(De Daniel Giribaldi)
De tanto haberlas campaneado en prosa,
hoy se me dan en verso las fachadas
de tus sacas jovatas, enrejadas
con berretín de Asilo o de Juiciosa.
La luna se plantó en una baldosa
para echarse a brillar y, de amargadas,
la borraron, sin verla, mis pisadas.
Por Perú y Carlos Calvo fue la cosa…
Calá: de mis pisadas asesinas
brota un malvón. ¿Porque te campaneo
en prosa y te hacés verso en tus esquinas?
¿O porque es todo un vivo macaneo?
Pisando lunas o enrejando ruinas,
quemamos un igual destino reo.
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Imagen: La casa mínima. (Foto tomada del sitio: monografias.com)