(De Pablo Babini)
En la década del sesenta Buenos Aires estaba
-además de en los barrios- en el circuito que iba desde Callao y Corrientes,
pasando por los teatros, los cines y las librerías, cruzaba el Obelisco y
llegaba por Corrientes hasta Florida y derecho por allí hasta Plaza San Martín.
Si uno tenía suerte podía ser testigo de la "precuela" de la Feria del Libro, con la
salida a la calle peatonal de las mesas con las novedades literarias entre las
que había más ficción que autoayuda y más autores que productos de marketing.
El fin del recorrido era el Di Tella, aunque un buen caminador podía volver por
la avenida Santa Fe con altas probabilidades de cruzarse con Ernesto Sábato en
pleno chamuyo platónico.
Después Buenos Aires
creció y se puso seria, como esos chicos creativos y espontáneos a los que la
educación formal trata de convertir en estereotipos hasta que maduran y
recuperan, si pueden, su naturalidad. La globalización rebotó contra la
personalidad de la ciudad sin dejar un tendal. McDonald's tuvo que hacer
McCafés y Starbucks rendirse ante las tacitas de loza.
El progreso, la evolución
o como se llame, sí hizo mella. Los bodegones con parrilla y las increíbles
pizzerías de barrio se transformaron en "restobares", aunque en
realidad sus sabores se replegaron a los hogares porteños y suburbanos, donde
hoy se practica (con entusiasmo no siempre justificado por los resultados) la
gastronomía hecha en casa.
Si bien las amistades son
hoy tecnológicamente más virtuales, la ciudad sigue cultivando el amor por los
gomías del mismo palo y el temor al sexo opuesto que dieron letra a tantos
tangos.
Buenos Aires, la
auténtica, está hoy más desparramada, ¿democratizada?, que antes. Abarcarla es
una utopía y atravesarla en cualquier tipo de transporte es un suplicio. Dado
que cunde el trabajo -precario- a distancia, se ha descentralizado en comunas
administrativas pero sobre todo geográficas, cada una con sus cafés, sus calles
arboladas y su cultura vecinal, imponiéndose sobre ellas la identidad
sentimental de la ciudad, esa que se llevan los que se van.
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Imagen: Corrientes y
Obelisco vista nocturna.
Texto y fotografía
tomados de la página http://www.buenosairessos.com.ar