(De Carlos Patiño)
En agosto de 1963 apareció el primer número de la revista El barrilete, una de las más importantes que dieron las prensas porteñas durante la década del 60 para mejor exponer la nueva poesía –lúcida, desprejuiciada, comprometida– que se estaba generando en estas márgenes del Plata. Muy pronto convertida en editorial, esta revista dio a conocer, entre otras publicaciones, los Informes, de gran resonancia en su momento.
No bastaba el taller, no bastaba la revista, no bastaban las lecturas de poemas en bares, sociedades de fomento, clubes de barrio, universidades y teatros que el grupo Barrilete hacía cada fin de semana y a veces hasta cada día. El vértigo de la década del 60 exigía más: más trabajo, más presencia, más velocidad. Así nacieron los Informes, para responder a esa necesidad. El primero: el Informe sobre Lavorante. Como se recordará, Alejandro Lavorante fue un boxeador de peso pesado que, apresado en la maquinaria de los promotores, fue obligado a sostener un combate muy poco después de haber perdido una o dos peleas por KO, mucho antes de lo señalado por los reglamentos en casos semejantes. Le costó la vida. La muerte de Lavorante acongojó al país, porque era muy querido y se la equiparó –y lo fue, en realidad– al homicidio. Allí la idea fundamental de los Informes se puso en marcha. Cuando el casi cadáver del infortunado muchacho arribó a Buenos Aires – en estado vegetativo, muriendo poco después– ya el grupo Barrilete había vendido, en las calles, bares y plazas, más de 3.000 ejemplares de ese primer Informe, en donde se atacaba fundamentalmente ese comercio al que no le interesa para nada la vida de las personas. Y al sistema que lo produce y protege, por supuesto.
Los Informes eran algo así como periodismo poético. O poesía periodística, no sé muy bien cómo definirlos; es decir, poemas pegados al suceso, hechos al vapor, de un día para otro, urgentes, de emergencia –en los dos sentidos posibles de esta palabra: asomarse y eventual – con la sola pretensión de dar testimonio, de participar desde la poesía en aquellos acontecimientos que conmovieran a nuestro pueblo. Si un hecho grave o destacado se producía, o un tema preocupaba a la opinión pública, por decirlo de alguna manera, el grupo se reunía, como cualquier redacción de cualquier diario: para el día siguiente todos deberíamos traer nuestro poema. Se leerían, como siempre, en voz alta y aquellos que la mayoría aprobara, uno o dos días más tarde –no más– estarían en la calle. No todos se aprobaban. Así eran las reglas. A casi todos los poetas del grupo les tocó alguna vez quedarse fuera. En el pico de estos Informes llegaron a venderse 25.000 ejemplares en una semana. Si no me equivoco, fue el Informe sobre Santo Domingo, al ser invadida la República Dominicana por los marines. El costo de los Informes, desde luego, era muy accesible.
No hace mucho, en una entrevista concedida a Diario de Poesía, Juana Bignozzi, una de las fundadoras del grupo El Pan Duro, autora, entre otros, de un estupendo libro: Mujer de cierto orden, excelente poeta hoy extraviada en los esteticismos decadentes de la frívola, amurallada y decadente vanguardia francesa –vive en París, claro–, preguntada que fue sobre la poesía del 60 dijo algo así como "y dónde están ahora los poetas de Barrilete, que tenían la presunción de haber revolucionado la poesía con sus Informes...". Nos enojamos mucho con Juana Bignozzi por eso. Porque nadie dijo jamás en parte alguna que los Informes del grupo Barrilete fueran a revolucionar la poesía. Nunca tuvieron esa pretensión ni esa presunción. Alguien dijo que atribuirle al oponente una necedad y refutarla luego victoriosamente es un procedimiento de personas no muy inteligentes. Este es el caso: los Informes no intentaban revolucionar ninguna poética. Todos cuantos participamos en ellos sabíamos que estaban inmersos en las generales de la ley periodística: nada hay más viejo que el diario de ayer. O, en este caso, el poema de ayer. Lo distinto no era lo poemático, sino los Informes en sí mismos, los Informes en cuanto tales: poesía periodística, género de la inmediatez no destinado a eternidad o revolución alguna sino a decir simplemente que la poesía estaba presente, compartiendo la misma calle en donde estaba el pueblo. Juana Bignozzi, cuya visión de la generación a la que pertenece por derecho y calidad propios es por lo menos miope –y no sólo por este juicio sibilino– sigue demostrando desde hace rato que vive en un placard. De luxe, pero placard al fin.
El último Informe del grupo Barrilete fue el Informe sobre Trelew, desde luego aludiendo a los fríos y cobardes asesinatos de guerrilleros producidos en la base militar de esa localidad. Recuerdo perfectamente al Toto Santoro proponiendo que esta vez no hiciéramos lo de siempre, sino algo distinto: una especie de sobre grande de donde el lector pudiera ir sacando cosas: poemas, dibujos, grabados, notas, etc. Explicaba su idea actuando la fruición con que un niño sacaría cosas inesperadas y maravillosas de una inesperada y maravillosa galera. Lo estoy viendo... Así se hizo este Informe. Por desgracia, una de las cosas que salieron de esa galera fue la persecución, la prohibición definitiva del grupo y de la revista Barrilete , además de la muerte para varios de sus participantes. Nosotros no ignorábamos el riesgo que significaba publicar ese Informe. La Triple A de López Rega nos tenía en la mira; había sacado una solicitada a toda página en los principales diarios "denunciando" a Barrilete [revista] como subversiva e incluyendo los nombres de todos los poetas del grupo, incluso de quienes ya se habían ido, como por ejemplo Miguel Ángel Bustos, poeta místico que no compartía la idea de mezclar poesía y política y por eso dejó el grupo. Pero que se mezclan inevitablemente, lo prueba el propio e infortunado Miguel Ángel Bustos, desaparecido por la dictadura militar, que no reparaba en estas sutiles distinciones. El Informe sobre Trelew era tal vez el Informe que más debía hacerse. Lo prueba el hecho de que en ese Informe participó la mayor cantidad de poetas, escritores, pintores y periodistas, incluso no pertenecientes al grupo, de toda su historia. Hoy es prácticamente inhallable.
Por último, para dar una idea concreta y actual sobre qué eran los Informes del grupo Barrilete, si hoy estuviera en vigencia ya andaría poetizando las calles, y sus poetas distribuyéndolo en cada piquete, en cada movilización.
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Imagen: Tapa del primer número de la revista El Barrilete, agosto de 1963.
Material tomado de la página web El muro cultural.