(De Miguel Ruffo)
La veleta –junto al pluviómetro– es uno de los instrumentos
de medición meteorológica más remotos. Data de la antigüedad clásica y servía
para conocer la dirección de los vientos. Leemos en la Gran Enciclopedia
Universal Espasa Calpe: “la veleta es una pieza metálica que, colocada en lo
alto de un edificio sirve para señalar la dirección del viento.” (1). El barrio
de Caballito recibe su nombre de una famosa veleta instalada en el techo de una
pulpería. En 1821 don Nicolás Vila compró a don Juan Antonio Ávalos una manzana
comprendida entre la avenida Rivadavia, Emilio Mitre, Juan Bautista Alberdi y
Víctor Martínez. En la esquina sudoeste, formada por la avenida Rivadavia y
Emilio Mitre, edificó una casa una de cuyas esquinas, tenía puertas a ambas
arterias. Eran las puertas esquineras que servían como ámbitos de acceso a un
negocio, en este caso una pulpería. En un sentido general podemos definir a las
pulperías como “almacenes” donde se despachaba bebidas, azúcar, yerba mate,
aperos y otras mercancías. Eran ámbitos de sociabilidad, no siempre de
características “santas” porque en ellas el paisanaje jugaba a las cartas y a
veces los juegos y las bebidas hacían que las reuniones terminasen en
entreveros. De allí las reglamentaciones que hubo en torno a estos
establecimientos, que no siempre se cumplían, reglamentaciones por medio de las
cuales la policía trataba de ejercer el control social sobre el paisanaje. Pero
regresemos a don Nicolás Vila quien luego compró a Galeano una ballenera que
había encallado en La Alameda ,
primer paseo público que tuvo la ciudad de Buenos Aires, junto al Río de la Plata. Valiéndose
de una carreta trasladó su ballenera desde La Alameda a la zona a la que
nos referíamos anteriormente, que por entonces integraba el partido de San José
de Flores. En el mástil de la pulpería colocó una veleta de latón con la figura
de un caballito cuyas patas eran retaconas. Lo había comprado en la herrería de
Monteagudo, que se encontraba en Perú y Bolívar. El paisanaje que acudía a la
pulpería empezó a valerse de la veleta como referente geográfico. Era común
decir, para orientarse espacialmente, nos encontramos “antes del caballito” o
nos reunimos “después del caballito”. En 1829, la propiedad de don Nicolás Vila
pasó a un nuevo propietario: don Luis Naón, quien retiró la veleta y la colocó
en una nueva pulpería, en la esquina de enfrente: avenida Rivadavia y
Cucha-Cucha. Al fallecer don Luis, la propiedad la heredó su hijo don Carlos
Naón, quien –al decir de José Fedele– era una personalidad destacada del
partido de San José de Flores, donde se desempeñó como juez de paz. “El
Caballito” pasó a ser el nombre de la calle Cucha-Cucha y de la estación del
ferrocarril. En efecto, desde 1857 el Ferrocarril del Oeste comenzó a tender su
línea, en el camino del oeste, llegando inicialmente hasta Floresta. A la
muerte de Carlos Naón la propiedad pasó a nuevas manos, y la ya por entonces
famosa veleta fue colocada en otro negocio, última residencia de la misma. Dice
José Fedele: “En los primeros años del 1900, se podía contemplar en ese lugar
(avenida Rivadavia y Emilio Mitre), la famosa veleta. En 1925, por gestiones de
don Enrique Udaondo y gentileza de la familia Donato, pasó al Museo Histórico
[…] de la ciudad de Luján. Hoy, en el extremo oeste de la plazoleta de Primera
Junta, se encuentra una réplica de bronce de la famosa veleta del caballito
–obra del escultor Luis Perlotti- en el
mástil inaugurado el 10 de noviembre de 1969, donado por el Club de Leones del
barrio”. (2). Luis Perlotti fue un escultor argentino, nacido en Buenos Aires
el 23 de junio de 1890 y muerto en un accidente en Punta del Este, República
Oriental del Uruguay, el 25 de enero de 1969 (lo que nos hace suponer que la
réplica de la veleta de Caballito había sido realizada por el escultor antes de
que fuera instalada en el mástil de la plazoleta de Primera Junta). Luis
Perlotti estudió en la
Academia Nacional de Bellas Artes, de la que egresó en 1915.
Fue discípulo de Pío Collivadino, de Carlos Ripamonti y de Lucio Fontana.
“Efectuó viajes de estudio por Bolivia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay y otros
países de América, y en Europa (1953)” (3). Valgan estas breves palabras sobre
Luis Perlotti para calibrar al artista que está detrás de la réplica de la
veleta de Caballito.
Luján, ciudad de la historia y de la fe, en su Museo
Colonial e Histórico custodia la veleta original. Pocos años atrás esta
reliquia de nuestro pasado fue cedida en préstamo temporario al Museo de
Esculturas “Luis Perlotti”, del barrio de Caballito. La veleta así regresaba a
su tierra originaria. Fue importante el rescate de la veleta, su custodia en el
museo de Luján, su réplica en la plazoleta Primera Junta y su exhibición en el
museo “Luis Perlotti”. Y decimos importante porque hace a la identidad del
barrio de Caballito en particular y de la ciudad de Buenos Aires en general.
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Notas:
(1) “Gran Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe”,
Clarín, Bs As, 2005, Tomo 39, p 11843
(2) Fedele, José; “La Pulpería de Caballito” en
www.barriodeflores.com.ar
(3) Gesualdo,
Vicente; “Diccionario de Artistas Plásticos en la Argentina ”, Inca, Bs As,
1988, Tomo II, p 693.