(De Eduardo Criscuolo)
Ricardo Molinari,
poeta esencial de nuestra literatura, residió en la calle Gavilán 4782 a fines de la década
del veinte. También tuvo una breve estadía en Villa Urquiza, barrio donde vivió
con una tía. Aunque son muy escasos sus datos biográficos, debido a que se
ocupó de ocultarlos celosamente, aquí trazamos un perfil del escritor
fallecido en 1996.
Villa Pueyrredón es un barrio de sosiego, de cielo
rutilante, con árboles altos que ennoblecen (como dice el poeta Francisco López
Merino) las tranquilas calles donde aún puede apreciarse ese aspecto familiar
de un Buenos Aires que añoramos. En ese barrio viven y vivieron personas
representativas de nuestro quehacer nacional en todos sus órdenes. Escritores,
pintores, músicos y deportistas tuvieron su momento en Villa Pueyrredón. Es
justo destacar que en la calle Gavilán 4782, allá por 1929, residió uno de los
más prestigiosos poetas de nuestra literatura nacional: Ricardo Molinari,
escritor nacido en nuestra ciudad el 20 de marzo de 1898.
Infortunadamente, son muy escasos los datos biográficos de
este poeta esencial, que siempre los ocultó celosamente. Formó parte del grupo
“Martín Fierro”, en 1927 publicó su primer libro de poemas, El Imaginero, y ese
mismo año El pez y la manzana. Su característica literaria fue la de no romper
con el pasado y continuar con la tradición hispánica y americana precedentes. Y
así trabajó su poesía. Pero también se encuentran en su obra ráfagas de
surrealismo, que hacia los primeros años de la década del 30 influía ya sobre
la poesía de Pablo Neruda y Luis Cernuda. Durante muchos años se desempeñó como
empleado del Congreso de la
Nación , donde se jubiló. Su creación es una de las más altas
del siglo XX, ya que su refinamiento innato en la elección del lenguaje, su
melancolía vasta y sutil, la angustia temporal y su personal visión de la
soledad existencial permanecieron intactas en sus poemas e hicieron de Molinari
una voz inconfundible de nuestro panorama poético.
ODA A LA
NATURALEZA
Especialmente notables son sus grandes odas, en las que
canta la belleza fugitiva y permanente de nuestra tierra: sus grandes ríos, sus
llanuras infinitas, sus aves... Veamos una muestra de su particular estilo:
“Cuando yo esté ya desaparecido y puro, ¡oh Argentina, nación hermosa y
soberana del sur! /, en qué incansable desmemoria de la belleza de la vida se
moverán mi alma y el polvo contado de mis apagadas venas. / Alguna vez os
acordaréis de mí, campos, flores, árboles: / tierra: patria solitaria del
hombre... Y volveréis / a verme a orillas de los ríos, sentado, mirando /
entrar en el agua las bagualadas / o viendo cómo se balancean los juncos con la
/ creciente y el viento” (fragmento de "Oda al mes de noviembre junto al Río de la Plata" , incluida en el libro
El huésped y la melancolía, 1946).
La obra poética de Ricardo Molinari abarca trabajos desde 1927 a 1977. Tuvo que
soportar la angustia que desparramó el Proceso, que ni a él mismo respetó. Sus
Obras completas (1973) fueron destruidas por la dictadura militar. “Me contaron
que un soldadito, un conscripto, cuando quemaron mis libros fue a pedirle a un
oficial que le diera un ejemplar y lo metieron en el calabozo -recordó alguna
vez-. Son las cosas ‘agradables’ de la Argentina , que se ven toda la vida”. Quedaron,
para la posteridad sus libros de poesía: Panegírico de Ntra. Sra. de Luján
(1930), Delta (1932), Hostería de la rosa y el clavel (1933), Una rosa para
Stefan George (1933), El desdichado (1933), El tabernáculo (1934), Epístola satisfactoria
(1935), La muerte en la llanura (1935), Casida de la bailarina (1937), Libro de
la paloma (1937), La corona (1939), Libro de las soledades del poniente (1939),
Odas a orillas de un viejo río (1940), Seis cantares de la memoria (1941), El
alejado (1943), El huésped y la melancolía (1946), Esta rosa obscura del aire
(1949), Días donde la tarde es un pájaro (1954), Unida noche (1957), El cielo
de las alondras y las gaviotas (1963), Una sombra antigua canta (1966), La
hoguera transparente (1970), La escudilla (1973) y La cornisa (1977).
Ricardo Molinari tuvo, asimismo, una breve estadía en el
barrio de Villa Urquiza, donde vivió con una tía. Tal vez es posible imaginar
que las calles de Villa Pueyrredón y de Villa Urquiza le dieron motivos para
escribir su bella poesía, que trascendió más allá de su muerte, acaecida el 31
de julio de 1996.
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Nota tomado del periódico “El
Barrio”, noviembre de 2003.