(De Miguel Ruffo)
Inaugurado el 24 de noviembre de 1914, el Rosedal de Palermo
se nos presenta como una múltiple combinación de rosas y verdes, de azulejos,
puentes y glorietas y de espíritu poético.
El Parque 3 de Febrero es el espacio verde más importante de
la ciudad de Buenos Aires y el Rosedal forma parte de su verdor. Sobre sus
orígenes, Sonia Berjman y Rosana Di Bello recuerdan: “Se construyó entre el 5
de mayo y el 22 de noviembre de 1914, es decir en escasos seis meses y medio
para una obra complicada y difícil: era el estilo y el tesón de aquellos
paisajistas que legaron el verde y el color de la mayoría de los paseos
porteños”.
La superficie del Rosedal es de 3,4 hectáreas y allí se
plantaron 14.650 rosales de 1189 variedades. Todas ellas estaban catalogadas y
distribuidas según sus colores, “desde el blanco de la nieve al rojo sangre”,
señalan Bergman y Di Bello. Nos encontramos pues frente a una sinfonía de
colores, frente a una decoración moderna, frente al esplendor de las rosas.
La inauguración del Rosedal fue un importante evento en la
historia del paisajismo de Buenos Aires. Los periódicos de la época no dejaron
de cubrir en extensas e ilustradas notas el momento fundacional del Jardín de
las Rosas. Así, La Nación del 22 de noviembre de 1914, en un artículo titulado
“Embellecimiento del Parque 3 de Febrero-El Jardín de las Rosas”, decía: “Entre
ellas figuran las variedades más preciadas, pues se ha querido hacer, no sólo
un jardín que ofreciese atractivos al paseante, sino un lugar que presentase a
los amateurs un amplio campo de estudio. A este efecto, una de las secciones de
la rosería ha sido dedicada a las variedades conseguidas por los floricultores
desde 1912. Y otra sección permitirá la realización de exposiciones en las
cuales los aficionados al cultivo de las rosas podrán exhibir sus ejemplares”.
Por su parte, La Prensa manifestaba: “(...) el Parque de Palermo añade un
cuadro de floricultura realmente valioso a los que adornan el extenso Paseo del
Norte, a la vez que decora el vistoso paisaje con la nota policroma de su
profusa variedad de rosas dispuestas en artística combinación de colores entre
las que figuran todas las gradaciones del matiz, desde la encendida púrpura de
la llamada rosa de fuego hasta el blanco impoluto de las camelias. La Dirección
de Paseos ha necesitado mucho tiempo y prolijos cuidados para reunir y
conservar los centenares de gajos adquiridos en diversos países de Europa y
América, aunque muchas de las especies son oriundas de otros continentes”. Todo
ello nos revela la universalidad del Rosedal.
Con la creación de este espacio, la ciudad de Buenos Aires
cubría una ausencia en su paisajismo y se ponía junto a aquellas ciudades que
en Europa ya contaban con jardines de rosas.
El evento inaugural estuvo a cargo de la Sociedad de las
Damas de Caridad, quienes organizaron una kermés en la que las rifas se
alternaban con proyecciones de cine y funciones de títeres. Como colorida nota
al margen, podemos agregar que, el día en que el Rosedal se abre al público, se
dan de la mano el cine, una forma artística propia del siglo XX que había
nacido como un espectáculo de ferias, y los títeres, que nos proyectan a las
ferias de la medievalidad europea. Modernidad y tradición se intervinculaban
para dar nacimiento al Jardín de las Rosas.
Poco después se dotaría al Rosedal de un patio andaluz.
Sobre esto, expresaba La Prensa del 14 de mayo de 1920: “La Dirección de Paseos
de acuerdo con el plan de modificación y mejoramiento de plazas y jardines del
municipio ha resuelto recomenzar las obras de instalación de un Patio Andaluz
en Palermo, cuyos trabajos habían sido suspendidos a raíz de la cesión al
Gobierno Nacional de los terrenos en [los] que debía construirse la citada obra
de ornamentación floral. La instalación de dicho patio se hará ahora en los
terrenos que posee la comuna próximos al Rosedal”. De esta manera, junto al
Jardín de las Rosas y al espíritu del paisajismo francés, se relacionaba una ornamentación
de raigambre andaluza, es decir, proveniente de la tradición y cultura
española; el hispanismo ya se tornaba presente en el paisaje de Buenos Aires
que en la Belle Époque había pretendido ser la París de la América del Sur.
Finalmente, no podemos dejar de citar el Jardín de los
Poetas, que forma parte del paseo del Rosedal y está constituido por bustos de
los principales poetas de la literatura universal. Para citar sólo dos,
mencionaremos al genial Dante y a su Divina Comedia, tal vez el más grande
poema de todos los tiempos, que nos proyecta a la Italia de la Baja Edad Media;
y el otro poeta es el español Antonio Machado, recordado por sus versos
musicalizados por el cantante popular Joan Manuel Serrat: “Caminante, son tus huellas
/ el camino y nada más; / caminante, no hay camino, / se hace camino al andar.
/ Al andar se hace camino / y al volver la vista atrás / se ve la senda que
nunca / se ha de volver a pisar. / Caminante, no hay camino / sino estelas en
la mar [...]”.
Si no hay camino, como afirma Machado, entonces cabe
preguntarnos si una visita al Rosedal no nos permitirá realizar una inmersión
en el mundo de la cultura y de las más sublimes tradiciones y, reflexionando
entre sus rosas, azulejos y bustos (sin olvidar el lago), encontrar el camino
que buscamos a lo largo de nuestras vidas.
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Fuente: Rosedal de Palermo.
Berjman, S. y Di Bello, R., El Rosedal de Buenos Aires. Buenos Aires, Fundación YPF, 2010.
Imagen: (Foto tomda de palermotour.com.ar)
Nota tomada del periódico “Tras Cartón”.