(De Carlos R. Martínez)
Desenfado andaluz, cordura vizcaína, he ahí el doble sello, la impronta que según el ya citado Enrique Larreta le dejaron a Buenos Aires sus dos fundaciones, la primera de ellas a cargo de Pedro de Mendoza en 1536 –empresa que sucumbió en medio de circunstancias dramáticas, actos de canibalismo incluidos–, y la segunda y definitiva a cargo de Juan de Garay. Eso en lo que hace a la Historia, porque en lo que se refiere a la historieta el que se lleva los laureles si no como fundador al menos sí como “descubridor” de Buenos Aires fue un catalán: Carlos Freixas.
Nacido en 1923 Freixas llegó a la Argentina en 1947 y en menos de una década de permanencia en el país desarrolló una nutrida labor profesional que abarcó ilustraciones para revistas de diversas temáticas y libros de cuentos infantiles, actividades docentes y realización de historietas entre las que destacan títulos como Drake el aventurero, Tucho, de canillita a campeón y El Indio Suárez. Pero la obra por la cual le asignamos a Freixas un lugar de preferencia entre los precursores en incorporar a Buenos Aires en la historieta se llamó Darío Malbrán, psicoanalista y fue publicada hacia 1949 en “Aventuras”, revista en la cual Freixas venía colaborando casi desde su arribo al país.
Presentada como “La primera historieta semidocumental de América”, Darío Malbrán, psicoanalista tiene la particularidad de darle a Buenos Aires un protagonismo que no había alcanzado anteriormente. En el transcurso de las historias de tinte policial que predominaban en la serie, podía verse al protagonista y sus ocasionales acompañantes en sitios tales como la avenida 9 de Julio, el Obelisco, el teatro Opera (sobre la avenida Corrientes) o el barrio de la Boca, a orillas del Riachuelo, uno de los lugares a los cuales Freixas concurría a tomar apuntes para su archivo tal como consta en una foto publicada en la revista “Dibujantes” en 1954.
Esa predilección de Freixas por captar los paisajes más característicos de Buenos Aires abona la suposición de que tal vez pudo ser el mismo artista quien sugirió una historia que le permitiera volcar en ella esos escenarios urbanos. Fuera iniciativa suya o de los editores lo cierto es que Freixas contó con la ventaja de un guión bastante sobrio en cuanto a diálogos y textos aclaratorios –mérito del argumentista, Julián Maldonado– lo que le permitía disponer en cada cuadro del espacio necesario para desplegar su excelente dibujo. Al margen de lo señalado Darío Malbrán sumaba otros méritos. Erigir a un psicólogo como protagonista de una historieta fue de por sí novedoso, pero también resultó premonitorio: desde mediados de los años 60 Buenos Aires adquiriría fama de ser una de las ciudades del mundo con mayor número de psicoanalistas en relación a la cantidad de habitantes, a tal punto que un sector del exclusivo Barrio Norte pasó a ser conocido como “Villa Freud” por el alto número de dichos profesionales allí afincados.
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Imagen: Una página de la historieta Darío Malbrán, psicoanalista.
El texto y la ilustración fueron tomados de Buenos Aires en la historieta argentina, en “Tebeosfera” 2da. época 1.