(De Haydée Chiocchio
y Liliana Zuntini )
Este
abordaje forma parte de un proyecto más amplio titulado Boedo en la mira, destinado
a desentrañar las características del barrio (parte junto con el barrio de
Almagro, de la Comuna 5 de la ciudad de Buenos Aires, en Argentina) que pone el
acento en la oferta cultural así como en el consumo cultural que han realizado
y realizan los habitantes del barrio y extrabarriales, en tanto Boedo funciona
como polo de atracción en la ciudad.
A LA
BÚSQUEDA DEL MITO Y LOS IMAGINARIOS
En la búsqueda de material para lograr nuestro
objetivo, nos propusimos por un lado detectar las expresiones culturales y su
patrimonio simbólico en el barrio.
Para esto, además de la profusa información
histórica que ya teníamos, acudimos a distintas fuentes. Una de ellas fue consultar información
en los periódicos barriales, en folletos y volantes de la oferta cultural en
lugares públicos; en la
Radio Abierta que se
emite casi todos los sábados a las 11hs, en la
emblemática esquina de Boedo y la cortada San Ignacio y, además, en la Mesa de Publicaciones
que funciona en el mismo horario, en la vereda del café “Margot”.
Otro reservorio fueron los Fundamentos de
creación de algunas de las numerosas entidades que conforman la Red de Cultura de
Boedo, que está formada por más de cincuenta asociaciones y lleva más de cinco
años de existencia. Asimismo consultamos
la ponencia que, sobre la misma, se presentara
con éxito en el II Congreso Argentino de Cultura realizado en la ciudad de Tucumán
(provincia homónima, Argentina) en 2008.
Por último en la mención, pero central en la
búsqueda, se acudió a la historia oral para rescatar vivencias de algunos protagonistas de
la movida del barrio, que son participantes en la Red de Cultura.
Así mismo para ampliar opiniones, se
consultaron los resultados de una encuesta sobre preferencias y consumo cultural.
Intentamos una triangulación entre abordajes
cualitativos y cuantitativos y usamos observación participante en tanto asistimos y
participamos personalmente del ajetreo barrial.
En esta ocasión pretendemos observar: qué
mitos heredó el barrio y cuáles se construyeron o se están construyendo respecto
de este espacio, que constituyen su patrimonio cultural.
Hablamos de mitos en el sentido de
“representación deformada o idealizada de algo o alguien que se forma en la conciencia
colectiva”. (Diccionario del uso del español, de María Moliner). Con un enfoque sociológico
deberíamos decir “imaginario”.
Nos dice Colombo (1993:23) que en lo social,
el imaginario es “creación incesante y esencialmente indeterminada (social-histórica
y psíquica) de figuras/formas/imágenes, y sólo a partir de éstas puede tratarse de
'algo'. Lo que llamamos 'realidad' y
'racionalidad' son obras de esta creación".
Bronislaw Baczko sostiene que: “A lo largo
de la historia, las sociedades se entregan a una invención permanente de sus propias
representaciones globales…”
“Estas representaciones de la realidad social
(y no simples reflejos de éstas),inventadas y elaboradas con materiales tomados
del caudal simbólico, tienen una realidad específica que reside en su misma
existencia, en su impacto variable sobre las mentalidades y los comportamientos colectivos,
en las múltiples funciones que ejercen en la vida social” (1999: 8).
Más adelante afirma que respecto de los
imaginarios existen dos polos: “por un lado las utopías, por el otro las memorias colectivas;
en la realidad histórica casi siempre una completa y alimenta a la otra”.
Adentrándonos en nuestra ciudad, podemos
afirmar que no caben dudas que los porteños aman a Buenos Aires, sometiéndola,
además, a cuanta operación de memoria y utopías se les ocurren. Se ha dicho que
pocas ciudades en el mundo han sido objeto de
tantos poemas y canciones, entre ellos por
supuesto: el tango.
Y otro tanto pasa con la mayoría de sus
barrios.
Los bares y los cafés fueron y son una
institución ciudadana y cada barrio se ufana de tener los suyos.
Todo movimiento artístico o grupo de
intelectuales tuvo su preferido o su sede en alguno de ellos. Por ejemplo Quinquela Martín,
el pintor del puerto de La Boca, fue el inspirador de una peña de artistas y
escritores que tenía su sede en los sótanos del café “Tortoni” de la Avenida de Mayo. Borges solía
reunirse en la confitería “Richmond” con su grupo literario de Florida. En los
70, jóvenes intelectuales o activistas se reunían en “La Paz” de la calle Corrientes. Y
en el Boedo de los años 30, la confitería “Biarritz” fue el espacio de la peña Pacha-Camac ,
creada por González Castillo.
