22 abr 2014

"Bohemia Agrupación de Arte"



(De Edelmiro Speranza)

La presente nota demuestra cómo tres pintores más tres pocillos de café, una mesa de bar y las sillas como polo Nº 1 y un barrio que trasciende a toda una gran ciudad como polo Nº 2, pudieron llegar a generar un sistema comunicacional que, durante más de doce años, llegará a agrupar a las grandes figuras de la plástica argentina.

A principios de 1953, tres amigos, jóvenes pintores, comienzan a hacer de una simple charla de café, la estructura de lo que muy pronto llegará a ser uno de los pilares del movimiento de artistas plásticos en la ciudad de Buenos Aires, que es un poco decir: el país entero.
Es en la esquina de Labardén y Patagones, pleno Parque de los Patricios, bar de Luis A. Ísola, Paulino Onorati, José Rombola y Héctor Fernández. Los pintores, como tantos parroquianos, alternando entre los discutidos goles del último partido futbolero, teorías de Picasso y Mondrián, las formas, luz y color en la nueva corriente que arrancan los informalistas o el “tachismo” de Juan del Prete –que ya escandalizaba señoras gordas– en las galerías de arte de Florida.
Y he aquí un hecho importante. Como exponer en las galerías de Florida es costoso, no hay dinero, y hay deseos de trasmitir, se discute de procedimientos y… sigue el truco y las añoranzas de los goles de Onzari con las opiniones sobre arte entre Justiniano García, Francisco López Boudón y Juan Laurido (los tres pintores de mentas) y algunos más que alternativamente se van  acercando al bar.
Una noche –junio 1953–, deciden comentar con los propietarios del local la necesidad de colgar sus obras y los convencen para hacerlo en las paredes. Ante el asombro de los proponentes la respuesta es rápida y rotundamente afirmativa. Y es así como se da a la luz una de las experiencias más interesantes en materia artística.
El 8 de julio se inaugura la primera exposición de la ya denominada organización artística con el nombre consecuente con su gente, su modo de vida, su forma de ser, se llama: “Bohemia, Agrupación de Arte”.
La muestra cuenta con 34 autores, muchos de los cuales ven, con emoción, colgadas por primera vez sus obras y sometidas al juicio del público. El éxito no tiene precedentes, el barrio responde con todo, la trascendencia supera a todo lo previsible.
Pero con una exposición no se hubiera ni remotamente satisfecho el espíritu que motivó la creación del organismo aun cuando pudiera existir la satisfacción de haber gestado por vez primera la realización de tomar un bar de barrio como galería de arte. Existía conciencia general de que además de las exposiciones, Bohemia puede y tiene que hacer algo más contundente, e inmediatamente se comienza a esquematizar la estructura de la Agrupación con más vuelo.
Las exposiciones se suceden. Se efectúan en forma alternada “colectivas” y “de conjunto” –estas últimas formadas por un invitado de honor y cinco pintores que lo acompañan–. Para dar una idea de la importancia de las muestras del primer año de actuación, basta señalar que colgaron obras pintores de la talla de Alfredo Guido, Enrique de Larrañaga y Lino Enea Spilimbergo como invitados, a quienes acompañaron Antonio Geraci, Héctor Tessarolo, López Boudón, Francisco Reyes, Enrique Gaimari, etcétera.
Bohemia inaugura las muestras “tout petit” (obras, exclusivamente, de pequeño formato), que serán el tipo característico que las definirá, salvo excepciones, a lo largo de toda su trayectoria.
Cumplidores con la determinación de la primera exposición, el 6 de diciembre efectuaban el primer “concurso de manchas” –elemento fundamental para dar vitalidad a cualquier agrupación de artistas plásticos–. Intervienen 96 participantes entre artistas y estudiantes. Nuestro barrio los acoge y vive con ellos la emoción festiva de ver sus veredas convertidas en apoyo de caballetes, cajas de pintura, pomos y pinceles estableciéndose el diálogo pintores-cuadro-barrio. Estas obras no son expuestas en el bar –quizás por la cantidad de las mismas–, pero gracias a la gentileza del señor Tomás A. Ducó, el club Huracán sirve de marco a la muestra del primer concurso de manchas de Bohemia.
En el bar siguen las reuniones y ya, a esa altura de los acontecimientos, la comunicación barrio-Bohemia es un hecho real porque ambos hablan un mismo idioma. Bohemia  absorbe vecinos con inquietudes, les expone sus obras y recibe a jóvenes principiantes a los que el señor Antonio Geraci inicia en un curso de perspectiva.
Pero el hecho realmente revolucionario, en el primer año de vida, lo significó la noche del 16 de enero de 1954, cuando las calles de Parque de los Patricios se vieron invadidas por pintores que farol en mano se disponían a plasmar la noche porteña. Se trataba del primer concurso (mundial tal vez) de manchas nocturno. Intervinieron 141 participantes. El jurado seleccionó 34 después de ardua tarea. Como muestra, si en el diurno se otorgaron premios a Mateo Mollo, Jorge Sotrel e Inocencio Muñoz, en el nocturno a Teresio Fara, David Heineman y León Martínez. En ambos casos citamos solamente los primeros premios.

