(De Carlos Carbone)
Quedamos para el jueves.
Yo me puse mi mejor pantalón y mi mejor camisa y encaré casi con alegría para el tradicional café Las Violetas, ese viejo refugio del barrio de Almagro en Rivadavia y Medrano.
Llegué como media hora antes de la cita a ciegas que tenía con una señorita que había contactado a través de un programa de radio que se dedicaba al tema de solas y solos.
Nos reconoceríamos mutuamente porque ella iría con un vestido rojo, del mismo color que mi cabello, dijo, y yo porque tendría una camisa verde, del mismo color que mis ojos, dije mintiendo y un libro de Pavese en la mano.
Me acomodé en una mesa junto al ventanal que daba a Medrano, no sin antes inspeccionar a las personas que había allí y no encontré nada que me llamará la atención, entonces pensé que desde ese lugar tendría buena visión de la puerta de calle para controlar los movimientos, respire aquel aroma a café y me quedé encantado con todos los detalles de ese señorial lugar que fue inaugurado en 1884; eso me ayudo a pensar en cuantas parejas se habrán formado en ese lugar y sobre esas frías mesas de mármol que ahora contenía mi cortado y que seguramente fueron calientes muchas veces por la contención de la pasión de sus habitantes.
Estaba tan nervioso que me costaba pensar en otra cosa, nunca había pasado por una situación semejante, si la mujer que espero no me gusta qué hago, me saco la camisa, tiro el libro, hago un pozo en el medio del salón y me entierro, digo qué casualidad señorita, pero no soy yo el hombre que usted busca, yo soy un ave de paso, en realidad esta camisa parece verde pero es azul.
La visión de la ventana me daba una ciudad agitada, bocinas y taxis, y yo aquí esperando una ilusión con vestido rojo, una posibilidad para apagar la soledad.
De pronto una mujer muy hermosa de vestido rojo ingresa al bar, pero su cabellera negra me dijo que no debería ser la esperada. Después otra mujer de hermosa cabellera roja ingresa al café, pero su vestido negro me dijo que no otra vez, hasta que alguien me toco el hombro y me dijo con su voz de teléfono,¿hola, vos sos Daniel?
Afuera Almagro entraba a la noche.
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Imagen: Confitería "Las Violetas" en la esquina de Medrano y Rivadavia, barrio de Almagro.
Tomado del sitio El muro, guía cultural de la ciudad de Buenos Aires.