Vamos a reseñar brevemente los mitos
fundadores del barrio de Boedo.
Boedo como barrio es relativamente moderno ya
que surgió jurídicamente en 1972, sin embargo en el imaginario, la calle que le dio
el nombre (alude a un jurisconsulto salteño que adhirió a la causa de la independencia
argentina), y que es de larga data (1882) creó pertenencia. Así en cronistas y escritores
aparecen referencias como ‘nací’ o ‘me crié en Boedo’ y en realidad, se referían a zonas
aledañas. Tal vez porque la calle reunía locales comerciales y fondas en un barrio de los
suburbios habitado por obreros e inmigrantes que buscaban tierras baratas o inquilinatos
más accesibles.
Hay estudios que adjudican un papel
identitario barrial a manifestaciones literarias, a grupos artísticos, así como al club de fútbol
vecino, además de las marcas que en las experiencias individuales y afectivas imprimen
el hogar, los parientes, la cuadra, los amigos y los momentos compartidos.
Para indagar sobre las representaciones de
quienes, siendo participantes de esta movida están acostumbrados a reflexionar sobre estas
cuestiones, que además forman parte de sus inquietudes y de su quehacer, decidimos
entrevistarlos y, junto con algunos datos filiatorios o de profesión, les formulamos
tres preguntas: 1) ¿Qué imaginario
histórico del barrio de Boedo, cree que se ha mantenido o ha inspirado algunas
acciones que se han realizado en el presente? 2) ¿Qué efecto, supone Ud.
producen en el imaginario actual sobre el barrio, las acciones que se vienen
realizando en este siglo? 3) ¿Qué aportes destacaría de los objetivos y
realizaciones, de sus respectivas entidades de pertenencia?
RESCATE DE IDEAS FUERZA SOBRE LA TRADICIÓN DEL BARRIO.
Mito que será reforzado “a través de un
medio a la vez intelectual y popular como es el cine, con la película ‘El cura Lorenzo’
(Augusto César Vatteone, 1954)”.
Por otro lado en la década de 20 surge el
Grupo de Boedo, al que pertenecieron numerosos intelectuales de distintas ramas del
quehacer artístico, nucleados en la editorial Claridad, radicada en el barrio. Fue
un movimiento cultural de vanguardia abiertamente enrolado en la izquierda que,
según opina Ruiz no eran habitués de peñas ni de despachos de bebidas, acordes con las
posturas de sus filiación política.
¿Cómo se trasforma en mito fundacional boedense
un grupo que sólo duró cuatro años, que sólo uno y medio estuvo radicado en Boedo
y cuyos integrantes no eran del barrio ni paraban en él?
Ruiz sostiene que la reivindicación del Grupo
de Boedo tiene su origen en la década de 1950, “en la nueva crítica nucleada en la
revista ‘Contorno’ de los hermanos Viñas y en otros referentes académicos. A
partir de ese momento tomó vuelo y generó muchísimas páginas la ‘polémica
Florida-Boedo’, delimitando posiciones políticas en ese momento histórico a
través de una clara apropiación simbólica”.
El tercer elemento, es la Peña Pacha-Camac
fundada por José González Castillo en 1932 y que extendió su vida, con altibajos, hasta
la década de 1950. A
diferencia del Grupo Boedo, la Peña (como la otra creación de
González Castillo, la
Universidad Popular de Boedo) no pretendía ser un grupo de
vanguardia. “Era una institución barrial integrada por gente del barrio y su
misión estaba centrada en lo que hoy llamaríamos ‘educación permanente’ y que
era, con otros términos, uno de los pilares del pensamiento anarco comunista
(como lo era González Castillo y muchos de sus seguidores)”.
Por otro lado nuestro entrevistado considera
que una de las causas identificables de que estos dos movimientos de sesgo “intelectual”
se hayan incorporado al imaginario barrial ha sido la actividad durante más de veinte
años de la Junta de Estudios Históricos local,
especialmente en el caso de la Peña, ya que el
Grupo de Boedo ha merecido la atención que le brindó el campo intelectual en general.
Por último considera que la generación poética vinculada al tango, de los años
40, habría creado una mitología de los barrios del sur.
barrio – en su mayoría–- adhieren a un pasado
de luchas”.
Leonardo Busquet (autor, periodista y locutor.
54 años) se refiere el recuerdo de los memoriosos que aún quedan, aunque advierte que
el imaginario popular es “aquello que sucedió y lo que nosotros creemos que sucedió”, valorando los importantes cambios que
las ricas experiencias actuales han producido
en Boedo.
