25 jul 2011

Desandar el camino


(De Pablo Bellocchio)

Dícese que en el porteño barrio de Parque Chas, las calles suelen encontrarse consigo mismas.
Rotondas perpetuas que en un espiral huracanado, absorben y obnubilan a todo aquel que ose caminarlas. Uno puede pasear por estas cuadras desesperanzadas y llegar a la esquina de Londres y Londres..., y  así también si camina por la calle Berlín. En algún momento, Berlín se cruzará consigo misma.
Con esa esperanza comenzó un día Danilo a caminar en círculos. Entrando por Marsella, se sumergió en la rotonda berlinesca con la idea fija de reencontrarse consigo mismo. De advertirle a su pasado  que no cometiera las equivocaciones que el cometió. Salvarse así de las garras crueles de más de una mujer que lo había atravesado. Aconsejaría Danilo a su pasado, dejar el trabajo. Dedicarse a pintar, como siempre quiso. Se advertiría a sí mismo sobre aquellos amigos que en realidad el tiempo demostró que no lo eran tanto.
Perpetuó entonces Danilo sus pasos en las baldosas agrietadas hasta mezclarse entre las diagonales. Sus huesos se hundieron hasta soldarse mientras el sonido apagado de las estaciones le peinaba la mirada. Arrastró su cuerpo de hombre aprisionado entre el diluvio otoñal y el arácnido verano. No tardaron los vecinos en transformarlo en una más de las leyendas del barrio. Conoció Danilo uso y horario de cada uno de los habitantes de Parque Chas. Caminó en círculos, con la esperanza ciega de deshacer su historia hasta el comienzo. Para luego rehacerla, claro está.
Cayó en la cuenta, luego de un tiempo de camino circulado, de que el amanecer, empezó a atardecerse. Vio a la luna rehacerse hasta mostrar su cara oscura. Así también, maravillado, sintió al suelo llover, empapando sus talones, y a las gotas subir, hasta embarazar las nubes. Los trotadores gimnastas de la mañana daban sus zancadas en franco retroceso. El viento succionaba, empujando sus pasos en silencio.
Finalmente una mañana (o una tarde, quien sabe) a lo lejos, bordeando la esquina de Berlín y Berlín, se encontró Danilo con su Danilo pasado. Se acercó.
Danilo pretérito, lo miró con el respeto que los ancianos se merecen.
Danilo caminante, sin pensarlo demasiado, le dijo... “No mires nunca para atrás”. Y así, Danilo, nunca volvió a Parque Chas.
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Imagen: Parque Chas, acrílico de Cecilia Novelli.
Este material fue tomado del periódico Desde Boedo, julio 2011.