22 may 2014

Porteño, gaucho y popular



(De Haydée Breslav)

Se cumplieron 180 años del nacimiento en Buenos Aires del poeta Estanislao del Campo. Político y militar hondamente comprometido con la causa porteña, su obra forma parte de la mejor poesía gauchesca anterior al Martín Fierro.
Estanislao del Campo era, como lo elogió Borges, de buena tradición unitaria: su padre fue jefe del estado mayor de Lavalle y había acompañado los restos del general hasta Potosí.
Estudió en la Academia Porteño-Federal y fue dependiente de tienda; posteriormente formó parte del primer regimiento de los Guardias Nacionales, donde conoció a Adolfo Alsina, bajo cuyas órdenes combatió en Cepeda y en Pavón. Borges rescata una tradición según la cual el joven oficial salía al campo de batalla luciendo el uniforme de ceremonia y saludaba militarmente la primera bala.
Designado secretario de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires en 1863, al año siguiente se casó con Carolina Lavalle, sobrina del general.
Militó con los “crudos” de Alsina contra los “cocidos” de Mitre; en 1867, un año después de que su jefe político resultara electo gobernador de la provincia, renunció a la secretaría de la Cámara por haber sido elegido a su vez diputado nacional. Meses más tarde dejó su banca para fundar el periódico Porvenir Argentino.
En la campaña electoral por la presidencia, apoyó la fórmula Sarmiento-Alsina. Antes de dejar la gobernación, este último lo designó oficial mayor del Ministerio de Gobierno de la provincia. En 1874 fue ascendido a teniente coronel de los Guardias Nacionales; ese mismo año luchó contra la revolución mitrista en el combate de La Verde.
En abril de 1880 obtuvo la jubilación, que poco pudo disfrutar; el 8 de noviembre murió en su casa de la porteñísima esquina de Lavalle y Esmeralda. Fue enterrado en el cementerio de la Recoleta; José Hernández y Carlos Guido y Spano hablaron en su homenaje.

LA OBRA
Desde muy joven, “el más querido de los poetas argentinos”, como lo llamó Borges, había compuesto versos románticos, algunos de los cuales aparecieron en publicaciones de la época. El primer abordaje del lenguaje gauchesco que se le conoce data de 1857, cuando pudieron leerse en el diario Los Debates, fundado por Mitre, unos versos firmados por Anastasio el Pollo.
En 1859 fue retratado por León Pallière como uno de los personajes de su cuadro Interior de una pulpería, donde aparece, vestido de gaucho y descalzo, sentado en el mostrador.
Composiciones gauchescas y no gauchescas fueron reunidas en un volumen prologado por José Mármol que, con el título Poesías, el autor publicó en 1870. Allí figura “Gobierno gaucho” que, para Calixto Oyuela, “es una expresión inicial de las ideas y sentimientos de reforma y de justicia para el gaucho”.
En este breve poema, Del Campo aborda directamente la crítica política y social, como lo hicieron antes Hidalgo y Ascasubi y lo haría después Hernández. Pero mientras que, para denunciar los males de su época, el oriental se inclinó por el lamento (por una patria que pudo haber sido y no fue), Hernández se elevó hasta la epopeya y Ascasubi no desdeñó recurrir a la atrocidad, Del Campo optó por la sátira. 
El argumento, expuesto en diez décimas, es tan simple como eficaz: un paisano borracho emula al gobernante de turno. De ahí su frescura, su vigencia, su permanente adecuación a diversas circunstancias de nuestro país: Eduardo Stilman cuenta que el 21 de diciembre de 1936 Lisandro de la Torre citó esas décimas en el Senado, durante el debate de una ley anticomunista.

