9 feb 2011

Apareció el piano-pianola donde nació el tango “Adiós muchachos”

 

(De Ángel O. Prignano)
 
Si bien es cierto que Sanders fue un músico, pianista y compositor que no brilló demasiado en el ambiente musical de Buenos Aires, le cabe el gran mérito de ser el compositor de uno de los mayores éxitos de la canción ciudadana: el tango “Adiós muchachos”. El enorme Enrique Cadícamo lo recuerda en sus Memorias, concretamente en un párrafo referido a sus propios inicios en el estudio del piano. Allí revela su vecindad con Sanders: “Sabía que en 1709, B. Cristofori había inventado el piano y que muchos de mis amigos lo ejecutaban admirablemente sin conocer una nota: Julio Sanders, vecino mío, muchos años después autor del tango ‘Adiós muchachos’, tenía un estilo tan personal que encantaba escucharlo, lo mismo que Leclaire, Ferro o Rossi. Ejecutaban piano por la misma vocación que yo sentía”. Cadícamo tuvo varios domicilios en el barrio de Flores: Carabobo 451, Portela 106 y Camacuá 25.
El nombre completo del compositor del tango que nos ocupa es Julio César Alberto Sanders. De aquí que en algunas partituras apareciera como A. Sanders, Alberto Sanders o simplemente Sanders. Además utilizó René Sandor como seudónimo. Su padre se llamaba Alberto y su madre Paula del Valle. Alguna biografía que hemos consultado consigna su nacimiento en Quilmes, el 13 de febrero de 1897, y su deceso en la misma localidad bonaerense, el 10 de junio de 1942. Nada dice de su estancia en Flores, pero esto estaría avalado por el testimonio de Cadícamo que acabamos de anotar y el de tantos otros tangueros que, como él, concurrían asiduamente a la confitería “La Perla de Flores” y al café “Las Orquídeas”, lugar este último donde –como se ha dicho– con Vedani creó el famoso “Adiós muchachos” y, según nuestras últimas averiguaciones, también el tango “Pobre cieguita”.
En 1924 se conoció su primera pieza, el tango “Inglesita” que llevó letra de Horacio Zuviría Mansilla. Otros son “Calavera”, “Presumida”, “Viejo patio”, “Largalo”, “Gorrión de mi barrio”, “Canillita” y los dos citados en el párrafo anterior. Entre sus valses se encuentran “Luna de arrabal” y “Yo tan solo veinte años tenía”, con letra de Cadícamo y una versión discográfica de Agustín Magaldi. En 1936 compuso la música de la película Canillita, que protagonizó Amanda Ledesma.
En cuanto al Café, bar y billares “Las Orquídeas”, el diario La Razón consigna la extinción del comercio en su quinta edición del 14 de agosto de 1958. Esta noticia sirvió a Jorge A. Bossio para tomar de ella algunos datos que volcó en su libro dedicado a los cafés de Buenos Aires, y a Tito Livio Foppa para completar su Diccionario teatral del Río de la Plata. A nosotros nos parece oportuno transcribir íntegramente la nota, pues por sí sola refleja acabadamente la bohemia de los años veinte que se reunía en este rincón del barrio de Flores: “El café ‘Las Orquídeas’, donde se pergeñaron novelas, cuentos, obras de teatro y bromas que hicieron época, cierra definitivamente. Cuando la piqueta se ensañe con los viejos muros del café ‘Las Orquídeas’, de la calle Artigas y Yerbal, caerán entre los escombros no menos de medio siglo de recuerdos que aún anidan en la cabeza plateada de los sobrevivientes de la vieja muchachada de Flores. El viejo café tiene su origen alrededor de 1915, en el teatrito “Libertad”, que instalara Francisco Neira y donde consumiendo un ‘capuchino’ de 15 centavos, se podía presenciar el espectáculo en el que la tonadillera cantaba aquello de ‘Y ven, y ven, y ven... y ven chiquillo conmigo’..., o ‘Tápame, tápame, tápame; tápame que tengo frío’... En el fondo, sobre el techo de la mesa de pool, puede verse aún la estructura de escenario y restos de la ‘parrilla’, de aquella época. Luego cambiaron las cosas, compró Fontanals, efectuó reformas y se instaló con su cuñado Anacleto. El teatrito debió ceder el paso a los cines y quedó definitivamente transformado en café. Era la época de las barras y sus mesas empezaron a ser testigos de las confidencias de la más ecléctica y contradictoria muchachada que puede suponerse.
