(De Ángel O. Prignano)
Vestigios
de la antigua nomenclatura de las calles de Buenos Aires fueron descubiertos en
el barrio de Flores. Se trata de una inscripción que identificaba a la calle
San Ramón, denominación anterior de José Martí.
En la esquina de Juan Bautista Alberdi y
José Martí, pleno barrio de Flores, existe un comercio con nombre de mujer.
Tiene su entrada por Alberdi y funciona en una vieja casona familiar construida
durante la segunda década del siglo pasado. Toda su fachada está pintada de
color bordó y conserva en perfecto estado la estructura de viejos balcones sin
barandas sostenidos por ménsulas finamente decoradas, como prevención de la
futura construcción de una planta alta que nunca llegó a concretarse.
En el muro que da a la calle José Martí
se observa una sencilla moldura debajo de la cual corre un delgado tubo de
vidrio que, en las noches, arde con una discreta luz de neón. Por encima de esa
moldura se lucía hasta hace muy poco una de las tantas placas de chapa enlozada
que identifican las arterias de Buenos Aires, esos carteles rectangulares de
fondo azul y letras blancas muy comunes en toda la ciudad, en este caso con el
nombre de la calle aludida más arriba.
A través de Inés González, una vecina
curiosa y preocupada por las cosas del barrio, nos enteramos que allí pasaba
algo raro con tal nomenclatura. Su comentario fue que el nombre de esa calle no
correspondía al actual. Nuestra curiosidad hizo que nos acercáramos rápidamente
al lugar y ver qué pasaba, cargando preventivamente una cámara fotográfica para
registrar cualquier hecho anómalo. Pero lo que descubrimos superó ampliamente
cualquier anomalía; más aún, al comprobar tal irregularidad agradecimos que se
haya producido. Todo porque se trataba, nada más ni nada menos, de un hallazgo
arqueológico. ¿Cómo es esto?
No sabemos si por las inclemencias del
tiempo, alguna mano atrevida o simplemente la ley de gravedad, la chapa que
identificaba la calle José Martí se desprendió dejando a la vista la denominación
anterior: Calle San Ramón. En realidad sólo se alcanza a leer LE SAN RAMON, así
escrito sobre una placa de argamasa empotrada en la pared. Evidentemente, tal
inscripción se conservó protegida por la chapa enlozada, que es de tamaño
inferior al de los antiguos carteles de calles de Buenos Aires y no alcanzó a
resguardarla en toda su superficie. De ahí que debería encararse su
recuperación total para que pueda visualizarse en su dimensión verdadera. Tarea
para los restauradores.
Ahora bien. ¿Cuántos años tiene la placa?
Según nuestras investigaciones, este sector del barrio formaba parte de una
extensa chacra perteneciente a Norberto de Quirno y Echeandía desde 1808. La
propiedad luego fue fraccionada en varias quintas, una de las cuales fue
adquirida por Vicente Celestino Silveira en 1847. Esta cuadra de San Ramón se
abrió en 1905 como continuación de la que ya se encontraba habilitada al
tránsito público desde la avenida Rivadavia, donde se inicia. Ello para
permitir el remate en lotes para vivienda. Los primeros fueron vendidos en
1907(ver: De la chacra al barrio).
El nombre San Ramón le fue impuesto por
la antigua Municipalidad de San José de Flores, antes de que el territorio
fuera incorporado a la
Capital Federal para su ensanche y configuración actual,
trámite que se concretó en 1887. La calle cambió de denominación el 24 de
octubre de 1919, fecha en que la autoridad municipal porteña dispuso homenajear
a José Martí, poeta y patriota cubano que luchó y dio su vida por la
independencia de su país.
De todo ello surge que la vieja
inscripción data de entre 1907 y 1919, es decir que muy probablemente supere
los cien años. Tal vez se constituya en el único vestigio de la nomenclatura
callejera antigua de la ciudad de Buenos Aires, aunque no debe descartarse que
debajo de cualquier otra chapa enlozada pueda hallarse un nuevo testimonio.
En todo caso, tal patrimonio material
descubierto en Flores debe ser protegido, señalizado y difundido. Debe ser
protegido para que no se pierda un jalón importante del pasado del barrio y de
la ciudad, señalizado para que se arraigue en la población su significación
histórica, y difundido para que se conozca y aprecie su dimensión testimonial
entre los docentes, estudiantes, turistas y vecinos en general. El Museo de la Ciudad , la Dirección General
de Patrimonio e Instituto Histórico, o directamente el Ministerio de Cultura
del Gobierno porteño deben hacerse cargo y poner manos a la obra.
DE LA CHACRA AL BARRIO
Grandes superficies de la zona sur del
barrio de Flores formaban parte de un minifundio situado entre las
inmediaciones del cementerio hasta la avenida Álvarez Jonte. Le pertenecía a
Norberto de Quirno y Echeandía, quien la compró el 13 de mayo de 1808. A partir de entonces
fue conocida como Chacra de Quirno.
Este inmigrante vasco-francés introdujo
notables mejoras en su propiedad e instaló un importante tambo para dedicarse a
la producción lechera. Así, en 1823 inauguró el primer local destinado al
expendio de leche al por mayor y al menudeo que funcionó en Buenos Aires. Se
ubicaba en Hipólito Yrigoyen, entre Bernardo de Irigoyen y Tacuarí.
Con el tiempo, la chacra de su propiedad
fue dividida en varias quintas, una de las cuales fue adquirida en 1847 por
Vicente Celestino Silveira en sociedad con otro que enseguida le vendió su
parte. La quinta de Silveira –así fue conocida por muchos años– tenía forma
poligonal y estaba delimitada por las actuales Juan B. Alberdi, Mariano Acosta,
Balbastro, Lafuente, Francisco Bilbao, Varela y el pasaje Italia.
Silveira falleció en 1880 y lo heredaron
sus seis hijos, uno de los cuales, de nombre Máximo, se quedó con la fracción
en la que se construiría la casa donde se ha hallado la inscripción con el
nombre antiguo de la calle José Martí. Más adelante, en 1905, esta tierra fue
adquirida por Pedro Dominioni y Antonio M. Borzone, quienes muy pronto abrieron
calles, amojonaron once manzanas y parte de otra, y procedieron al remate de
lotes de diez varas (8,66 m )
de frente por variadas medidas de fondo.
Es así como la zona comenzó a poblarse
con vecinos de buen nivel económico que hicieron construir viviendas de
excelente calidad, entre ellas la ubicada en la esquina de Juan B. Alberdi y
José Martí, que con el paso del tiempo dejó de ser una casa familiar para
convertirse en un espacio comercial que milagrosamente conserva huellas de la
antigua nomenclatura porteña.
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Imagen: Antiguo nomenclador urbano de la ciudad
de Buenos Aires en el barrio de Flores.
Nota y fotografía tomadas del periódico “Desde
Boedo”, Nº 150, enero de 2015.