(De Enrique Espina Rawson )
Todos creemos saber que es un conventillo; yotivenco al
vesre- y/o convoy simplificando el nombre. Podemos descubrir rápidamente que la
palabra viene de convento, y hasta podemos captar el sentido irónico que surge
de la comparación entre una venerable casa religiosa y un destartalado
“inquilinato”.
También hemos oído infinidad de veces que por causa de la
fiebre amarilla de 1870, las tradicionales casonas de San Telmo fueron
abandonadas, y que los antiguos moradores, o al menos los que quedaron de ellos,
se trasladaron a la zona que hoy se conoce como Barrio Norte y Recoleta, y que
esas antiguas y patriarcales mansiones fueron subdivididas en piezas, y
arrendadas a inmigrantes que buscaban un lugar para acomodarse. No indagaremos
si esto es lo que se denomina hoy un “mito urbano” o no, pero, como quiera que
sea, no es toda la verdad.
Los que uno supone como barrios absolutamente
aristocráticos, en realidad estaban minados de estas disminuidas “viviendas
colectivas”. Muchos recordamos, por citar un caso, el popular conventillo “de
los gitanos”, ubicado en José E. Uriburu casi Vicente López, demolido para la
construcción del hoy Village Recoleta; pero sin apelar a nuestra memoria
podemos consultar viejos expedientes municipales que nos hablan de intimaciones,
clausuras y habilitaciones de estas deplorables viviendas.
Veamos por caso: Parroquia del Socorro, con fecha del 31 de
agosto de 1875, se habilita un inquilinato de 17 habitaciones (no se
especifican baños) en Juncal 75, propiedad de Manuel Ramos. Este mismo señor es
beneficiado por una habilitación similar en un edificio que suponemos lindero,
y de similares características: Juncal 81, el 16 de octubre de ese mismo año.
Otros conventillos: Libertad 651; Santa Fe 358; Libertad sin
Nro. entre Juncal y el Bajo; Cerrito 710; Maipú 513; Montevideo 314. Si bien la
numeración es antigua todas estas direcciones corresponden a la misma parroquia
del Socorro. Podemos añadir otros paquetísimos lugares: Cerrito 500, Arenales
322, Santa Fe 74, Cerrito 718, y así tantas.
Lo cierto es que todo Buenos Aires estaba lleno de
conventillos, que no eran sólo las viejas residencias abandonadas del barrio
Sur, sino también, y mayoritariamente, ruinosas pero flamantes construcciones
“ad hoc”. Estos míseros habitáculos, edificados con los elementos más
deleznables que se pudieran conseguir, rendían proporcionalmente mucho más
renta que las casas de buena calidad, y muchos avispados caballeros no
vacilaban en invertir su dinero en estos espantosos antecesores de las
“villas”.
En todos ellos las piezas no tenían ventanas, sólo puertas
que daban al atestado patio, no había baños, sólo “sumideros”, uno o dos en
total para todos los habitantes, hombres, mujeres, niñas, ancianos; la “cocina”
era de uso común, lo mismo que los piletones para lavar ropa, y las sogas para
colgarla.
Esta historia tiene muchas derivaciones: epidemias,
incendios, huelgas de inquilinos, sangrientos desalojos, en fin,… no hay nada
que no sea dramático. Bien se dice que el tiempo todo lo atenúa, y el tango y
el sainete dieron, con los años, carácter pintoresco y a veces risueño a estas
torvas realidades. Tal vez sea preferible recordarlos así, y así lo hacemos al
tararearla colorida letra del viejo tango de Contursi: Mina que te manyo de
hace rato/ Perdóname si te bato/ De que yo te vi nacer/ Tu cuna fue un
conventillo/ Alumbrao a querosén… “Flor de fango” tango de Gentile y Contursi).
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Imagen: Patio de conventillo, dibujo de Omar Jesús Blanco.
Nota tomada de la página www.fervorxbuenosaires.com