21 mar 2014

El Tótem canadiense



(De Miguel Ruffo)

En los últimos años mucho se ha hablado y escrito acerca de los pueblos originarios; sin embargo hemos asistido poco tiempo atrás al cercenamiento de uno de los pocos testimonios escultóricos que a ellos remite: nos referimos al Tótem canadiense inaugurado en septiembre de 1964 en la plaza Canadá en la zona de Retiro. Había sido realizado por tallistas indígenas de la cultura Kwakiutl de la isla de Vancouver en Canadá. La embajada de ese país le dio a la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires las instrucciones precisas por medio de las cuales debía conservarse el monumento. Sin embargo, esas recomendaciones no fueron seguidas por las sucesivas autoridades municipales. Finalmente en 2008 el gobierno de Mauricio Macri determinó que el Tótem sería removido para su restauración. Fue todo un despropósito: fue talado con una motosierra, dividido en pedazos y desguazado. Félix de Álzaga, director de Monumentos y Obras de Arte señaló en 2009 “lamentablemente eso fue lo que hicieron con el tótem…” En 2012 las autoridades porteñas colocaron un nuevo Tótem en la plaza Canadá. Fue realizado en una sola pieza de cedro, tiene 12,9 metros de altura, siendo más pequeño que el original y entre los especialistas que participaron en su construcción en el país del norte, se encontraba Stant Hunt, quien pertenece a la cultura Kwakiutl y es hijo del artista que había tallado el Tótem originario.
¿Qué es un Tótem? Sigmund Freud señalaba “El psicoanálisis nos ha revelado que el animal totémico es, en realidad, una sustitución del padre, hecho con el que se armoniza la contradicción de que estando prohibida su muerte en época normal se celebre como una fiesta su sacrificio y que después de matarlo se lamente y llore su muerte. La actitud afectiva ambivalente, que aún hoy en día caracteriza el complejo paterno en nuestros niños y perdura muchas veces en la vida adulta, se extendería, pues, también el animal totémico considerado como sustitución del padre” (1)
En otras palabras: en las sociedades primitivas, basadas en el principio gentilicio (comunidad de parientes), se reputan como descendientes de un antepasado mítico común, asociado a un  animal. Para Freud en la infancia de la humanidad, los grupos protosociales sólo admitían un macho adulto, el único que tenía acceso a las hembras del grupo; hasta que los machos-hijos jóvenes conspiraron y mataron al macho-adulto-padre y accedieron a las hembras del grupo y para que no se reiterase la historia establecieron el principio del incesto (tabú, lo prohibido), debiendo los jóvenes buscar sus parejas por fuera de la gens o clan del que formaba parte el padre. Para decirlo con otras palabras: la tribu se dividía en gens o clanes y los machos pertenecientes a una gens, debían buscar hembra en las otras gens o clanes. Lo interesante es que ese padre sacrificado se asociaba a un animal. ¿Alguno de los animales del Tótem primitivo, como el águila, el león marino o la nutria marina, representaba a un padre sacrificado? Pero la cuestión no es tan sencilla: si para Freud en la sociedad originaria sólo se admitía un macho adulto; para Engels la transición de la animalidad a la humanidad se desarrolló en un estadio de promiscuidad sexual, en el sentido que no existían limitaciones a las relaciones sexuales recíprocas. Si en las manadas de animales hay un solo macho adulto, en la manada de antropoides que se estaban convirtiendo en hombres, los individuos estaban tan alterados sexualmente que en el grupo se admitía más de un macho adulto. Un animal tan inerme como el antropoide que se estaba convirtiendo en hombre pudo subsistir venciendo el estado de aislamiento del individuo por los lazos comunes de la horda y ello significaba más de un macho adulto  en el grupo social. Se daba la ausencia de celos entre los machos. Para Engels el amor como sentimiento se desarrolló tardíamente en la historia de la humanidad y la selección sexual fue avanzando desde la promiscuidad sexual hasta la familia sindiásmica (monógama) pasando por diversas formas de matrimonios grupales.
En suma, el Tótem canadiense nos está hablando de relaciones parentales, de antepasados, del rol del padre, de los celos o ausencia de ellos y de la metamorfosis en el pensamiento mítico de un hombre en animal totémico.
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 Notas:
1. Freud, Sigmund; “Tótem y Tabú” en “Obras Completas”, Siglo Veintiuno editores, Bs As, 2013, tomo 13, pp. 1837-1838.

Ilustración: el nuevo Tótem emplazado en la plaza Canadá.