Ildefonso Pereyra (pertenece a varias
asociaciones. Es el creador de la Unión de Orquestas Típicas- UOT) dice que Boedo se fue
construyendo en el imaginario barrial a partir de los primeros años del siglo XX, y considera
que pudo resistir los embates del
autoritarismo. “Es la imagen de un
emprendedor cultural, de un socialista tradicional, de una persona luchadora y
difícil de convencer con argumentos banales. Sin dudas pareciera que el terreno
simbólico convertido en tradición obliga o empuja a los que trabajamos en este presente”.
Josefina C. (docente, 61 años, pertenece a
varias instituciones) sugiere que lo más importante de la transmisión del pasado de
Boedo, no son los acontecimientos sino la pasión y la convicción de que es posible
realizar acciones culturales transformadoras en
el barrio. Esto hace pensar sobre las
responsabilidades de los adultos respecto de las generaciones jóvenes, tal como decía Hannah
Arendt.
RESPECTO DE LOS
APORTES DE LA
MOVIDA CULTURAL ACTUAL EN EL IMAGINARIO
Ameztoy considera que en los últimos años la
constitución de la Red de Cultura de Boedo ha dado un notable impulso a las
actividades barriales. “De aquí surge la Comisión Todos por la Plaza de Boedo que ha
luchado hasta conseguir el por tantos
años esperado espacio verde para el barrio”, y que impulsa además “el proyecto Ecomuseo participativo barrial, un espacio
para la interrelación vecinal, la comunicación social y la memoria, entendida esta
última como conjunción de pasado,
presente y futuro.
Bellocchio dice que
“las acciones institucionales contemporáneas
realimentan el impulso solidario, acrecientan la participación vecinal y son un
ariete en la lucha contra el individualismo, cabeza de playa del desembarco
neoliberal”.
En la ponencia presentada (Ferrentino, 2008)
se definía el proceso que llevó a la creación y desarrollo de la Red de Cultura del
Barrio de Boedo, como el paso de la “Colección al colectivo”, en tanto de los
deseos caóticos de muchas agrupaciones con distintos objetivos y tendencias, se ha
logrado un funcionamiento armonioso y
muchísimas manifestaciones culturales y de
intervención barrial como la obtención de una plaza y la instalación de la Semana
barrial.
Josefina nos habla de los riesgos que hoy
corren los jóvenes tanto por la influencia negativa de antivalores que los rodean, como
por los vaticinios que les auguran que por primera vez van a tener enfermedades que no
heredaron, que son nuevas, producidas
por el mal trato del medio ambiente. “En
ese contexto de maltrato que los grupos culturales vayan a dejar algo que pueda
repercutir en ellos de manera favorable, no es poca cosa”. Consideramos que retomando la herencia de los antepasados
culturales, “fomentar acciones conjuntas, solidarias,
de cooperación que se muestren eficientes para logros en pos del bien común”, es la mejor tradición que podemos dejar.
“Acá las organizaciones no esperaron del
gobierno e incluso lo superaron, autogestionan acciones a rescatar la identidad
y bienes de la cultural barrial”. Y se constituyen en organizaciones barriales con
identidad propia: deportivas, musicales, de y para distintas franjas etarias.
Por ejemplo, comenta, Baires Popular intenta
cubrir distintos aspectos de la cultura: literatura, plástica, música. Otros,
dice, “toman específicamente la música ciudadana con orquestas juveniles y
además de nuclear conjuntos noveles de gran calidad promueven espacios de
participación comunitaria en el territorio barrial, como bailes callejeros,
mateadas”.
Asimismo consultamos los Manifiestos
fundacionales de muchas de las instituciones que conforman la Red. Sólo para mencionar
unas pocas: Baires
Popular “es
un grupo cultural que reúne varias asociaciones […] y a un conjunto de mujeres y hombres de diversos
campos de la cultura […] Intentamos revivir con nuevas propuestas la mística de
otros tiempos […] en un esfuerzo común para revitalizar lo mejor de nuestra
cultura popular y rescatar la memoria social. ‘Juntos por la identidad’ es
nuestro lema porque nada de lo que aquí y ahora ocurre, por pequeño que
parezca, nos es ajeno”.
Todos por la Plaza […] serán sus propósitos,
sin fines de lucro: Propiciar, defender y motivar la concreción de la obra de la Plaza
de Boedo […]. difundir y preservar el patrimonio cultural tangible e intangible de la futura Plaza de Boedo
y su zona circundante […] Desarrollar acciones de
difusión de derechos. Promover la
solidaridad, el respeto, los valores y los Derechos
Humanos.
