(De Luis Alposta)
En nuestro lenguaje cotidiano recurrimos con frecuencia a
expresiones, de significado bien preciso, de las que desconocemos su origen.
Aunque muchas de ellas nos puedan dejar en ayunas con
respecto a las circunstancias en que se generaron, otras, en cambio, encienden
la imaginación. Tal el caso de la locución salir con un domingo siete, que,
según una leyenda salvadoreña que conocí a través de Rafael Jijena Sánchez, ha
tenido este origen:
Un leñador con su burro, después de haber estado perdido en
el bosque durante la noche, llegó a una vieja casona. La puerta estaba abierta
y de la habitación central, iluminada, provenían voces y cantos. La curiosidad
lo hizo entrar y, escondido detrás de unas columnas, vio a unas brujas que bailaban
y cantaban: Lunes, martes, miércoles tres... lunes, martes, miércoles tres. Y
él, no pudiendo contenerse, salió del escondite y agregó: jueves, viernes,
sábado seis. Las brujas lo rodearon y antes de despedirlo le llenaron sus
alforjas con monedas de oro.
Ya en su
casa, le contó la historia a su mujer. Historia que escuchó también su comadre,
quien, a su vez, instó a su marido para que hiciese lo mismo. Y el pobre
hombre, después de dar un sin fin de vueltas por el bosque ubicó finalmente la casona.
Entró y vio a las brujas que, ahora, bailaban y cantaban: lunes, martes,
miércoles tres, jueves, viernes, sábado seis. Él, sólo atinó a agregar: domingo
siete.
Las brujas
lo despacharon llenando sus alforjas con basura. Su pecado fue haber roto el
ritmo. Haber salido con un domingo siete.
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Imagen: Noche de brujas.
El texto y la ilustración fueron tomados de los "Mosaicos porteños" del autor.