TRASCENDENCIA
Bohemia ya es un sistema que funciona cuando el 8 de julio de 1954 se efectúa en el bar la exposición “Primer Aniversario”. Se hace una reseña de lo actuado; se aprovecha para agradecer la colaboración de todos los medios de difusión que posibilitaron esta integración; a los pintores que dignificaron las muestras, pero sobre todo, al barrio que les había brindado tanto apoyo, señalándose, en la oportunidad, la colaboración de todo tipo recibida por los vecinos J. Roncoroni, A.  Osquiguil y J. Rossi, que junto a otros parroquianos del bar contribuyeron a hacer posibles las metas que se habían fijado.
Las intenciones de superación anunciadas en la exposición “Primer Aniversario” habrán de ser el norte que en definitiva se fijará para Bohemia.
El punto clave lo constituye la necesidad de un local propio para erigir la escuela a través de la cual se pueda dictar clases de dibujo, pintura, modelado, estética y demás disciplinas a los habitantes del barrio, en especial jóvenes y niños por ser esta necesidad sentida ante el interés demostrado por la pintura, mediante el decidido apoyo brindado a los concursos de manchas infantiles. En el primero de ellos, 17 diciembre 1955, se presentaron 123 trabajos y se otorgaron 20 premios, uno de los cuales fue el instituido por la revista “¡Aquí, Boedo!” que mencionamos para demostrar que Bohemia ya había trascendido los límites de Capital Federal, pues el premio fue otorgado a los envíos del Ateneo de la Juventud de Lincoln, provincia de Buenos Aires. El acto de inauguración de la muestra, en este certamen, fue abierto por el escritor Francisco Mazza Leiva, que se refirió a la “Influencia de la pintura en la formación estética del niño”.
Las muestras subsiguientes mantuvieron el nivel. Cada una de ellas fue presentada por un charlista, escritor o un plástico. Entre otros muchos: Juan Gil Ferreyra Basso, que llevó a algunas de las muestras su particular manera de ver “el otro lado de las cosas”.
Bohemia siguió creciendo y entre las figuras que la corporizaron aparecen nombres ya galardonados con premios en salones municipales, provinciales y nacionales, llegando en función de su importancia a hacerse acreedora la Agrupación Bohemia al derecho de enviar representantes a jurados en todo tipo de salones, culminando con el Nacional de Bellas Artes.
Pero la búsqueda del local propio será una de las preocupaciones fundamentales y la única intención que se arrastrará hasta la disolución sin lograr el objetivo, pudiendo decirse que ese fue quizás el motivo principal de la desaparición.
Sobre las mesas trasnochadas del bar quedó demorada la trayectoria de Bohemia.
En 1956, de Labardén y Patagones hicieron una fugaz visita al “Sandrín” de la avenidas Caseros, de donde debieron mudarse a poco de llegar, al club “Bristol”, desde donde deben emigrar para volver, al estaño, ahora, del bar de Patagones 2902 (y Zavaleta). ¡Mucho deambular pero siempre en el barrio!
Se iniciaron trámites para obtener  un local de la Municipalidad en el centro del Parque de los Patricios sin que el éxito coronara la gestión.
Durante doce años de labor se presentaron más de medio centenar de muestras con puntos culminantes en la exhibición del décimo aniversario en la Galería Velázquez, en 1963, o en el homenaje póstumo a Francisco López Boudón en la Galería Nice en diciembre de 1967 (última exposición efectuada).
El compromiso asumido por los fundadores y sus consecuentes seguidores, como producto de las fuertes intenciones autoimpuestas y la trayectoria cumplida, demuestran que sin fronteras de edad ni grado de intelectualismo y bastando sólo una serie de intenciones y voluntades artísticas más un público ávido de recibir y dar, y con el manejo de un lenguaje conciso, con claridad que pueda llegar al pueblo sin ataduras ni modismos que lo invaliden, existe el arte como sistema y que éste realmente funciona.(1)
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Nota:
(1) El título original del presente trabajo es “Un movimiento artístico y el barrio”.

Imagen: Emblema de “Bohemia Agrupación de Arte”.
La nota fue tomada del cuadernillo Nº 5 del Ateneo de Estudios Históricos Parque de los Patricios, octubre de l971.