VIGENCIA DEL "FAUSTO"
El 13 de agosto de1857 Del Campo publicó en Los Debates una Carta de Anastasio el Pollo sobre el beneficio de la Sra. La Grua, que anticipa el Fausto. Por esa época se vinculó con Hilario Ascasubi, a quien admiraba tanto que eligió su seudónimo como muestra de reconocimiento y respeto al otro, uno de cuyos apelativos era Aniceto el Gallo. Entre ambos poetas pronto se anudó una sólida amistad.
Se cuenta que en 1866 asistió a una representación del Fausto de Gounod en el viejo teatro “Colón”, ubicado donde hoy está el Banco Nación de Plaza de Mayo. Según Borges, esa misma noche trazó el primer manuscrito de su obra; otros dicen que necesitó cuatro días más para completarla.
Del Campo dio a su Fausto la forma de un diálogo en verso gauchesco entre los paisanos Anastasio el Pollo y don Laguna; el primero refiere al otro las “impresiones” que le ha causado la representación de la ópera homónima, cuyas incidencias y personajes ha tomado por cosas y seres de la realidad.
Una primera versión se publicó en El Correo del Domingo y posteriormente en La Tribuna; la versión definitiva, corregida y aumentada, apareció como folleto el 8 de noviembre de ese año; la ilustraba una litografía de Meyer, quien prestó a Anastasio el Pollo los rasgos de Estanislao del Campo, y a don Laguna los de Adolfo Alsina; el producto de la venta se destinó a los hospitales de la guerra del Paraguay.
El poema fue criticado severamente por Rafael Hernández (hermano de José), quien cuestionó el empleo incorrecto de ciertos términos gauchescos, que probablemente hoy estarían olvidados si Del Campo no los hubiese asentado en su obra.
Lugones objetó después la poca credibilidad del argumento, que Borges habría de defender observando simplemente que todo arte es convencional. Por nuestra parte, recordamos que Niní Marshall empleó la idea de Del Campo en un desopilante episodio en el que su personaje Catita contaba la película Hamlet de Laurence Olivier.
Lo cierto es que, desde su aparición, el poema gozó de gran popularidad. Refiere Stilman: “Hizo furor en la campaña. Circulaba en el ‘Colón’, entre los asistentes a la representación de la ópera. La fama de su autor jamás dejó de crecer, y ninguna crítica disminuyó nunca su prestigio. Aprendían sus versos los cantores de pulpería y los sabían de memoria los próceres de la Legislatura. Muy a menudo, en mitad de una charla o un debate, alguien citaba un verso suyo, con jerarquía de refrán”.
En su prólogo a la edición de Eudeba de 1963, ilustrada con chispeantes dibujos de Oski, León Benarós se pregunta “por qué nos sigue gustando el Fausto”. En el párrafo final enumera: “El idioma limpito y justo, el diálogo vivaz, la sensible pero varonil poesía…”.
Muchos elogian las bellas descripciones del mar, de la noche y del amanecer, las referencias a la fugacidad de las flores, la sentida expresión de las tristezas del amor, la admisión del penoso destino que entonces se imponía a las mujeres. Benarós advierte que se trata de digresiones, sin criticarlas por ello; después de todo, no sería la primera vez que las digresiones constituyen lo mejor de una obra.
Borges, en cambio, reivindica la amistad que une a los dos paisanos, que califica de “clara y resplandeciente” y que se extiende a los caballos, como hace notar Benarós, quien menciona “el conversado encuentro sin tiempo y sin apuro”; en ese sentido, Horacio Jorge Becco destaca “el deseo ferviente de comunicarse y hacer de esos instantes […] algo detenido y perdurable”.
A su vez, Raúl González Tuñón hace hincapié en los valores poéticos de la obra. En sus palabras, “el Fausto de Del Campo es un modelo en su género, es una sátira llena de chispazos líricos, rica en metáforas. Recuérdense ciertos momentos de la obra, cuando el relato trasciende bellamente el paisaje”.
Por nuestra parte, señalamos la luminosa sonoridad de décimas y redondillas, “que tienen fragancias de un tiempo gaucho [demasiado] olvidado”. Y nos conmueve el candor de ese paisano, que bien podría representar a un pueblo al que tantas veces, y sin mediar justificaciones artísticas, se lo ha inducido a confundir la realidad con juegos de engañosos artificios.
En cuanto a la amistad que alabó Borges, distinguimos en ella el gesto que el gaucho acomodado tiene para con el pobre, esa gauchada, elegida por el autor para cierre del poema, que preanuncia actitudes de Gardel, Magaldi, Troilo y otros grandes del tiempo que estaba por venir: “Cuando los dos acabaron / de ensillar sus parejeros / como güenos compañeros / juntos al trote agarraron, / en una fonda se apiaron / y pidieron de cenar. / Cuando ya iban a acabar, / Don Laguna sacó un rollo / diciendo: ‘El gasto del Pollo / de aquí se lo han de cobrar’”.
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Imagen: Estanislao Del Campo.
Nota y foto tomadas del periódico barrial “Tras Cartón”.