(De Juan Carlos Lamadrid)
Voy a cantar por milonga
a los estaños porteños;
milonga toda de historia,
de contrapinta y de sueños.
El Sur estaba de guapos
y el Norte de mozos reos,
mi Barrio Flores ardía
de Julietas y Romeos.
El Este se amontonaba
de picarones centreros;
tras el frú-frú de las minas
tranqueaban los cadeneros.
Lindo tiempo de cantores,
contradanza de este tiempo
volteador de los estaños,
¡de árboles y de sueños!
“La Estrella”
I
En el estaño “La Estrella”
I
En el estaño “La Estrella”
don Ángel Introzzi, un púa,
flor de tano, aguantiñaba
las mangas y los mamúas;
todos éramos muchachos,
tal vez haya perdonado
las bravatas inocentes,
lo bebido y lo bailado;
a pulmón en el invierno,
cuando a carlón y a buseca
la farra fallaba al oro:
seca, seca: ¡siempre seca!
Son cosas de los estaños,
de poetas y varones.
El Hombre, el Vino y la Noche
se juntan por tres razones.
La primera es la aventura,
la segunda es la amistad
y la tercera es más grande:
¡es pura casualidad!
II
El café costaba quince.
Todos éramos cachorros
y nuestros amigos eran
obreros, giles y chorros.
Esa era la clientela
del café “El Germinal”,
¡cuántos de aquellos muchachos
habrán terminado mal…!
La orquesta arrancaba en firme
a las siete de la tarde
y el tango daba su misa:
La Mina, el Guapo, el Cobarde.
Así andaba entreverada
la paloma adolescente;
Simón en la recalada,
Borges, en Luna d’Enfrente.
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Imagen: Frente del café "Dante" de Boedo, hoy desaparecido.
Tomado de la antología Breviario de poesía lunfarda, Bs. As., 1994.