(De Jorge Luchetti)
Si bien Villa Ortúzar tiene límites bien definidos, los sectores linderos con Belgrano y Villa Urquiza muchas veces son incluidos “confusamente” dentro de estos barrios Por supuesto, no siempre es una mera casualidad. Suele ser un recurso de las propias inmobiliarias del lugar con el fin de revalorizar las propiedades en venta. Es ni más ni menos que una estrategia marquetinera de las empresas de bienes raíces flexibilizar los límites de nuestros barrios. Se busca la posibilidad de extender el mercado de mayor estatus utilizando la franja lindante, más económica, para poder darle los valores del metro cuadrado que se aplican en las zonas de mayor demanda.
Pero esta situación no sólo se da en Villa Ortúzar. En barrios como Coghlan o Villa Pueyrredón suceden situaciones similares; en varias ocasiones los avisos clasificados extienden los barrios de Belgrano y Núñez a límites cada vez más impensados. Otras publicaciones intentan aclarar en qué zona se encuentra la propiedad, publicando por ejemplo Belgrano-Coghlan, Belgrano-Ortúzar, etcétera. Un claro ejemplo de lo antes expuesto son las nuevas obras de la ex fábrica “Nestlé”, que está siendo promocionada como “Los Altos de Núñez” aunque los terrenos pertenecen a Coghlan. Esto que parece ser algo de poca importancia a su vez muestra una forma engañosa que termina por desorientar al comprador, quien cree haber adquirido una propiedad en un determinado barrio y en definitiva se encuentra viviendo en otro.
Pero esta situación no sólo se da en Villa Ortúzar. En barrios como Coghlan o Villa Pueyrredón suceden situaciones similares; en varias ocasiones los avisos clasificados extienden los barrios de Belgrano y Núñez a límites cada vez más impensados. Otras publicaciones intentan aclarar en qué zona se encuentra la propiedad, publicando por ejemplo Belgrano-Coghlan, Belgrano-Ortúzar, etcétera. Un claro ejemplo de lo antes expuesto son las nuevas obras de la ex fábrica “Nestlé”, que está siendo promocionada como “Los Altos de Núñez” aunque los terrenos pertenecen a Coghlan. Esto que parece ser algo de poca importancia a su vez muestra una forma engañosa que termina por desorientar al comprador, quien cree haber adquirido una propiedad en un determinado barrio y en definitiva se encuentra viviendo en otro.
Pero no siempre es un problema inmobiliario. Por ejemplo, uno de los límites de Villa Ortúzar corre paralelo al borde del cementerio de Chacarita, lo que hace que el común de la gente que pasa por el lugar piensa que se encuentra en el barrio homónimo. No cabe duda de que estas situaciones tienen que ver con la forma arbitraria que se ha utilizado para demarcar los límites de cada barrio. A su vez, este pequeño rincón de la ciudad llamado Villa Ortúzar se encuentra dividido virtualmente por la avenida De los Incas en dos partes que viven en formas muy diferentes.
Hay una Villa Ortúzar que va desde Los Incas y llega hasta la calle La Pampa, con edificios deslumbrantes y viejas casonas rodeadas de verdes jardines, donde el valor de la propiedad es realmente alto. Del otro lado de la avenida, como lo describe Leopoldo Marechal en su Adán Buenosayres, “el viejo barrio de malevos que ladran de melancolía frente a los incendiados crepúsculos” no ha cambiado mucho desde aquellos años. En esta parte las viviendas son a escala más modesta y aun no se ha perdido la costumbre de salir a tomar mate a la vereda.
En síntesis, la arquitectura de Villa Ortúzar es, como decía el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, el testigo menos sobornable de la historia del barrio.
TIERRAS DE COLEGIALES
Villa Ortúzar formó parte de las tierras que pertenecieron al Colegio Real de San Carlos (hoy Nacional de Buenos Aires), conocidas como las “chacritas o chacaritas de los colegiales”. En 1827 se creó un pueblo llamado Chorroarín y allí fueron entregados terrenos a inmigrantes, que en su gran mayoría eran alemanes.