Por otro lado nos interesó tener un panorama
más amplio de las opiniones de los vecinos y acudimos a encuestas para lograr un
mayor alcance en la comunidad.
Para esto acudimos a las encuestas
(constituyen una primera muestra piloto exploratoria que tendrán una frecuencia anual) que realizó la socióloga Virginia
Ameztoy , inspiradora del Ecomuseo, que es uno de los
proyectos que se desarrollan dentro de la
Comisión cultural
ambiental Todos por la Plaza de Boedo.
Se decidió realizar un sondeo entre público
asistente a diversas actividades del barrio y se puso énfasis en conocer el tipo de público
y en averiguar su opinión acerca de la oferta cultural y del proyecto Ecomuseo
participativo barrial.
La recolección de datos se realizó mediante
cuestionarios (más de 300) autoadministrados en diez diferentes instituciones
sociales y culturales del barrio.
En la Muestra Piloto Ecomuseo
participativo barrial, los resultados de la variable pertenencia barrial fueron los siguientes: los primeros puestos
fueron: 24% para los que viven hace más de diez años y 22% para los que
nacieron y siguen viviendo en el barrio,
pero sorprendió que la categoría no vive en
Boedo pero asiste a actividades culturales obtuvo el 20%, lo que parecería indicar el
interés cultural que despierta Boedo. El estudio arrojó un resultado muy
satisfactorio en cuanto al interés demostrado hacia el
proyecto Ecomuseo. Las opiniones y sugerencias
ofrecen un interesante material para tener en cuenta respecto a las actividades a
realizarse en ese espacio. Si bien las opciones (se podía elegir más de una) más
señaladas fueron teatro (61%), espectáculos musicales (59.6%) y cine (55%) todas las categorías fueron muy
votadas con
variaciones según los grupos etarios. Pero sobre todo por la participación y
seriedad con que fue respondido el cuestionario y
por las excelentes sugerencias y opiniones del
público. Como cierre mencionamos dos de ellas: Que los vecinos se conozcan y
autodescubran sus posibilidades creativas. (Mujer, 77 años). La
democracia debe nacer en comunidades vecinales para poder crecer y ser
auténtica. (Varón, 80 años).
Para cerrar esta exposición vamos a referir
una experiencia que es casi un experimento de laboratorio. Las construcciones simbólicas
y el espacio-temporal suelen entrecruzarse; y en este caso resultaron
inspiradores.
El dueño del Café “Margot” del barrio de
Boedo, que es uno de los ‘cafés notables’ de Buenos Aires, le había colocado ese nombre que
tenía ciertas resonancias de cocotte tangueras y porteñas, pero no habiendo una
Margot histórica, una de las asociaciones de la Red –Baires Popular – cuyo
reducto habitual es ese bar, y unos de sus objetivos promover y democratizar actividades artísticas,
se propuso, dar una vuelta de tuerca, y a través de diversas acciones forzar una
construcción simbólica, “la creación mítica de Margot”.
Para esto se realizó un concurso literario con
esa propuesta, donde se recibieron más de 150 trabajos. La asociación, que además
tiene una Mesa de Publicaciones instalada en la vereda del café mencionado los
sábados al mediodía, se encargó de editar los tres primeros premios. Para
reforzar la ‘presencia de Margot’, en el interior se expone un transparente con
un dibujo de su supuesta imagen y tres objetos: una boina a la francesa, un
guante de cabritilla blanca y un cuellito de guipiur. Hobsbawn y Giddens,
estarían contentos de esta invención plenamente intencional de
“una tradición”.
CONCLUSIONES
Así pues, como decíamos al principio, el
imaginario popular ha efectuado una apropiación simbólica de elementos de su
pasado barrial en un proceso de resignificación que no ha concluido, sino que
se reelabora permanentemente. Y creemos que este importante patrimonio simbólico es
una de las causales de que exista en la
actualidad, en Boedo, un movimiento cultural
polifacético como no existe en otros barrios.
Aclaremos que es una de las causas, que
siempre son múltiples y complejas. Barrios con situaciones parecidas no tuvieron la misma
evolución; La Boca tiene un pasado y una tradición política y cultural quizás más
vastos que los de Boedo, pero su actual
movimiento cultural está atomizado en una
serie de beneméritas instituciones (algunas más que centenarias) que intentan actualmente
aunar esfuerzos para llegar masivamente a los vecinos. Pero, dice Diego Ruiz , la Boca sufrió un
proceso de cambio en su
composición demográfica a partir de la década
de 1960, así como de retroceso económico a partir de la desactivación del
Riachuelo como puerto auxiliar que la ha llevado a constituir una zona de gravísimo
riesgo social, lo que no ocurrió con Boedo, que sigue siendo un barrio de clase media y
con un índice bastante alto de población longeva que conserva memorias y tradiciones de
ese pasado mítico.
