(De Mario Bellocchio)
El 5 de octubre de 2000 la Legislatura porteña sancionó la Ley 35 que instituye al 26 de octubre -fecha fundacional del Tortoni (1)- como Día de los Cafés, por considerarlos un rasgo típico de la Ciudad y para apoyar una actividad que desde hace décadas forma parte de la cultura ciudadana. Este necesario marco legal hoy se debate con las amañadas prácticas de las catalogaciones del CAAP (Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales) manejadas arbitrariamente y los hechos consumados de los buitres edilicios.
"Háganse justicia a sí mismos, y no destruyan su historia y su cultura”
(Yoko Ono, luego de visitar "La Ideal" en 1998).
Pocos
bares y confiterías de aquel viejo esplendor resisten al acoso del
mandato de los negocios. Ahí pena la "Richmond" entre conservacionistas y
zapatilleros de marca. O la Confitería "Del Molino", debatiéndose en dispar contienda con
las penurias de una sucesión y sus tironeos. O "Las Violetas", que
emergió de los infiernos con la ayuda de alguien quele
encontró la vuelta productiva sin abandonar la esencia. Y hablamos de
los que se hicieron con bolsillo holgado y dispuesto, no de los cafés rantes rescatados del olvido y el deterioro a fuerza de transformaciones for export que caminan por la cornisa del buen gusto, cuando no se descuelgan por el lado kitsch.
Hace
100 años, en 1912, cuando a don Manuel Rosendo Fernández, un próspero
comerciante gallego, se le ocurrió abrir "La Ideal", la calle Suipacha
tenía en su contra no ser la Avenida de Mayo -reino del "Tortoni"- y la
virtud de su discreto encanto céntrico. Así que se decidió por no
escatimar gastos y construir algo elegante y lujoso. Granito gris y
mármol veteado para la fachada coronada por importantes farolas de
bronce y presidida por el óvalo que enmarca la simbólica flor de lis
adoptada como símbolo de la empresa. Farolas de tres luces en el salón
confitería, en la planta baja, recubierta por una boiserie original
de roble de Eslavonia. Mobiliario Thonet, en sillas, sillones, mesitas y
percheros. Arañas francesas, sillones checoslovacos, vitrales
italianos... Y diez columnas, con estuco marmolado, que pueblan el
ámbito coronado por un ignoto palco que balconea en un extremo del
salón...
“En
algunas confiterías, como en la llamada Ideal, hay, en un palco
flotante, una orquesta de señoritas vestidas con traje de baile. Y tiene
un gran público admirador que las mira, como miran al cielo
entreabierto las benditas almas del purgatorio...”.
Ramón Gómez de la Serna, asentado en Balvanera desde que la Guerra
Civil lo expulsara de su Madrid natal, gastó un párrafo para su “ideal”
rincón entrañable de Buenos Aires, que lo tendría como huésped hasta su
deceso, en 1963.
Por
una suntuosa escalera de mármol o un ascensor -que se incorpora como un
bello elemento decorativo-, se accede al gran salón del primer piso con
la presencia de su magnífica pérgola, protagonista, desde sus orígenes,
de las fiestas y reuniones sociales para las que fue concebido.
Es
probable que, en un principio, aún sin ser el propósito original, el
coqueto salón de té tuviera la marcada afluencia de la comunidad
inglesa. La “cup of tea at five o’clock” pasó a ser una costumbre
arraigada en la naciente confitería de la década del 10 del siglo
pasado. No ajena a esta habitualidad es la “cocarda” que se le atribuye
como primer establecimiento en producir sandwiches de miga, originados,
según se cuenta, en la solicitud de un grupo de ingenieros ingleses
ávidos de volver a saborear el “pan inglés”, materia prima esencial para
ese tipo de emparedados.
Casi de inmediato a su nacimiento, "La Ideal" cobró fama pastelera y confitera. Se llegó a contratar a un afamado
artesano de la elaboración de bombones, un tal Maggione, quien ratificó
sus pergaminos con deliciosos bombones decorados, masas y “bombas” de
chocolate y crema.
El
incomprobable mito barrial certifica que Yrigoyen mandaba a buscar a
diario, las clásicas “Palmeritas de la Ideal” y que el Gral. Juan
Domingo Perón, durante su mandato, también se hacía llevar el servicio
de lunch hasta la Casa de Gobierno.
Las
exquisiteces de la confitería dejaron su prestigio pegado, seguramente,
a una hoja amarillenta de almanaque. Hoy, sentarse a una mesa de "La
Ideal" combina, en marcado contraste, un efluvio de Chanel N° 5 y las
concesiones que hubo que hacer para la supervivencia. El tango y el
atractivo turístico de su aprendizaje “in situ” brindan una oportunidad
supérstite al viejo salón del primer piso, ausentes ya Juancito Díaz,
Roy Granata, los Mariscales, los hermanos Dante, o el pianista Osvaldo
Norton, casi un sello de la casa.
En
las mesas de la confitería rondan los fantasmas de Witold Gombrowicz,
Abelardo Arias, Maurice Chevalier, María Félix, Dolores del Río,
Vittorio Gassman, Germaine Damar o aquel Sandrini de cuando “los chicos
crecían”..., las mesas, decía, conservan ese hálito por el que Alan
Parker eligió el lugar para filmar escenas de su “Evita” y Carlos Saura
de “Tango”. Una “locación” de privilegio, de las que quedan pocas. Con
clima. Basta panoramizar hacia sus ornamentaciones circulares en relieve
o referenciar sus carameleras de dieciséis frascos para oprimir,
amorosamente, el “play” de la máquina del tiempo.
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(1)
La fecha -propuesta por la Comisión de Protección y Promoción de los
Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables- no es casual: el 26 de
octubre de 1894 fue inaugurado el pórtico y frente –diseñado por
Christophersen- de Avenida de Mayo 825 que le dio su característica
definitiva al histórico Café Tortoni. La referida Ley es de protección a
54 locales del rubro que son considerados como tales por sus hechos o
actividades culturales de significación, su antigüedad, su diseño
arquitectónico o la relevancia local. En este marco, han adquirido un
importante valor patrimonial. El objetivo perseguido es la promoción de
la participación de estos sitios en la actividad cultural y turística
porteña, impulsando en ellos actividades artísticas acorde a sus
características, asesorarlos en proyectos de conservación,
rehabilitación o restauración edilicia y mobiliaria con profesionales
especializados, como así también subsidiarlos en caso de efectuar
arreglos edilicios por necesidad.
Imagen: Frente de la confitería "La Ideal".
Nota y fotografía tomadas del periódico "Desde Boedo.