(De Mario Jorge de Lellis)
(Sadi Carnot y Cangallo)
Se me perdió tu huella Don Antonio,
tu fábrica de amigos, tu pabellón de sueños.
Yo me acuerdo de aquellos tres toneles,
de aquellas cuatro lámparas, de aquellos diez inviernos.
Me acuerdo de las voces que amuramos
los tangos de Discépolo,
y de cómo rompimos tu rutina
con obcecados versos.
Aquel aparador era un cábala
para espantar espectros.
O ocaso alguna vez, vos te mirabas
en su vencido espejo.
Y las mesas de truco y los juegos de murra
y tubo en vino a préstamo.
Era un lugar zafado de la vida
sin curdas sabadeños.
Un sitio que ha pasado a ser
historia del barrio sensiblero.
No sólo fue tu huella Don Antonio,
tu babel de borrachos y de obreros.
Se fue desmoronando lentamente,
pañuelo tras pañuelo.
Tuñín se toma su buen vino
en la copa del viento,
Don Eduardo está invitando
con de la Costa al cielo,
y el Bumba va de nube en nube,
con su farol de ébano.
Esto es todo, boliche que te has ido,
sin una huella, sin un zapato viejo.
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(1) Actualmente Mario Bravo y Tte. Gral. Juan D. Perón (Fotografía de Ricardo Horacio de Lellis).
Imagen: El boliche de don Antonio, hoy desaparecido.