Si coincidimos con Certeau en que “en el
decir se construye”, la creación artística, el cine y las producciones literarias posteriores
a los fenómenos históricos, reforzaron sensiblemente el imaginario social, como ya se
ha dicho.
Asimismo como dicen Peter Berger y Thomas
Luckmann (1989:84) la realidad del mundo social adquiere mayor masividad en el
curso de su transmisión. Sin embargo,esta realidad es histórica y las nuevas
generaciones la reciben como tradición, más que como recuerdo biográfico.
“Dios los cría y el viento los amontona”, reza
un viejo refrán. Y lo que parece común a todas las asociaciones actuales es la
convicción de que si fue posible en otra época, es posible hoy.
Un barrio moviéndose no deja indiferente a
nadie. Esa situación se puede comunicar al resto de la ciudad, incluso a gobiernos, que
no propiciarían este tipo de acciones, pero que terminan queriendo ser parte de esa
movida, en tanto perciben y descubren las ventajas para la promoción del barrio y del
turismo, aún sabiendo que no cuentan con muchos votos entre los vecinos.
Lo que uno cree en su fuero interno, es el
imaginario de muchos que hoy son actores o sujetos de acciones que aún perciben el
espacio como manteniendo viva la impronta de los tiempos de oro. En los tiempos de oro: ¿todo
era oro? ¿La mayoría de sus habitantes participaban de esas glorias o fueron
grupos reducidos y en tiempos acotados, los que nos trasmitieron su pasión?
Sea una u otra la respuesta, el imaginario
social fue tan fuerte que hizo que los actores actuales se propongan abordar y redoblar la apuesta. Hoy los
derechos se han ampliado, estás más claros o asumidos en la
conciencia de mucha gente, por lo cual sería impensable que no se intentara
incluirlos en los proyectos de las organizaciones y los gobiernos. Es el caso, por ejemplo, de
franjas etarias como la niñez y la vejez que estaban diluidas en el paisaje de la familia y
lo social sin considerar que son sujetos de derechos particulares o propios o de la
consideración de minorías o sectores
subalternos.
Para valorar plenamente el efecto ‘sanador’ de
la movida cultural, producto de las diversas asociaciones que hoy forman parte de
la Red hay que recordar que comenzó en un momento sumamente crítico: la crisis
económica del año 2001 que atravesó el
continente pero que produjo un incendio social
en Buenos Aires. Fue la época de los ‘cacerolazos’ y el ‘que se vayan todos’ en
referencia a los representantes políticos, los golpes en las vidriera de los bancos que
tuvieron que rodearse de paredes de metal para
protegerse de la furia de quienes quedaron
atrapados en el ‘corralito’ que les impedía usar sus propios ahorros. También en otros
barrios aparecieron asociaciones autoconvocadas, pero casi ninguna logró
sortear los sectarismos o pudo alcanzar consensos como ocurrió en Boedo, en
donde la participación se amplió con decenas de instituciones barriales
públicas y privadas ligadas a la actividad social, cultural, deportiva,
artística: clubes barriales, centros culturales, escuelas de enseñanza de
artes, asambleas vecinales, bibliotecas, centros de jubilados, asociaciones de
historiadores, asociaciones de músicos, grupos de teatro comunitarios,
formaciones musicales, grupos de ballet, artesanos, artistas plásticos,
teatros, periódicos barriales, cafés culturales, comedores comunitarios, grupos
de asistencia social, etc. Dice Claudia Ferrentino: “Como puede suponerse,
se constituyó un espacio muy amplio, marcadamente variado, bastante
heterogéneo, notablemente diverso, absolutamente inédito a nivel local y,
fundamentalmente, incomparable con
cualquier otra experiencia similar”.
Dos logros de intervención barrial: la Plaza
para Boedo, único barrio en Buenos Aires que no tiene ninguna, y la instalación y
celebración de la Semana de Boedo, plena de festejos y ofertas culturales, son algunos de
los resultados palpables de la fecundidad de la cooperación.
Pareciera rondar alguna profecía autocumplida,
un intento de crear un Pigmalión colectivo con la convicción de que es posible
revivir el viejo imaginario que poetas, artistas y escritores crearon, en el sentido
de que este espacio era y es, privilegiado, para trasmitir esos valores de solidaridad,
cooperación y desarrollo cultural.
Siendo nuestras reflexiones más intuiciones
que certezas, nos hemos propuesto plantear a la comunidad una serie de interrogantes, más
que respuestas.
______
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