“Frente a un express de 0,15, Roberto Arlt pergeñó algunas páginas de El juguete rabioso, que en un principio se llamó Vida puerca, y Fernando Gilardi, algunas otras de su Silvano Corujo, ambas distinguidas con un premio municipal. Carlos Goicochea y Rogelio Cordone concibieron en las mismas algunas de las escenas de su vasta obra teatral, y Julio Sanders y Vedani se inspiraron en los motivos del celebrado tango ‘Adiós, muchachos’. También Alberto Fagella y Víctor Alberto Buzzio, que ostentaban sombreros bohemios, corbata voladora y patillas espectables, crearon los personajes de sus cuentos y novelas. En más de una oportunidad, Lorenzo Vico Torrá, aquel director artístico y speaker de Radio Nacional que marcó rumbos en la profesión, cambió ideas con Celedonio Flores sobre el motivo de un nuevo tango del autor de ‘Mano a mano’. En otras mesas, entre tutte, codillo, truco y monte criollo, se pergeñaban, asimismo, las grandes bromas de la época. José Saia, Ramón Costa Febre, Cavenago y tantos otros que escapan a la memoria del cronista, proclamaban la candidatura de Abelardo Colón para la presidencia de la República Unida de Sudamérica, que pensaban instituir, y organizaban actos que hicieron historia en la vieja plaza, en la época en que se conservaba su fuente medieval, donde hoy se eleva el mástil”.
Bossio insiste en destacar que: “Sin alcanzar la jerarquía de cenáculo literario, es evidente que este café recibió los espíritus pulcros de escritores que encontraron ambiente para meditar sus obras”, mientras que el recordado historiador Emilio J. Vattuone apuntaba la actuación, entre 1924 y 1927, del cuarteto de Adolfo “Pocholo” Pérez.
De acuerdo con lo señalado por el cronista de La Razón, el teatrito habría arrancado alrededor de 1915 y en un momento cedió el paso a los cines para convertirse en café. Pero, ¿cuándo ocurrió esa mutación? Ahora nos cabe a nosotros, entonces, aportar nuestras propias investigaciones. Por lo pronto, si bien es correcto situarlo en la esquina de Artigas y Yerbal, conviene dar su dirección exacta: Gral. José G. Artigas 92-100, esquina Yerbal 2502-28. El local fue alquilado en 1926 por José Fontanals, al mismo tiempo que Anacleto Salmoyraghi tomó el cargo de gerente. Fontanals estaba casado con Teresa Palmira Salmoyraghi, hermana de Anacleto. Enseguida se hicieron las reformas necesarias para hacerlo funcionar y se instalaron nueve mesas de billar de carambola y dos de snooker o pool. El techo corredizo heredado del pequeño teatro “Libertad” hacía posible ventilarlo adecuadamente durante los meses de verano.
Salmoyraghi era vecino de Flores. Tenía su hogar en Terrada 30 y allí vivió con su familia hasta fines de 1958, casualmente el mismo año en que el negocio –ya en manos de otros propietarios– cesó sus actividades. De su matrimonio con Haydee López Díaz nacieron seis hijos: Rosa Elisa, José Antonio, Carlos Alberto, Martín, Alberto y Teresa. El segundo de los nombrados fue quien nos trajo las noticias inéditas que aquí anotamos referidas a “Las Orquídeas”. Durante una visita que le hicimos en marzo de 2010 puso a nuestra disposición la documentación que avala tales novedades.
Pasado quince años al frente del establecimiento, es decir en 1941, los señores Fontanals y Salmoyraghi lo compraron en sociedad. Nada halagador para sus flamantes dueños fue una repentina tormenta que, por la inoportuna falla del mecanismo de cierre del aludido techo corredizo, provocó el anegamiento del local y el consiguiente deterioro de las mesas de billar y otras instalaciones.
