(De Martina Iñiguez)
Hasta mi barrio pobre de casuchas de lata
llegó la primavera verdeando el adoquín,
los grises del invierno de a poco desbarata
colgando en los balcones delirios de jardín.
En las acanaladas paredes desempata
el violeta la puja entre verde y carmín,
el sol siembra amarillos y el cielo haciendo pata
pinta de azul el río de Quinquela Martín.
Llegó la primavera y al tiempo que arrebata
un perfume de rosas tiznado con hollín,
respira flor de tango, ávidamente cata
el aroma a mariscos que viene de un fondín
y siente que entre barcos y reflejos de plata
también en el Riachuelo hay olor a jazmín.
II
Rebrota los domingos la runfla bullanguera,
un sueño azul y oro germina bajo el sol
y tiembla resonando feliz la Bombonera
cuando florece el aire con un vibrante: ¡gol!
Acecha, atardeciendo, la luna en la ribera,
el empedrado gasta destellos de charol,
la noche se perfuma y el río, que la espera,
le va floreando guiños debajo de un farol.
Bordeando Caminito llegó la primavera,
el trino amanecido y el campanear; burlón
se ríe de la mufa, que estrila en la palmera,
y endulza la ternura ritual del cimarrón...
Palpita hasta en el yuyo que crece en la vereda
porque la Boca tiene florido el corazón.
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Imagen: Los dos puentes de la Boca: el Nicolás Avellaneda, al fondo, y el viejo transbordador, fuera de uso.
Imagen: Los dos puentes de la Boca: el Nicolás Avellaneda, al fondo, y el viejo transbordador, fuera de uso.