(De Iván Diez)
Araca, Chacarita:
sos barrio que empilchás siempre de negro.
Tiene cuerdas de lágrimas tu viola;
seis cuerdas donde chivan los que fueron.
Quebrás el metejón y los engrupes;
de todo berretín sos el veneno.
¡Cuántos fiambres se meten en tus rúas,
buscando la catrera pa’sus huesos!...
Uno quiere olvidarse de que vive
y de pronto ¡San Dio! fajás el pesto.
¡Qué de cosas los fúnebres chimentan
al pasar cerca nuestro!...
Ligamos, al manyar una carroza,
la fulera emoción de ese misterio:
nos volvemos filósofos
y comienza a patearnos el Silencio.
El coco yira y yira;
tallamos en Amleto.
La visión de la Muerte nos arruga
y sentimos un nudo en el garguero.
Oíme, Chacarita:
cuando juno la sombra de un cortejo,
yo no sé, pero el cuore se hace torta,
pidiéndome dos guitas de refuerzo.
Del alma se despega una parola;
me sangra el pensamiento.
Y en el chau que le tiro al que sonado,
va de pie mi tristeza de gran reo.
¡Qué biaba de crespones!...
Qué música de ruegos…
(Chacarita, batime, francamente:
¿yo también cantaré para el carnero?)
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Imagen: Mausoleo de Carlos Gardel.