el seudónimo de Clara Beter).
Ilustración: Croquis del barrio Rawson de Alex Sahores (Tomado del blog croquiseros urbanos bs. as.)