(De Noemí Majluf)
Parque Chas es un barrio singular y misterioso para los que no lo habitan. Fundado como una nueva configuración urbana, fue un producto novedoso y atípico. Un sitio de características diferentes que violó el orden urbano inscripto en la cuadrícula de la ciudad. Conocido también como “el laberinto de Buenos Aires”, nació en 1925 con un trazado que representaba la vanguardia de los postulados del urbanismo inglés de ciudad-jardín. Tal vez sea por eso que la nomenclatura de muchas de sus calles son nombres de ciudades europeas.
Su principal peculiaridad es que muchas de sus calles son curvas, por lo que andando por una de ellas se puede llegar al punto de partida sin advertirlo, como si se tratara de un juego urbano ingenioso con un circuito delirante. En él podemos encontrarnos con la esquina de Bauness y Bauness; con Berlín, una calle totalmente circular; con pasajes incoherentes y con calles que cambian varias veces de nombre. En su historia de 83 años (1), recién en 2005 volvió a adquirir su status de barrio de la ciudad.
Anteriormente gozó de esa condición tan sólo por seis meses, debido a que en 1976 el intendente de facto Osvaldo Cacciatore se la quitó y pasó a ser parte de Agronomía.
Es un típico barrio de clase media con calles muy tranquilas. Todavía en él se mantiene viva la deliciosa vida de barrio; los chicos juegan en las veredas y puede escucharse el canto de los pájaros. Al recorrerlo podemos ver pasajes muy angostos con pequeñas veredas, calles y avenidas por las que circula muy poco tránsito.
La existencia, en su centro histórico, de una serie de calles curvas y elípticas le otorga al visitante la sensación de una trama circular y laberíntica; de allí el mito de que es casi imposible pasar sin perderse. Verde no le falta, en él hay cinco plazas. Hermosos espacios verdes inteligentemente distribuidos, con importantes y variados ejemplares arbóreos, espacios con juegos infantiles y canchitas de fútbol.
Posee una escuela primaria pública –Nº 27 D.E. 15 “Petronila González"– proyectada de acuerdo con los conceptos de modernidad e higiene de principios del siglo XX, templos de diferentes religiones y dos clubes. También contaba con un cine familiar, el “Parque Chas”, en la avenida Triunvirato esquina Gándara, del que sólo queda la fachada de su piso superior, sobre los comercios que hoy ocupan el predio.
Muchos de los que vivimos aquí no nos atrevemos a declarar nuestra procedencia, sin planito de por medio, debido a que su diseño radiocéntrico llama la atención del visitante y dificulta la orientación. Al abordar un taxi es común que el conductor evada la responsabilidad de orientarse en el laberinto y solicite que le indiquemos cómo llegar al destino y también cómo salir hacia la periferia. Íntimamente los vecinos disfrutamos de eso.
EL CAMPO EN LA CIUDAD
El crecimiento de Buenos Aires fue espectacular entre 1895 y 1914. Entre los elementos que contribuyeron a transformar la ciudad en una urbe moderna se destacan la pavimentación de las calles, la construcción de avenidas y paseos públicos y la instalación de una red de tranvías eléctricos que comunicaba el centro con los barrios periféricos. En éstos se podía apreciar las áreas labradas y cultivadas con verduras y frutales, los alfalfares y hornos de ladrillo, los molinos y aljibes, los senderos con lagunas formadas en depresiones de los terrenos. Además, el contraste social era notable: los sectores más acomodados vivían en opulentas mansiones, mientras que los sectores populares en conventillos, en cuartos con escasa luz, poco aire, baños insuficientes y pagando elevados alquileres. En estas circunstancias los trabajadores trataban de ahorrar y construir su casa en algunos de los barrios alejados del centro.
Fue así como estas zonas fueron habitadas por familias obreras e inmigrantes que, como mis abuelos Luis y Gumersinda, encontraron en Parque Chas un lugar donde vivir.
