En la “Ilíada”, escrita hace dos mil
ochocientos años, se mencionan con gran precisión heridas producidas por
flechas, espadas, lanzas y piedras. Homero supo reflejar las ideas médicas de
los antiguos griegos, demostrando al mismo tiempo conocer las características
de este tipo de lesiones. Carlos de la Púa, que parece no haber quedado corto
en esta especialidad, nos dice en “El
feite”: “Recuerdo de un amuro ranfañoso,/ luce tajo de guapo, marca rea,/ un
feite en refasí, meticuloso,/ que un cacho de nariz le escolasea.”
Y ya que hablamos de feite, recordemos al “terror del hampa”, a uno de los principales
protagonistas del crimen organizado, a alguien que, luciendo una cara tajeada,
en la ciudad de Chicago en tiempos de la Ley Seca, mojó en sangre a más de
cuatro. Me refiero a Scarface o Caracortada. Al que Paul Muni y Al Pacino le
dieron rostro en el cine.
Pero los tiempos cambian y ciertas palabras, en
ciertos ámbitos, cuando no en todos, se renuevan. Hoy feite, en el vocabulario carcelario o tumbero se le llama al filo. Un cuchillo o cualquier metal
con filo es un feite. Y a un feite en la cara se le dice bragueta, palabra a la que,
metafóricamente, los internos le dan el significado de cara cortada, de
cicatriz en el rostro. Le quedó una “re-bragueta”, se dice.
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Imagen: Al Capone, llamado “Scarface” (Cara cortada), famoso
hampón ítaloestadounidense. (Foto tomada
de la página biografíasyvidas.com).
Texto tomado de “Mosaicos porteños”, blog del autor.