(De Luis Alposta)
Y algo que viene a cuento, quizá para complicar un poco más
la cosa, es que las lenguas portuguesa y gallega son muy parecidas, y que al
poseer no pocos vocablos comunes, nos dejan la duda con respecto a sus reales
procedencias. Palabras de origen portugués que nos llegan a través de Brasil, o
palabras de origen gallego que nos llegaron directamente con la inmigración.
Sirvan aquí como
ejemplos las palabras chumbo (revólver,
bala, balazo; en gallego: plomo); calote (estafa, robo, clavo; en gallego: burla o timo) y cafúa (prisión,
calabozo; en gallego: choza de terrones).
Pero además existen
brasileñismos que hemos incorporado, y que son de origen africano, tales como candombe (baile de origen africano /
alboroto, desorden) y batuque, esta última con el significado
de barullo, desorden, bochinche, escándalo.
Muy interesante es la historia del lunfardismo fulo, adjetivo éste que significa
furioso, enojado, o, para decirlo con otros lunfardismos, estar chivo o broncoso. Nos enteramos de que la palabra deriva de fula o fulani, denominación de una etnia
de Africa occidental; hombres de piel bronceada, con cierto tinte
amarillento, muchos de ellos llevados a Brasil. El palidecer ante determinadas
circunstancias dio base a la expresión ficar
fula de raiva, “ponerse pálido de rabia”, y fula o fulo tomó así el
significado de rabioso o furioso, siendo con esa acepción que comenzó a
difundirse entre nosotros.
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Imagen: José Carioca, personaje de Walt Disney que personifica al nativo de Río de Janeiro, Brasil.
Tomado de “Mosaicos porteños”.