(De Ricardo Llanes)
Había sido abierto sobre la barranca del Retiro y a lo largo de la que fuera quinta de Azcuénaga que ya era conocida por los días de 1800. Hasta el 27 de noviembre de 1893 llevó el nombre de Florida como si hubiese sido continuación de esta calle, lo que no era así porque desde la esquina de Santa Fe y Florida salía en línea diagonal al encuentro de Maipú, Juncal, y Paseo de Julio (hoy avenida del Libertador), punto de parada del primero de los tranvías que circularon en esta ciudad, que unía la estación del Norte con la del Ferrocarril Central, que se encontraba en Paseo de Julio entre las de Rivadavia y Bartolomé Mitre. En aquella fecha se la denominó Falucho como homenaje al recuerdo del soldado negro Antonio Ruiz, sacrificado el 7 de febrero de 1824 en el torreón de San Felipe, en el Callao (Perú), por defender la dignidad de la bandera alli desplegada; y cuya memoria, en primera mención enaltecedora, inmortalizó la pluma del general don Bartolomé Mitre.
Este pasaje dejaba ver en su ángulo noroeste, en Florida 1206, el corralón de madera de la firma Thea y Cia, vecino de la caballeriza de Luro que ocupaba el local Nº 1250 de dicha calle. Por ese lado la barranca tenía su mayor elevación y debe recordarse que la parte que daba a Florida 1158, próxima a la casa del doctor Francisco Almeida, se derrumbó el 4 de marzo de 1889, por lo que hubo que proceder a su apuntalamiento. Frente al pasaje, en Florida 1197 y 1199, abrían sus puertas y portones el restaurante de Pedro Lacoste y la herrería de Rafael Ramovecchio que allí se encontraba con la calle San Martín; y el color y el tono de lo residencial se lo ofrecían varias casonas, algunas de tipo colonial, que ocupaban distinguidas familias entre las que recordamos la del doctor Miguel Estéves Seguí. Todavía en 1890 el pasaje facilitaba el paso de las negras lavanderas que habitaban los inquilinatos de las inmediaciones, y el de los changadores que se ocupaban en la descarga de duraznos cuyas barcazas procedentes de las islas del Tigre, atracaban en el antiguo puerto del Retiro o de San Martín, como también se le llamaba, que se encontraba en la bajada de la calle Maipú, a pocos metros del lugar donde en 1900 levantaría su estación el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (actual F.C.N.G.S.M.). No obstante su caserío de antigua data, el pasaje contaba con algunas casas de departamentos, varias fondas y agencias de colocaciones y marítimas, estas últimas con sus pizarrones indicadores de los precios de pasajes que los inmigrantes tramitaban con destino a los parientes que aguardaban en los pueblos de la Calabria y la Coruña; y ya en 1928 un gran restaurante quedaba habilitado en su esquina sudoeste con la de Maipú. No fue este pasaje de mala fama como lo fuera el de la plaza Montserrat, y ello a pesar del tránsito frecuente de soldados, mayorales y estibadores, de concurrencia diaria al barrio de la batería, la nombrada "11 de Septiembrte", o "Libertad", situadas unas veces en la bajada de Viamonte y el Paseo de Julio y otras en la de la calle San Martín, frente a lo que era la Fábrica de Gas y hoy es la plaza Fuerza Aérea Argentina. No; en ningún momento el pasaje Falucho alcanzó la turbia referencia con que solía señalarse al llamado Aroma, debido a la tradición de la calle del Pecado. ¡Muy por el contrario! El nombre de Falucho dio allí ocasión a que un alto poeta, don Rafael Obligado, cantara en vibrantes décimas la heroica acción del soldado hijo de Buenos Aires; como así también a que un notable artista del cincel, Lucio Correa Morales, levantara el bronce de su estatua, que se dejó emplazada el 16 de mayo de 1897, en el mismo lugar que ahora ocupa la del hombre de Mayo, Esteban Echeverría.
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Imagen: Monumento a Esteban Echeverría, de Torcuato Tasso, emplazado donde anteriormente se levantaba el monumento a Falucho, de Lucio Correa Morales.
Texto tomado del libro de Ricardo Llanes, Recuerdos de la ciudad porteña. (Ediciones Corregidor, Bs. As., 2000)