(De Miguel Ruffo)
En la plazoleta de San Francisco, ubicada en Alsina y Defensa, sobre la primera de las calles mencionadas, se encuentran cuatro esculturas que representan La Navegación, La Industria, La Astronomía y La Geografía. Muchas décadas atrás, a fines del siglo XIX, se hallaban en torno a la Pirámide de Mayo. En 1875, las estatuas realizadas por Dubourdieu, fueron sustituidas por otras de mármol blanco, procedentes del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Son ellas las esculturas que nos ocupan en el presente trabajo. ¿Por qué representar actividades productivas y disciplinas científicas por medio de esculturas femeninas? ¿De dónde procede esta simbología? Debemos remontarnos a la antigua Grecia donde los escultores desarrollaron la representación antropomórfica de los dioses. De tal modo, en la Grecia clásica se produjeron esculturas de las diosas, las musas, los ríos, los bosques... Roma siguió, en este sentido, los cánones estéticos griegos y también representó escultóricamente a las vestales.
Las esculturas a las que nos referimos son, desde el punto de vista
estilístico, neoclásicas, estilo predominante desde fines del siglo XVIII hasta
mediados del XIX, caracterizado por su admiración y copia de los modelos
clásicos; vale decir, griegos y romanos. Ello nos habla del incremento de las
imitaciones del estilo antiguo, tanto romano como griego. La mayoría de los
grandes escultores europeos producían réplicas de estatuas clásicas para su
exportación, de tal modo que no nos debe resultar extraño la presencia de esta
estatuaria en Buenos Aires.
Nuestras cuatro esculturas se nos presentan como figuras femeninas de
pie y de cuerpo entero, siguiendo líneas de corte clasicista en su composición.
Cada una de ellas se asemeja a una matrona griega. Sus formas son macizas.
Cierto contorneo de los cuerpos, y el movimiento de los rostros, contribuyen a
darles un relativo dinamismo. Se destacan los pliegues de las túnicas que
cubren sus cuerpos, sólo insinuados en las rodillas de algunas de ellas, además
de dejar al descubierto sus manos y los pies. Se nos ocurre pensar que sus
vestidos se corresponden con el antiguo chitón e himatión y no con el peplo,
aunque tratados en su totalidad conforme al espíritu neoclasicista.
En la revista “Buenos Aires nos cuenta”, N° 15, leemos: "Como las estatuas realizadas por Dobourdieu
[para la Pirámide de Mayo] eran de
tierra cocida y estucada -corriente en la época- se deterioraron prontamente,
razón por la cual fueron retiradas y reemplazadas por unas esculturas que se
hallaban en el primer piso del Banco de la Provincia en la calle San Martín.
[...]
Ornamentaban la terraza y la torre central
unas esculturas realizadas en mármol blanco de Carrara. Con el correr del
tiempo las construcciones realizadas alrededor hicieron perder perspectiva a
este detalle ornamental. Por tal razón se decidió retirarlas. Fue entonces
propicia la ocasión para colocar cuatro de ellas -La Geografía, La Astronomía,
La Navegación y La Industria- en los cuatro ángulos de la base de la Pirámide.
Allí permanecieron hasta 1912. Con motivo del nuevo ordenamiento de la plaza la
Pirámide fue trasladada más hacia el este, en el lugar que actualmente ocupa;
por consiguiente las estatuas fueron retiradas sin volverse a colocar después.
Pasaron al depósito municipal. De allí fueron retiradas en 1968 para formar
parte de la primera exposición del Museo de la Ciudad, institución dirigida por
el arquitecto José María Peña. La exposición se realizó en los salones del
Honorable Concejo Deliberante, finalizada la cual volvieron al depósito.
En octubre de 1972 con motivo de los
festejos del Año del Turismo en las Américas el arquitecto Peña logró que
fueran ubicadas en la antigua plazuela de San Francisco, frente a la Basílica,
sobre la vereda de la calle Adolfo Alsina. Permanecen allí, alineadas,
sometidas a la curiosidad de los paseante".
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Imagen: Las cuatro estatuas de la calle Alsina.
Texto e imagen tomados del periódico Desde Boedo.