(De Alfredo Agustín De
Cicco)
Yo crecí por jardines de chatarra
entre acantos de alambre pueblerino,
con porteño linaje de argentino,
alma de pez y genes de cigarra.
Alguien me dio sus ojos de pizarra,
alguien también su escándalo y su vino.
Llegué hasta el fondo del amor genuino.
Tropecé con la luna y la guitarra.
Sufrí la desventura de un momento.
Hice la pausa cautelar del viento
y ambulé por Floresta nido a nido.
Tal vez soy el final del niño viejo.
Un acorde del barrio o el espejo
de algún tango dejado por olvido.
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Foto: Graffiti en una pared de Floresta.