Se fueron sucediendo los diferentes dueños de estas tierras hasta que en 1862 veintiséis manzanas fueron compradas por don Santiago de Ortúzar. Las calles fueron trazadas siguiendo la geometría de la ciudad y se arbolaron sus veredas con una importante cantidad de eucaliptos. Don Santiago construyó su casa en el predio ubicado en las actuales calles Giribone, Heredia, 14 de Julio y Álvarez Thomas. Instaló también grandes palomares, de ahí que la zona fuera identificada como “El palomar de Ortúzar”. Los límites actuales del barrio son: Elcano, Forest, Triunvirato, Donato Álvarez, La Pampa y vías del Ferrocarril Urquiza.
En 1874 comenzaron los loteos, empezaron a verse por el lugar los primeros tranvías a caballo y en 1888 llegó a la zona el Ferrocarril Urquiza. En las décadas inaugurales del siglo pasado el incremento poblacional fue muy singular, lo mismo que las industrias. Las fábricas llenaron de humo los cielos del barrio y con el tiempo se fueron apagando. Una de las empresas más importantes que se instaló en el lugar fue Sudamtex, que en 1986, como tantas otras, lamentablemente cerró sus puertas.
Como sucede en la mayoría de los barrios de Buenos Aires, Villa Ortúzar carece de metros cuadrados de espacios verdes en proporción a su cantidad de habitantes. De todas formas nos encontramos con pocas pero singulares plazas, como el Paseo República de Filipinas, que recorre la avenida De los Incas desde Forest hasta Álvarez Thomas, con sus senderos rojo ladrillo. Este característico bulevar se encuentra decorado por interesantes esculturas y flanqueado por una lujosa arquitectura. En 1925 se construyó la plaza 25 de Agosto en el espacio que ocupaba el antiguo palomar. Debe su nombre a la comunidad uruguaya y a su prócer, Gervasio de Artigas. En 1940 se inauguró la plaza Antonio Malaver, ubicada a metros del cementerio de la Chacarita, entre las calles Montenegro, Girardot, Heredia y Estomba. Finalmente podemos citar a la plazoleta Dr. Roberto Koch, entre las calles Chorroarín y Donado.
Los antiguos vecinos suelen decir “en Villa Ortúzar tenemos todo”. Calles interiores que son tranquilas, que se unen a su vez a rápidas avenidas; un centro cultural bien moderno (avenida Del Campo 1340); la Parroquia San Roque (Plaza 1160), de estilo neorrománico,
construida en 1908 y símbolo del barrio; y el tradicional café “De los Incas”, frente al bulevar homónimo.
La memoria del barrio ha quedado inscripta en Marechal y Roberto Arlt, incluso en una de las más relevantes poesías escritas por Jorge Luis Borges, tal es el caso de “Último sol en Villa Ortúzar”: “Tarde como de juicio final./ La calle es como una herida abierta en el cielo./ Yo no sé si fue un ángel o un ocaso la claridad que ardió en la hondura./ Insistente, como una pesadilla, carga sobre mí la distancia./ Al horizonte un alambrado le duele./ El mundo está como inservible y tirado./ En el cielo es de día pero la noche es traicionera en las zanjas./ Toda la luz está en las tapias azules y en ese alboroto de chicas./ Ya no sé si es un árbol o un dios, ese que asoma por la verja herrumbrada./ Cuántos países a la vez, el campo, el cielo, las afueras./ Hoy he sido rico de calles y de ocaso filoso y de la tarde hecha estupor./ Lejos me devolveré a mi pobreza.”
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Imagen: "La Mezzetta", tradicional pizzería del barrio de Villa Ortúzar. (Foto: taringa.net)
Material tomado del periódico El Barrio, diciembre de 2006.