28 nov 2011

Luz en el pasaje De la Piedad


(De Luis Alberto Ballester)

Es un pasaje luminoso, sumido en un silencio de mínimo viento, con dos entradas. De la pared cuelga un viejo letrero, invadido por palabras de un desvaído celeste: Pasaje de la Piedad - Salida para carruajes".
Se tiende en Bartolomé Mitre al 1500, casi rozando la iglesia de la Piedad, iluminado por una luz y un silencio casi místicos. La leyenda afirma que perteneció a la familia Gramajo: su antigüedad supera los cien años...
En la calle interior del pasaje se guarece una expresiva hilera de casas, que se ahonda en tres entradas, de las que brota una oscuridad de gruta. Su forma se aproxima a la de una detenida marquesina, dibujada por la incesante rotación de las estaciones. Columnas dóricas la sostienen, de un ocre pálido, de un rosa intenso. La ornan círculos misteriosos, arpas que resuenan con una exacta nostalgia.
Una verja de hierro hiende el espacio, germina un silencio colmado. Plantas burlonas ondean sobre el techo de estas diminutas entradas, y su sonido es un alarido, y su ruido una lenta carcajada vegetal. Cavernas umbrías originan las plantas de sombra en los pequeños jardines, que explayan el frente de las casas. Gomeros y geranios se confunden en esta apartada selva.
Al lado de las casas cabecean árboles con impensada gracia cortesana. De pronto centellea en la fachada de ladrillos de una casa coronada por una banderola, con un brillo de agua.
Las puertas de las casas son de madera, nobles. En los edificios fronterizos fulgen altos vitrales, en los que a vecen brotan el violeta o el azul. Arriba, ventanitas que hablan un lenguaje interior.
En su antepecho surgen plantas que el cielo torna transparentes. Una pausada calma invade al paseante, y algo innominado y feliz nace, como el distante resplandor de la plenitud.
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Imagen: Cartel en el pasaje De la Piedad.
Tomado de Revelación de Buenos Aires, de L. A. B. (Torres Agüero editor, Bs. As. 1985)