(De Ricardo M. Llanes)
El 27 de junio de 1882 se realizaron en esta ciudad las exequias a Giuseppe Garibaldi; y el significado de unión y reconocimiento al héroe, representado por las setenta mil personas que marcharon por la calle Rivadavia, desde la de Caridad (hoy General Urquiza) hasta la Plaza de la Victoria, anticipaba la ejecutoria de la estatua del "guerrero infatigable, defensor de la causa de la libertad, quien se destacó como uno de los hombres más prominentes de su época". A partir de ese día, la comisión de miembros de la colectividad italiana resolvió reunir fondos para levantar el monumento, lo que dio lugar a que el diario La Prensa iniciara una suscripción popular con el aporte de 1.000 pesos; y ya el 22 de enero de 1883 el Círculo Italiano informaba que se habían recolectado, con destino a la obra, la cantidad de 250.000 pesos. El 6 de noviembre de 1898, fue colocada la piedra fundamental, ceremonia a la que asistieron los generales Bartolomé Mitre y Julio A. Roca, el embajador italiano y, entre todas las altas personalidades y las calculadas cien mil personas que rebasaban los contornos de la plazoleta de "los Portones", todos los veteranos de la legión garibaldina de Montevideo, y todos los que usaron la camisa roja en Italia y Francia, llegados especialmente para magnificar el acto. Cinco años más tarde el escultor Maccagnani comunicaba la próxima terminación de las distintas figuras, y decía: "En el monumento se incluyen la gran estatua ecuestre del general, las dos figuras alegóricas de la Libertad y de la Victoria, y los altos relieves de la Batalla de San Antonio y el Embarco de los Mil en la playa de Quarto, cerca de Génova".
Y llegó el 19 de junio de 1904, día en que toda el alma de Italia en Buenos Aires escribió una de sus más ilustres páginas de amor al héroe, en el mismo corazón de la ciudad. Y para alcanzar el resplandor elocuente de lo informativo, tocante a la grandiosidad del acto, debemos recurrir a las crónicas y notas gráficas que lo documentan, siendo ahora oportuno reproducir unos párrafos del editorial que publicara La Prensa: "Merecía el héroe de ambos mundos este homenaje en la República Argentina. Se había consagrado igual recuerdo a José Mazzini, la mente de la revolución italiana, el maestro de la democracia, y convenía consagrar al brazo poderoso que llevó a efecto la doctrina del maestro. Es necesario remontar muy lejos las páginas de la historia para hallar una figura tan acabada de patriota de todo el mundo, de valentía sin claudicaciones, de benefactor sin recompensa ni deseada ni solicitada. Ciudadano de todo el mundo, ofrecía su brazo y su arrojo a los pueblos oprimidos, cualesquiera que fuesen los puntos de la tierra en que se encontraran".
Tal el modelo de superación humana; tal el arquetipo de guerrero que ha venido reconociendo el hombre argentino, y en particular el porteño, que siempre ha visto en el expresivo bronce de la plaza Italia, después del que enaltece San Martín y ennoblece Belgrano, la figura ecuestre más popular y mayormente admirada por el pueblo de la ciudad de Buenos Aires.
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Imagen: Plaza Italia y monumento a Garibaldi (Foto de 1910).
Fragmento tomado del libro de Ricardo M. Llanes: Antiguas plazas de la ciudad de Buenos Aires.