(De Gabriela Sharpe )
Una típica postal porteña: una esquina, un buzón y un bar. De estos tres elementos, hay uno que cabe preguntarse si sigue funcionando. En la era de la revolución tecnológica, donde Internet, correos electrónicos y telefonía celular son los pilares de la comunicación, en que todo llega a destino en apenas unos segundos, el buzón parece haber pasado a la historia.
Si bien sigue funcionando, todos los días pasan empleados del Correo a retirar las cartas, estas son cada vez menos y aquellos fueron cayendo en desuso.
Los primeros buzones argentinos datan de 1858, eran de madera, y estaban instalados en las farmacias, donde también vendían las estampillas. No eran totalmente públicos, ya que dependían del horario de los comercios. Las cartas eran retiradas por un cartero que iba a buscarlas a caballo.
Luego se colocaron en las plazas Lorea, de la Independencia, del Temple, del Parque, Once de Septiembre y en el Paseo de Julio (hoy avenida Alem) y luego tres más en las estaciones de trenes, siendo estos públicos.
A finales del siglo XIX se importan desde Inglaterra los buzones pilares, tal cual los conocemos hoy, de hierro, pintados de rojo y con la base negra.
El típico buzón porteño es de color rojo, durante la dictadura se los pintó de azul y con el advenimiento de la democracia se volvió al color original. En una época imperó el negro y amarillo, pero el sindicato de los taxistas le inició un juicio al Correo, por lo que debieron cambiar el color.
La ciudad llegó a tener más de 1.400 buzones; hoy subsisten 150 en las esquinas porteñas.
Los tiempos cambian; en la actualidad si se le pregunta a los jóvenes por el buzón van a asociarlo con el buzón de voz de los celulares, si esta misma pregunta se la realiza a una persona de cuarenta años en adelante reflexionará y quizás se acuerde del buzón que probablemente esté en la esquina de su casa.
Es cierto que la comunicación pasa por otro lado, pero no por eso dejemos de reivindicar al buzón como parte esencial del patrimonio urbano.
Fue sumamente importante como medio de comunicación para toda una ciudad que se forjó con inmigrantes, donde enviar cartas a sus familiares y amigos de su país de origen, era tan cotidiano como hoy enviar un e-mail.
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Imagen: Buzón en la esquina de Carlos Calvo y Perú (Foto del sitio: travelpod.com) .