(De María Elena Walsh)
Me da una tristeza
este olor a nadie,
tan antiguamente,
pobre Buenos Aires.
Modestos silencios
suben de la calle
y son parecidos
a los hospitales.
Ante una ventana
se vuelven cobardes,
bastante humanos
y hasta algunos, ángeles.
En un cenicero
cabe una catástrofe.
Por ejemplo, un peine
representa cárcel.
Parece mentira
pero qué desastre
es ver que las hojas
se van de los árboles.
Estas cosas pasan,
cualquiera lo sabe.
Los otoños son
unos criminales.
Aquí no hubo guerra.
sólo un homenaje
a frecuentes víctimas
del tango y del aire.
Hasta las paredes
se sienten culpables.
Nadie se imagina
lo que es Buenos Aires.
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Foto: María Elena Walsh