(De Luis Alposta )
Lo que comenzó siendo un vado terminó siendo un puente. Y un puente con historia. Se sabe que en la segunda invasión inglesa las tropas enemigas cruzaron el Riachuelo por el paso de Burgos. Y con respecto al origen de este nombre existen tres versiones: una es la que dice que a comienzos del siglo XVII el escribano español Francisco López de Burgos era el propietario de las tierras linderas al mencionado paso; otra, cuenta que a mediados del siglo XVIII, el propietario de las mismas era el alférez Bartolomé Burgos; y, finalmente, una tercera, refiere que dicho nombre proviene de un humilde botero llamado Burgos, quien se encargaba de trasladar pasajeros de una orilla a otra.
En 1855, y aquí es donde comienza esta historia, el señor Enrique Ochoa, inmigrante español, dueño de un saladero, se presentó ante las autoridades provinciales solicitando autorización para construir un puente. Se le otorgó; lo construyó por su cuenta y riesgo y al poco tiempo se lo llevó el agua. Insistió, y al año siguiente construyó un segundo puente, que terminó corriendo igual suerte. Finalmente, en 1859 inauguró el tercero y a la hora del brindis Ochoa les propuso a los presentes bautizarlo con el nombre de su amigo, el ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Valentín Alsina. Este puente recién fue reemplazado por otro de hierro en 1910, el que a su vez sirvió de base para el que, con reminiscencias de muralla china, se reinauguró en 1938 y pasó a llamarse puente Uriburu.
Ahora, puente Alsina volvió a ser puente Alsina (julio de 2002), el mismo al que, en 1926, con versos de Benjamín Tagle Lara, le cantó Rosita Quiroga.
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Imagen: El puente Alsina, en el barrio de Nueva Pompeya.