(De Enrique Espina Rawson)
Los términos Palermo Chico o Barrio Parque se condicen con
la incertidumbre que permanentemente aparece cuando se intenta definir algo que
supuestamente conocemos.
¿Cuál de los dos nombres es el verdadero? No se sabe. Su
diseño, fechado en 1912, obedeció a la inspiración de Carlos Thays, Director
por ese entonces de Parques y Paseos Públicos. Entusiasmado ante la perspectiva
de imaginar calles curvas y diagonales bordeadas por la frondosa vegetación
autóctona que por aquel entonces abundaba en esos parajes baldíos, lo bautizó
Grand Bourg. No conocemos las razones, pero, evidentemente, esta denominación
no prosperó.
Sus límites son también imprecisos. No se lo podría definir
como un barrio, pero caracterizarlo genéricamente como “zona” desdibuja sus características
propias, haciéndonos percibir algo así como grandes territorios rurales casi
deshabitados.
Sin embargo, su denominación técnica ni siquiera llega a
eso. Pareciera que debiéramos clasificarla como sub-zona, según ciertas
fuentes, para no perder el estilo, semi-oficiales.
De todas maneras, todos sabemos a que nos referimos cuando
aludimos al territorio que comienza al Sur en Figueroa Alcorta y Austria y se
extiende hasta que cesa la edificación al Norte; y entre las vías del tren al
Este y una incierta frontera que podríamos situar en la calle Castex al Oeste.
Dentro de este perímetro, hay sectores más valiosos que otros, pero, en
general, se la considera una de las zonas más residenciales de Buenos Aires, en
la que prevalecen las edificaciones clásicas, desde las grandes mansiones hasta
los petit-hotel de menores dimensiones. Desde mediados de los 30, también
comenzaron a levantarse edificios de departamentos, que no se apartaban de los
lineamientos estéticos que prevalecían hasta ese momento. Los grandes edificios
sobre Libertador y sobre Figueroa Alcorta son ajenos, y hasta podríamos decir
contrarios a lo que pretendió el proyecto urbanístico original.
El único edificio comercial que existía era el edificio Chrysler
(hoy Palacio Alcorta y en la planta baja, Museo Renault), del arquitecto Mario
Palanti, autor del Barolo, famoso por la pista de pruebas en la terraza, y cuyo
frente daba a la entonces Avenida Centenario.
A un costado de este, haciendo ochava en las calles Eduardo
Costa y Ortiz de Ocampo, hay también una obra de Mario Palanti, esta vez en
colaboración con el arquitecto Algier, según puede verse en una inscripción
junto a la entrada del garage. Palanti era un arquitecto de gran renombre por
esos años, ya había hecho el Barolo en Buenos Aires y el Palacio Salvo en
Montevideo, y, como contrapartida, del arquitecto Algier sólo podemos decir que
nos es desconocido. ¡Extraña unión, sin duda!
La casa es conocida como “La Casa Redonda ”,
seguramente por el hecho que, como cualquiera puede observar, no lo es en modo
alguno, a pesar que esta caprichosa afirmación es sostenida desde otra
inscripción en sus muros.
Es sí, indudablemente, “palantinesca”, desde las bases
bulbosas y sobredimensionadas de los balcones, hasta la evocación del medioevo
italiano de las galerías y los mil detalles artesanales que abundan en toda la
ornamentación seguramente única, diseñada y realizada sólo para esta casa,
tales como los faroles del jardín, la talla de las puertas, y, ni que decir de
las placas escultóricas de madera que cubren los portones. Estos paneles,
repetidos también en los muros reproducen la efigie de Dante Alighieri, y
también, aventuramos, la de César Borgia.
Sobresale en ella una torre-mirador que se resuelve en una
plataforma de observación con baranda de mampostería de la que se eleva una
bella y arcaica veleta de hierro.
Esta residencia, circundada por un apretado jardín, tiene un
misterioso pasado, y un presente no menos claro, al menos para los paseantes
que se detienen a mirarla.
Siempre está cerrada, no recordamos en estas últimas décadas
haber visto sus celosías abiertas, ni siquiera entornadas. Si bien en alguna
época mostraba signos evidentes de abandono, actualmente da la impresión que,
si no está habitada, al menos está cuidada.
Nos hubiera encantado, ese es el término, poder dar una
descripción de su interior, al que suponemos suntuoso y algo extravagante. Que
alguien que sepa nos cuente, por favor.
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Imagen: La Casa Redonda
de Palermo Chico. (Foto Iuri Izrastzoff)
La ilustración y la nota fueron tomadas de la página Web
Fervor x Buenos Aires.