El 29 de marzo de 1949, finalmente, se lo vendieron en $ 250.000 a la sociedad que formaban Jesús Maurín, Benigno García, Hilario Méndez y Francisco Arias, quienes tomaron posesión del inmueble el 2 de mayo de ese año. El boleto de compra-venta fue redactado por los martilleros Portilla y Cía. en sus oficinas de Avenida de Mayo 1161. Se estableció la estabilidad laboral de los mozos y otros empleados, cuyos apellidos y fecha de ingreso, copiados del documento que tuvimos a la vista, se indican a continuación: Montoya (8 de noviembre de 1926), González (2 de enero de 1931), Sánchez Castro (1° de febrero de 1932), Gascón (21 de junio de 1932), Gallo (25 de agosto de 1934) y Miño (20 de diciembre de 1943). Del mismo modo debía respetarse la continuidad de un mozo nocturno ingresado el 7 de noviembre de 1944, dos lavacopas, un cafetero, otro mozo de mostrador y un peón de limpieza, algunos de estos últimos con cama y comida. Además quedó convenido que al cajero se lo haría mozo, pues los nuevos dueños deseaban tener a su cargo esa función, relevándose a los compradores de pagar cualquier indemnización a tal empleado si no aceptaba el ofrecimiento.
El Café, bar y billares “Las Orquídeas” se mantuvo activo por casi una década más, hasta fines de 1958, atendiendo parroquianos en esa esquina florense. Poco tiempo después fue demolido para dar lugar a la modesta galería Plaza Flores, cuya construcción se inició el 29 de noviembre de 1960 y actualmente puede visitarse en ese lugar. En el subsuelo funcionó, a partir de 1983 (consecuencia del “destape” que trajo el regreso de la democracia) y hasta no hace mucho tiempo, una sala donde se exhibían películas condicionadas. Puede pensarse que, en un salto del tiempo, resultó la continuación del teatrito “Libertad” que precedió al café y donde antaño también era posible ver filmes subidos de tono, pero en blanco y negro.
Entrando ahora en el vínculo del célebre tango con “Las Orquídeas”, ya dijimos que está ampliamente difundido que Sanders y Vedani le dieron vida en este café. Pero nadie nunca se preguntó en qué instrumento compuso Sanders la música, porque a Vedani le habrá bastado una de las mesas para escribir la letra. Y aquí está, precisamente, nuestro aporte.
En “Las Orquídeas” había un piano-pianola, definido como un instrumento musical de cuerdas que puede ser tecleado manualmente por un pianista como también por medios mecánicos, en este caso utilizando pedales que hacen funcionar un grupo de fuelles alojado en el interior de la caja de resonancia. También los hay con mecanismo eléctrico. La presión neumática abastecida por tales fuelles hace girar un rollo de papel perforado con la música que, de este modo, se reproduce automáticamente. En aquellos tiempos no era raro que Sanders recorriera su teclado para hacer escuchar distintas piezas a los parroquianos.
Lo maravilloso del asunto fue descubrir que este instrumento se conserva en perfecto estado. Está en la casa de José Antonio Salmoyraghi, quien lo atesora como una preciosa herencia de su padre y nos permitió fotografiarlo en abril de 2010. Es de la marca Orpheola, tiene el número de serie 111.787 y fue fabricado en los EE.UU. con madera de roble americano. En los años veinte, sus únicos agentes en Buenos Aires eran Obiglio & Hijos.
Este es el instrumento de cuyo vientre nacieron en 1927 las notas de “Adiós muchachos” y donde se ejecutó por primera vez. José Antonio también guarda celosamente una partitura de la Editorial A. Perrotti con la dedicatoria manuscrita y las firmas de Sanders y Vedani: “Para el dueño del mejor café de B. Aires José Fontanals y su querido Gerente Anacleto Salmoyraghi, cariñosamente”. ¡Qué mejor colofón para esta historia!
Un dato más, y para nada casual. José Antonio y su esposa Guillermina son excelentes bailarines de tango y enseñan la danza porteña a muchos que desean internarse en sus secretos. Otra vez, el tango uniéndolo todo.
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Imagen: Pianola del Café, bar, billares "Las Orquídeas"; hoy propiedad de José Antonio Salmoyraghi (Foto: J.A.S.)
Una versión reducida de esta nota fue publicada en Todo es Historia, N° 522, de enero de 2011.