(De Miguel Eugenio
Germino)
“Monte Cúdine” fue una
bebida amarga, “Amaro”, de origen
italiano, que se popularizó en Buenos Aires a principios del siglo XX.
El barrio de Balvanera
fue el lugar donde se radicó Giosué Bonomi, hombre emprendedor nacido en un
pueblito cercano a Milán y al Monte Cúdine. Había recalado en las costas
uruguayas en el año 1836. Con unos pocos ahorros y un pequeño crédito compró
una nave que había encallado en la costa debido a un fuerte temporal, con el fin
de desguazarla y vender la madera y otros aparejos navíos.
A este primer barco
siguió un segundo que había corrido igual suerte. El buen resultado de estas
operaciones hizo que Giosué se planteara que si existía un mercado para la
madera usada, también podía existir uno para la madera nueva, con lo que dio
inicio a la importación de tablas. El negocio fue un éxito, y le siguieron
otros. Así fue como abrió una barraca a la que llamaría "La Barraca del Pontón".
Con esta actividad logró
cierta posición económica. Ingresó a nuestras tierras, coincidentemente con las
grandes inmigraciones europeas. Entonces adquirió un edificio en la calle
Belgrano 2280, cuya construcción data del año 1870; lo acondicionó e instaló
allí su empresa hacia el año 1871.
Posteriormente constituyó
una sociedad con Juan Lamaison, para explotar una ferretería y un almacén
naval. Finalmente en 1876 comenzó con la importación y envasado de su “Amaro”, que distribuyó en las pulperías
de la ciudad y las poblaciones del interior.
El negocio resultó
fructífero, y logró imponer la bebida en el gusto de los argentinos de la
época; con el tiempo incorporó otros productos, como nuevos licores, vinos y el
azafrán.
Vale hacer un poco de
memoria sobre cómo era el país en aquella época: la población total llegaba a
3.250.000 habitantes; la Ciudad
de Buenos Aires contaba con 430 mil almas, en una alta proporción inmigrantes.
El ejido urbano llegaba
hasta la Calle
de las Tunas (hoy Entre Ríos-Callao), llamada así por los cercos de las casas y
quintas que delimitaban entonces las propiedades. Hacia el oeste se abrían en
abanico numerosas quintas, algunas para los fines de semana de la incipiente
burguesía local y otras, pequeñas unidades de producción de frutales y
verduras, salpicadas entre pantanos y terrenos yermos.
Los caminos eran casi
inexistentes a excepción del Camino Real, la actual Rivadavia. El primer
ferrocarril, el Camino de Hierro al Oeste nacía por el año 1857, y las líneas
de tranvías a caballo hacia 1868, entre ellas la de los hermanos Lacroze, que
recorría desde Plaza de Mayo a Once. Estos primitivos tranvías iban por la
calle Cangallo (hoy Perón) y regresaban por Piedad (hoy Bartolomé Mitre), que por
cierto marcaron un antes y un después en el transporte y en los caminos.
Sobre el citado Camino
Real se levantaba el teatro “Doria”, un amplio galpón con techo a dos aguas,
predecesor del “Marconi”, también desaparecido (era considerado como de “óperas
baratas”). Por entonces se abría el Colegio San José de los padres Bayoneses,
en Cangallo y Azcuénaga, y el Gran Mercado Spinetto –mayorista-minorista– que
aglutinaba a amplios sectores de la colectividad italiana.
En aquel ámbito nació
“Monte Cúdine”, en los suburbios de una ciudad que avanzaba lentamente hacia el
oeste, en las inmediaciones de los barrios negros, los Barrios del Tambor, como
lo era una amplia franja del sur de Balvanera donde proliferaba la raza negra,
con admiradores y protegidos de Rosas. Recién se revertirá esta mayoría y casi
desaparecerán los negros, con la cruenta e injusta Guerra de la Triple “Infamia” contra el
Paraguay, donde éstos fueron utilizados como carne de cañón.
