(De Martín Visuara)
"Leoplán” fue una de las revistas argentinas pioneras a la hora de compaginar ficción con notas de actualidad. A fines del año 1934, Ramón Sopena fundó un espacio que habría de existir hasta 1965. Primero apareció con frecuencia quincenal y después de los años 50 y hasta su cierre la revista fue mensual. Fue una de las revistas de mayor influencia sobre varias generaciones, se definió desde la tapa como un “Magazine Popular Argentino” como una verdadera declaración de principios. Así acercó autores clásicos rusos, franceses y norteamericanos al gran público al mismo tiempo que incluía material periodístico de algunos de los mejores escritores argentinos de los años veinte en adelante. “Leoplán” además solía publicar novelas completas e ilustradas. Desde “Los tres mosqueteros” de Dumas, pasando por “Anna Karenina” de Tolstoi o la hoy inocente y olvidada “La cabaña del Tío Tom” de Harriet Stowe.
La revista, dedicada a la incipiente clase media de mediados
de los años ’30, abarcó tres décadas de entregas, llegando a publicar 700
ediciones. Los relatos estaban ilustrados con dibujos o fotogramas de películas
en donde las estrellas del cine representaban a los personajes de las
historias. Un verdadero semillero de periodistas como lo fueron en su momento
Enrique González Tuñón, Ignacio Covarrubias, Carlos Duelo Cavero y Adolfo R.
Avilés entre otros alternaron su trabajo con los nuevos que dieron sus primeros
pasos en el mundo de las publicaciones como Horacio de Dios, Miguel Bonasso y
Sergio Rubén Calé. Miguel Brascó, por su parte, tenía a su cargo la dirección
del suplemento de humor que se editaba con la revista. También la revista contó
con colaboradores extranjeros como el escritor Erskine Johnnson, quien hacía
sus crónicas desde Hollywood. Mientras que desde París hacía lo mismo el
crítico André B. Lartigau entre otros.
La revista “Leoplán” marcó una época en la cercanía con el
lector. Ramón Sopena creó, diagramó y le prestó especial atención a las cartas
que los lectores remitían a la revista. De ellas surgieron muchas de las
secciones que le dieron un estilo definido a la publicación. Las consultas y
preguntas que hacían los lectores como ¿Qué diferencias hay entre trajes
oscuros y claros? ¿Cómo combinar calcetines con corbatas? ¿Cómo utilizar el
sombrero? fueron el origen de novedosas secciones como el “Consultorio del
hombre elegante” o “Si tiene un tiempito…bástese a sí mismo” dirigida a las
reparaciones que podían surgir en el hogar. Trabajos a realizar y consejos
útiles a la hora de enfrentar estos problemas por los hombres y mujeres de la
primera mitad del siglo pasado.
También, y entre los inventos de Ramón Sopena para su
revista, estaban las muy recordadas secciones “Arquitectura racional” y “Vida
rural”. La primera daba una singular visión casi anticipatoria en donde se
abogaba por la cordura a la hora de las nuevas viviendas, los espacios verdes
en la época pre-ecológica, con indicaciones sobre la conservación de los
espacios históricos y de la concepción modernista del barrio. “Vida rural”
estaba casi dedicada a aquellos lectores de “Leoplán” que vivían en las
lejanías de los suburbios y en donde podían muy bien convivir pequeñas huertas
con vida más sana. Secciones que le dieron un perfil y que marcaron un sello de
identidad de la revista. Secciones que en definitiva relatan un tiempo hoy lejano pero que le hablaba a
ese nuevo ciudadano de los años treinta y cuarenta que comenzaba a surgir en la
gran ciudad que quería ser Buenos Aires.
“Leoplán” también cobijó a un escritor proveniente de la editorial Hachette:
Rodolfo Walsh, amante del ajedrez y de la novela policial, publicó sus primeros
cuentos como “Los nutrieros”; “La sombra de un pájaro” y “Tres portugueses bajo
un paraguas” en la revista “Leoplán”.
Diez años más tarde, la tira Mafalda de Quino, dibujo creado para una campaña
publicitaria de lavarropas, tuvo su bautismo ante el gran público en las
páginas de “Leoplán” iniciando una carrera que aún hoy resuena en todo el mundo.
Una revista cultural, con tapas a color y con 170 páginas en riguroso sepia al
comienzo, para pasar luego al blanco y negro, bastaron para que al poco de
andar se transformara en una revista esencial de información general y que con
sus grandes aportes literarios marcó, durante una larga época, el panorama
editorial de la Argentina.
“Leoplán” ocupó durante muchas décadas la referencia de este tipo de
publicaciones en toda América Latina.
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Foto: Uno de los números de la revista “Leoplán”. (tomado de www.todohistorietas.com.ar)
La nota fue tomada de la página Magazine D-Revistas.