Parque Chas parecía predisponerse en la década de 1920 a ser puro campo. Pero la decidida acción de los pobladores, ejerciendo inusitada presión sobre los funcionarios municipales y sobre el doctor Vicente Chas, propietario de los terrenos, fue el motor que produjo un cambio radical de la zona y su urbanización, que derivó en esta pintoresca “isla” dentro de la ciudad. Los vecinos, nucleados en sociedades de fomento, realizaron una gran variedad de acciones y fue así como lograron mejorar, progresivamente, las condiciones de habitabilidad del barrio. Del otro lado de una de las avenidas que lo limitan, Avenida de Los Incas, está la casa de mi abuelo paterno, el inmigrante, en la que mi padre pasó su niñez y juventud viviendo la evolución de la zona; a metros de esa casa nací y crecí yo, y luego de unos años de ausencia, siendo una joven mamá de tres niños, volví al barrio para instalarme con mi familia. Parque Chas es parte de mi historia y yo formo parte de la historia de este lugar tan original y pintoresco que tiene Buenos Aires y con el que me siento fuertemente identificada.
Fue mi papá, Vicente, quien me contaba historias sobre el barrio, y sus dichos hoy se mezclan con todo lo leído y escuchado sobre este atractivo laberinto. Su pasión, el fútbol, lo llevó a jugar en varios clubes de la zona como Newell’s y Almagro, cuya cancha y sede se encontraban en lo que hoy es Parque Chas.
Él me habló de las enormes y humeantes chimeneas de los hornos de ladrillo. De la laguna que se formaba en el cruce de Triunvirato y Pampa y lo difícil que resultaba cruzarla, especialmente después de los días de lluvia. De las pintorescas jornadas de remates en que se instalaban carpas para realizar el loteo de los terrenos… Barrio “Parque Chas”, indudablemente denominado así por la incidencia del urbanismo post 1900, con seguridad se hubiera llamado “Villa Chas” si hubiera nacido en los tiempos finiseculares.
ESTÉTICA NOVEDOSA
Don Vicente Chas se oponía a subdividir su propiedad y las críticas lo acorralaban por considerar que no permitía el avance de la urbanización. Sus tierras, que se encontraban aprisionadas entre Villa Urquiza y el Parque Agronomía, mantenían viva la ambigüedad ciudad-campo, hasta que en 1925 decidió subdividir y lotear el lugar. Para la delineación del nuevo barrio contrató a los ingenieros Ferhner y Guerrico, quienes buscando un mayor aprovechamiento del terreno combinaron la propuesta radiocéntrica con el amanzanamiento tradicional, diseñando originales cruces con calles curvas, elípticas y angostas. Esta nueva manera de manejar el espacio urbano generó un lugar con una estética novedosa, distinta, de verdadero interés en la ciudad. Es innegable el cordón histórico que une a Parque Chas con Villa Urquiza, el centro comercial más cercano. Pero en estos últimos tiempos la cosa está cambiando. Con la llegada de la Línea B del subte, la esquina de Triunvirato y Avenida de Los Incas perdió su característica tranquilidad. Hoy allí se puede apreciar el tránsito de muchísimas personas como de vehículos y esto trae aparejada la habilitación de comercios de todo tipo. Parque Chas es residencial, una cueva de tranquilidad, un oasis en la ciudad. Un pueblo donde los vecinos se conocen y los niños juegan en sus plazas y veredas.
En su interior no hay negocios, ni avenidas ruidosas por las que transitan colectivos, pero barrios vecinos como Villa Urquiza, están sufriendo grandes transformaciones debido al avance impetuoso de la “modernización”. Se ven desaparecer hermosas casonas y aparecer en su lugar, en poco tiempo, enormes edificios. En el barrio-laberinto no se puede construir torres, pero en sus alrededores se multiplican sin fin. Cabe preguntarse si Parque Chas no terminará cercada por ellas.
Parque Chas se presta para elaborar cualquier fantasía, por más disparatada que ésta sea. Sin duda lo que más atrae es su misterio y es por eso, quizá, uno de los rincones de Buenos Aires que más mitos y leyendas ha generado. No es casual que la literatura haya tomado a Parque Chas como un escenario de historietas, cuentos y novelas. Parque Chas, laberinto y mito. No sólo atrapa por sus calles complejas sino por su belleza y su gente.
Es un barrio lleno de historias por descubrir. Un sitio de casas bajas que urbanistas admiran y taxistas temen. Parque Chas, un barrio inspirado en los barrios-parque de las principales capitales europeas, tal vez formó parte de la utopía del barrio ideal.
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(1) Esta nota fue escrita en 2008 (N.de la R.).
Imagen: Las calles circulares -su centro "histórico"- en el barrio de Parque Chas (De la guía Filcar, edición 2005)
Material tomado del periódico El barrio, septiembre de 2008.