Después vinieron las
grandes inmigraciones de italianos y españoles que motivaron al gobierno de
Roca a promulgar en 1884 la Ley
1.420 de Educación Laica, y en 1888 la
Ley 2.393 de Matrimonio Civil. Hasta entonces tanto la
educación, como los matrimonios y defunciones eran manejados por la Iglesia.
Con este escenario
volvemos a “Monte Cúdine”, un amargo que caló fuerte en la población de
entonces. Era importado, de origen italiano, desembarcado por Bonomi en las
orillas bonaerenses y transportado en carretas hasta el gran caserón de
Belgrano al 2200, donde era embotellado y distribuido.
En sus comienzos el
establecimiento tenía piso de tierra. Más tarde adoquinaron una calle interior
que llegaba hasta más allá de la mitad de la manzana. Allí se almacenaba el
producto en grandes sótanos, algunos de los cuales aún hoy subsisten como
depósitos del actual Pasaje del Mueble. En los fondos, y por la calle
Venezuela, se hallaban las caballerizas.
Hacia el centro de la
manzana, la familia Bonomi había construido su residencia de tres pisos, con
ascensor, uno de los primeros de Buenos Aires; toda una novedad en las afueras
de la ciudad de entonces.
Sobre Venezuela funcionaba
también un cine, según recuerdan vecinos memoriosos, del que no contamos con
precisiones; sí las hay del cine “Guaraní” que estaba en Belgrano y Pasco.
Todavía en las primeras
décadas del siglo XX subsistían sobre la avenida Belgrano algunos de los
amplios caserones que supieron albergar instituciones barriales, como el
Registro Civil hacia la calle Pichincha, vereda impar, y una escuela primaria
hacia Matheu, vereda par. En la esquina NE se levantaba una sucursal del bazar “Dos
Mundos”, otro de los grandes emporios desaparecidos de la ciudad, y la
tradicional zapatería “El Cañón”, por Pichincha a pocos metros de Belgrano. En
esa esquina, en su pronunciada curva, resonaba diariamente el chirrido de las
ruedas del tranvía, junto al chispazo del trole al rozar el electrificado
conducto aéreo.
Con el correr del tiempo
varios fabricantes independientes de bebidas se agruparon y crearon Licorerías
Unidas, S.A. (LUSA). Uno de sus fundadores fue precisamente Luis G. Bonomi,
quien aportó su negocio de Amaro.
Finalmente esta sociedad fue adquirida por Martini & Rossi, y la familia
Bonomi se concentró en el negocio de las especias y los condimentos.
Con el tiempo los gustos
de Buenos Aires fueron variando, y el famoso Amargo “Monte Cúdine” desapareció
como tantas otras bebidas tradicionales: “Pineral”, “Amargo Obrero”,”
Hesperidina”, “Hierro Quina Bisleri”, hoy guardadas en el cofre de los
recuerdos. Siempre existe algún coleccionista que pone en venta por Mercado
Libre aquellas botellas a valores considerables, pero atractivos para el
antiguo bebedor porteño.
Finalmente la cuarta
generación de la familia de Giosué Bonomi emigró hacia Uruguay, donde continuó
explotando la marca, claro está que con otros productos, especialmente sabores
y condimentos, pero el tema es motivo de otra historia.
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Fuentes:
http://www.montecudine.com/compania_historia.php
http://listado.mercadolibre.com.ar/antigua-botella-amargo-monte-cudine
http://detallesdebuenosaires.blogspot.com.ar/2011/08/edificio-en-av-belgrano-2280-galeria.html
http://www.yelp.com.ar/biz/galer%C3%ADa-monte-cudine-buenos-aires
Fotografía: El viejo
edificio, en avenida Belgrano 2280, hoy remozado como Paseo del Mueble.
Texto e imagen tomados del periódico barrial Primera Página.
Texto e imagen tomados del periódico barrial Primera Página.