(De Enrique Espina Rawson)
Muchos recordarán los
andamios de madera, que se usaron durante siglos, hasta que aparecieron los de
hierro, que, además de ser mucho más seguros, se montan y desmontan con
facilidad.
Esta innovación trajo, en
su momento, aparejada una serie de ventajas, entre ellas las de su costo. Ya no
era necesario comprar todo el infinito maderamen que demanda la construcción de
un edificio; estos andamios metálicos se alquilan, se usan y se devuelven y se
vuelven a reutilizar indefinidamente.
Por supuesto, no en todos
los casos es así. Hay en la vía pública andamios que, no sabemos por qué, están
emplazados hace años, y que podríamos felicitarnos que no sean de madera, ya
que si no estarían transformados en bosques, gracias a las lluvias y a la
humedad perenne de nuestra amada ciudad.
El problema inmediato y
visible es, lógicamente, la molestia que genera a los transeúntes, que deben
caminar esquivando las columnas y travesaños metálicos que obstruyen el paso.
Un caso emblemático es
del Teatro Nacional Cervantes, ubicado en Córdoba y Libertad. Hace mucho, y en
buena hora, se decidió su restauración, se montaron los andamios y algunas
personas anduvieron por ahí haciendo alguna cosa, por algún tiempo. Después desaparecieron
tan misteriosamente como habían llegado. Las personas, porque los andamios
quedaron, aparentemente para no irse más.
Dado el tiempo
transcurrido (¿años?) uno podría preguntarse si estos andamios, como casi todos
los andamios de Buenos Aires, son alquilados. En tal caso, ¿se seguirá pagando
el alquiler?...y ya que estamos ¿Qué pasó con las obras? ¿Seguirán alguna vez?
¿Habrá que restaurar las restauraciones?
La historia del Teatro
Nacional Cervantes es conocida. Fue construido por iniciativa de dos grandes
figuras de la escena hispánica, que obtuvieron resonantes sucesos en Buenos
Aires: Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero. Por gestión de don Enrique
García Velloso, estos nobles artistas convinieron en donar esta magnífica obra
a la República
Argentina , siendo inaugurado en 1921, con la presencia de las
más destacadas personalidades del arte y la cultura.
Su fachada, de estilo
plateresco, reproduce la del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de
Henares, y su interior fue terminado con
finísimas y decorativas mayólicas, y con carpintería y herrería de la más alta
calidad importadas de España.
El Cervantes sufrió un
par de incendios en su larga existencia. El segundo en 1961, sirvió, más allá
de la tragedia y las pérdidas que significaron, para adecuar escenarios y todos
los sistemas técnicos que posibilitan las puestas en escena a las necesidades
de la época.
También se construyó el
gran edificio adosado sobre la Avenida Córdoba , que significó una gran expansión
de todo orden de las múltiples actividades, no sólo representación de obras,
que se desarrollan en el Teatro.
Lamentablemente, la
marquesina que da a la calle Libertad, obra del estudio de Mario Roberto Álvarez
al igual que el edificio anexo mencionado, fue reconstruida, ignoramos las
razones que llevaron a esta decisión, con un diseño que no concuerda para nada
con todo el resto del edificio original.
Entendemos que debió
respetarse el carácter histórico de la obra, tal como fuera concebida. Pero más
allá de estos detalles, lo cierto es que el Teatro Nacional Cervantes,
dependiente de la
Secretaría de Cultura, que a su vez depende de la Presidencia de la Nación , está en el estado
que cualquiera que pase por allí puede constatar y calificar sin necesidad de
mayores explicaciones. Seguramente podremos coincidir en que este edificio
histórico, emblema y orgullo de nuestra ciudad, merece mejor tratamiento.
______
Ilustración: Andamios en
el Teatro Nacional Cervantes. (Foto de Iuri Izrastzoff).
Nota y fotografía tomadas
de la página güeb Fervor x Buenos Aires.