14 sept 2011

El Bajo Flores, barriada porteña


(De Ángel O. Prignano)           

Hacia el Sur de Flores, luego de trasponerse la avenida Eva Perón, entre Carabobo y Lacarra, aproximadamente, se extiende una populosa barriada que desde antaño es conocida como "el Bajo Flores" y su historia se remonta a los orígenes mismos de Buenos Aires.
Los dos caminos más antiguos que lo atravesaron devinieron en las actuales avenidas Eva Perón y Varela, cuyas trazas encontramos ya en viejas mensuras de chacras y en el plano de Buenos Aires confeccionado por Adolfo Sourdeaux a mediados del siglo XIX. El primero lo cruzaba de oeste a este y tuvo las siguientes denominaciones: Camino que viene de los Tapiales por la Pólvora de Flores para la Ciudad, Camino de Campana, Camino del Palomar, Av. Campana, Avenida del Trabajo, Av. Quirno Costa, nuevamente Av. del Trabajo y, últimamente, Eva Perón. La actual Varela, que lo cruza de norte a sur, tiene este nombre desde 1893 y anteriormente tuvo dos denominaciones: Camino al Cementerio y Libertad.
Buenos Aires creció y fue expandiéndose hacia los suburbios a través del ferrocarril y las líneas tranviarias. El Ferrocarril del Oeste y los tranvías de La Capital y la Compañía Anglo Argentina fueron principales protagonistas del desarrollo urbano de Flores. Las nuevas construcciones de viviendas se concretaban al amparo de las vías tranviarias, hasta ocho o diez cuadras a ambos lados de ellas. La avenida Campana, por ejemplo, fue una valla infranqueable para esas edificaciones hacia el sur, situación que se mantuvo hasta la aparición de los tranvías Nros. 49 y 83 del Anglo.
La construcción, en 1925, del Barrio Varela de viviendas económicas, que tomó parte de la antigua quinta Santa Clara (Varela, Eva Perón, Bonorino y Santander) también contribuyó en grado sumo al progreso de toda la zona sur de Flores. A partir de entonces, los agrimensores comenzaron a parcelar las quintas que aún permanecían indivisas y los numerosos lotes resultantes fueron vendidos a muy largos plazos en sucesivos remates.
La imprevisión de los más elementales obras de drenaje por parte de los especuladores en tierras puso a los compradores de terrenos en situaciones verdaderamente dramáticas, sobre todo en épocas de lluvias abundantes, ya que la zona era recorrida por numerosos torrentes que buscaban en el bañado su natural reposo. Por ello, los nuevos vecinos no tuvieron otra alternativa que elaborar rápidas soluciones, lo que en definitiva promovió la solidaridad entre ellos. Lo más prudente fue que, antes de construir sus casas, rellenaran los terrenos con tierras traídas de otra parte, aunque en numerosas ocasiones utilizaron las cenizas provenientes de la quema de basuras. Los más desaprensivos, en cambio, echaron mano a la propia basura sin incinerar. De allí el hundimiento de veredas y las peligrosas rajaduras e inclinaciones de algunas casas del barrio que aún hoy se pueden observar.
Los primeros medios de transporte de pasajeros que comunicaron a los pobladores del Bajo Flores con el resto de la ciudad fueron modestos breques y desvencijadas victorias que acercaban a la gente al cementerio. Luego, a partir de 1913, la Compañía Anglo Argentina hizo circular el tranvía N° 49 entre la mencionada necrópolis y la plaza Primera Junta. Su traza se originó en una línea carguera que llevaba las tierras provenientes de la construcción del túnel del actual subte "A" a la zona del bañado que se ubicaba, precisamente, detrás del cementerio de Flores. En 1923, la misma compañía inauguró la línea de tranvías N° 83, que comunicó al barrio con Villa del Parque. Al año siguiente, un señor de apellido Parrilla hizo circular un servicio de ómnibus por San Pedrito, desde Rivadavia hasta Campana (Eva Perón).
Por decreto del 25 de noviembre de 1961 se dispuso la supresión del tranvía en Buenos Aires, por lo que funcionaron solamente un año más. Sin embargo, veinticinco años más tarde habría de volver con otra denominación: Premetro. Y lo hará desde el Bajo Flores pues, luego de algunos servicios de carácter experimental, el 27 de agosto de 1987 fue habilitado formalmente para circular entre la plaza de los Virreyes (Av. Eva Perón y Lafuente) y Villa Lugano.
El hospital Parmenio Piñero fue inaugurado en Varela 1301, el 9 de septiembre de 1917. Su primer director fue el doctor Ricardo Spurr, quien también estaba al frente de uno de los servicios de cirugía. Los doctores Spurr y  Del Valle, este último a cargo de otro servicio similar, fueron los que adquirieron el primer instrumental para las salas de operaciones.
Cabe aclarar que Parmenio Teódulo Piñero, tales sus nombres y apellido, no era médico ni nada que se le pareciera, como algunos creen. Tampoco dueño de las tierras donde se construyó el hospital, como también suele escucharse decir. Fue, simplemente, un hombre de fortuna y dueño de varias propiedades, entre ellas una quinta en condominio con su hermano, donde posteriormente se construyó el actual Parque del Centenario.
