14 nov 2011

Buenos Aires como sistema semiótico


(De Miguel Ruffo)

Buenos Aires, al igual que toda urbe, puede ser analizada desde múltiples puntos de vista. Desde lo económico-social, prestando atención a su estructura productiva, de clases y de distribución del ingreso; desde lo político haciendo hincapié en la organización institucional, el sistema de partidos y el comportamiento electoral de la ciudadanía; desde lo cultural al centrarnos en su sistema educativo y en el conjunto de instituciones culturales (cines, teatros, clubes, conjuntos artísticos). Pero también podemos analizar la ciudad como un sistema (o conjunto de sistemas) de signos. Y como todo signo es bifronte (significante y significados) un análisis centrado en lo semiótico (en el significado de los signos) nos permitirá advertir los múltiples mensajes que la ciudad transmite. Prácticamente la ciudad en su totalidad es un sistema semiótico. Así desde el urbanismo, su planta urbana responde a un diseño (o varios diseños por los cambios estilísticos introducidos por las transformaciones sociales y urbanísticas en el transcurso del tiempo) de planta en cuadrícula. El espacio se divide en manzanas cuadradas separadas por calles rectas. Este esquema data de la época grecohelenística cuando el Hipodamo de Mileto lo propuso como forma organizacional de una ciudad. Los romanos lo tomaron para diseñar los campamentos militares. Y los españoles, cuando conquistaron América, lo adoptaron como matriz de las ciudades que fundarían en el nuevo continente. A fines del siglo XIX, cuando la burguesía pampeana se lanzó a la modernización de Buenos Aires, teniendo por modelo el París del Barón de Hausman, se comenzaron a abrir avenidas y diagonales, que alteraron el damero colonial. La primera de tales empresas renovadoras fue la apertura de la Avenida de Mayo, por entonces La Avenida, ya que era la única de la ciudad. La urbe hispano colonial y criolla fue en su mayor parte demolida ya que bárbaras eran no solo las montoneras y las indiadas sino también la arquitectura del Buenos Aires tradicional. El afrancesamiento era la nota dominante a nivel cultural, urbano y arquitectónico. Es la época del art decó y del art nouveau. La ciudad transformaba no sólo su tejido social sino también su trama urbana y su arquitectura.
Se traza el Parque 3 de Febrero (Palermo) concebido como uno de los parques perimetrales que debía tener la ciudad. Palermo era el paseo dominical de la elite y cuando el desarrollo del sistema tranviario fue interconectando el centro con las periferias, también los sectores populares accedieron al ámbito palermitano. En este parque se instalaron diversas instituciones culturales, muchas de ellas vinculadas con la recreación de la ciudadanía, como el Jardín Botánico y el Jardín Zoológico. Y otras, como la Sociedad Rural, que expresaban el poder de la clase dominante de la Argentina finisecular. Más modernamente, los intereses inmobiliarios y corporativos fueron reduciendo sus espacios verdes en detrimento de la población y en favor de los intereses espúrios de grupos enquistados o vinculados al poder. Pero no podemos dejar de mencionar la presencia de instituciones como el Rosedal, el Jardín Japonés y el Planetario que contribuyen al enriquecimiento cultural y al esparcimiento de la ciudadanía. Hacia la época en que fue fundado el Parque 3 de Febrero se pensó en dotar a la zona sur de la ciudad de un parque similar o de un sistema de parques similares. Expresión de este proyecto fue el Parque Lezama. Este era el jardín privado de la quinta de don José Gregorio Lezama, que cuando su viuda vendió a la municipalidad la casa que había pertenecido a su difunto marido lo hizo con la condición de que el parque público que formarían sus jardines llevaran el nombre de su difunto marido. El Parque Lezama por el simbolismo de sus monumentos y esculturas (Monumento a Pedro de Mendoza, Busto de Ulrico Scmidel, La Loba Roama, Palas Atenea, etc.) es el Parque Fundacional de la ciudad de Buenos Aires.
Hacia la época del Centenario comienza el trazado del parque que lleva este nombre y que puede ser pensado como un parque cultural y recreativo vertebrado por las ciencias de la naturaleza, dado el simbolismo de instituciones como el Museo Argentino de Ciencias Naturales, la Asociación Argentina “Amigos de la Astronomía” y La Fundación de Investigaciones Bioquímicas Luis Federico Leloir.
Todos los monumentos y esculturas de la ciudad son signos que simbolizan los principios de la nacionalidad (como el Monumento al General Manuel Belgrano en la Plaza de Mayo o el monumento al General José de San Martín en la plaza homónima); de la Revolución de 1810 (como los monumentos a Cornelio Saavedra en Córdoba y Callao o el monumento a Mariano Moreno en Plaza Lorea); de las colectividades de inmigrantes (como el monumento a la Carta Magna y a las Cuatro Regiones Argentinas en Palermo o el Monumento a Cristóbal Colón en la plaza homónima detrás de la Casa de Gobierno). Cuando los monumentos se encuentran deteriorados o con grafittis de alguna manera ello expresa que sus mensajes no son apropiados consciente y sentimentalmente por la ciudadanía.
La ciudad tiene Plazas Cívicas como la Plaza de Mayo o la Plaza del Congreso. La primera es heredera de la antigua plaza mayor de la época colonial, centro de la mayoría de la concentraciones políticas y que presenta, entre otros edificios en torno a su perímetro los de la Casa de Gobierno, el Cabildo (restaurado y reconstruido) y la Catedral; la segunda abierta para darle perspectiva al Palacio Legislativo, construido a principios del siglo XX, perspectiva proyectada por Miguel Cané. La sede del tercer poder del estado, el Judicial, también se abre a una plaza, la que lleva el nombre del general Juan Lavalle, cuyo monumento se levanta en la misma.
El más rudo golpe que recibió la ciudad como sistema semiótico son las autopistas que comenzaron por ser proyectadas y realizadas durante la última dictadura militar por el intendente Osvaldo Cacciatore. Pero la ciudad, ahora en plena democracia, continúa recibiendo los embates de los intereses inmobiliarios y de “grupos inversores” cada vez que se demuele una casa para levantar una torre, o cuando se asiste impávido al deterioro de la confitería del Molino o cuando se acepta el cierre de la confitería Richmond en la calle Florida.
Recuperar la ciudad como sistema de signos implica recuperarla socialmente, construir una sociedad integrada y mirar a nuestro pasado como la génesis de nuestra idiosincracia, de nuestra identidad.
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Imagen: Uno de los escudos o emblemas de la ciudad de Buenos Aires.
Material tomado del periódico Desde Boedo, noviembre de 2011).