Fue su voluntad que, a su muerte, el producto de la venta de sus propiedades (exceptuadas las tierras antedichas y una colección de cuadros donada al Museo de Bellas Artes) y el remanente de su dinero efectivo, títulos y valores, una vez satisfechas las cesiones dispuestas en su testamento, fueran destinados a la construcción de un hospital que debía llevar su nombre. Repetimos: no hay tal doctor Parmenio Piñero ni tierras de su propiedad en el Bajo Flores.
La feligresía católica del barrio cumple sus preceptos religiosos en la Parroquia Santa Clara, cuyo templo se levanta en Zuviría 2631. Fue inaugurado el 13 de diciembre de 1930 y tuvo como antecedente inmediato al Oratorio Festivo San José, ubicado en el 3148 de la misma calle.
La ubicación actual del cementerio de Flores (Balbastro, Varela, Castañares y Lafuente) es la tercera después de Rivera Indarte entre Rivadavia y Ramón Falcón (camposanto de la primitiva iglesia) y Varela entre Remedios y Tandil, hoy sede de un corralón del Ente de Higiene Pública del GCBA. Su habilitación en el Bajo Flores data del siglo pasado, más precisamente del 9 de abril de 1867, cuando fue sepultado el cadáver de la niña Elena Bergallo. Al año siguiente, se levantaría la blanca bóveda donde descansan los restos mortales de la familia Flores, fundadores del pueblo.
La Sociedad de Fomento Mariano Acosta, que en la actualidad tiene su sede social en el 1544 de la arteria homónima, comenzó sus actividades a fines de la década de 1920 y es la más antigua de las que se tienen noticias en el barrio. Fue fundada el 12 de octubre de 1929 con el nombre de Domingo Faustino Sarmiento en Lafuente 1229, domicilio de la familia Rotger, propietaria de un recordado corralón de materiales para la construcción en ese mismo lugar.
El establecimiento de enseñanza primaria más antiguo que se ha podido rastrear corresponde a la actual Escuela N° 13 del Distrito Escolar XI "Francisca Jacques". Se inició el 2 de octubre de 1913 como Escuela Infantil N° 26 del Consejo Escolar VI en Carabobo 1425. En nuestros días ocupa el edificio de Lautaro 1440.
La Usina Incineradora de Basuras, todo un símbolo del Bajo Flores, comenzó a funcionar en abril de 1928 en San Pedrito 1489. Los carros y chatas municipales confluyeron en ese lugar por casi medio siglo para dejar la recolección de los desechos domiciliarios que diariamente recogían en todo el oeste porteño. Sobre la calle Lafuente, entre tanto, se abría un gran portón de hierro para dejar salir una simpática maquinita a vapor que arrastraba tres o cuatro vagonetas volcables. Circulaban sobre rieles decauville desmontables para alejar las cenizas y escorias resultantes de la cremación de las basuras hacia las áreas más bajas del bañado. Esta quema de Flores, como era conocida popularmente, fue desactivada en 1976 y demolida poco tiempo después.
La zona del bañado, aquella que se extendía por detrás del cementerio, hasta no hace muchos años se mantuvo virgen, en estado casi paradisíaco, con lagunas, riachos y una flora y fauna silvestres increíbles. Todo aquel vergel fue degradándose progresivamente debido a la incontenible invasión de la basura, que fue avanzando desde Parque de los Patricios y Nueva Pompeya, hasta Villa Soldati, Lugano y el Bajo Flores. Con el correr del tiempo, el lugar se transformó en un inmenso muladar recorrido por hombres, mujeres y niños que encontraban en ese sitio el modo de ganarse el sustento. Muchos vivían allí mismo, en precarias chozas que construían con la propia basura que diariamente arrojaban los carros municipales. Inmediatamente después de que las chatas recolectoras volcaban su maloliente carga, comenzaba el cirujeo. Y un enjambre de individuos de aspecto miserable trataba de recuperar todo lo que podían vender, dar nuevo uso o comer. Uno de los últimos vaciaderos de basura y quema al aire libre que tuvo Buenos Aires se localizaba, precisamente, por detrás del cementerio de Flores, en un campo cruzado por la calle Lafuente y las vías del ramal al Riachuelo del Ferrocarril Oeste (actual avenida Perito Moreno).
Pero todo aquello terminó. Ahora, en ese territorio abundan los campos deportivos de numerosas instituciones que han obtenido esas tierras recuperadas al bañado. Hasta el club San Lorenzo construyó allí su estadio Nuevo Gasómetro, oficialmente denominado Pedro Bidegain. Pero aún subsisten zonas marginales donde se asentaron numerosas villas miseria.
La zona más próxima a los antiguos caminos de Campana y al Cementerio (hoy avenidas Eva Perón y Varela, respectivamente) cuya urbanización comenzó cuando finalizaba el primer cuarto del siglo pasado y se afianzó sostenidamente en los años treinta, agrupó el mayor conglomerado de viviendas.
Así, el Bajo Flores es hoy una barriada más de Buenos Aires, con un centro comercial y social de importancia localizado en la avenida Varela, entre Eva Perón y Asamblea; con esquinas tradicionales y muy queridas por los vecinos, como Eva Perón y Varela o Eva Perón y Mariano Acosta. Una barriada más, con su propia geografía, su particular historia y su cálida gente.
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Imagen:  Esquina de Eva Perón y Varela en 1946.