26 nov 2010

Ayer no más


(De Eduardo Criscuolo)

El 2 de octubre de 1887 el empresario Francisco Seeber fundaba Villa Urquiza. Su nacimiento fue consecuencia de la construcción de un muelle en Dársena Norte. La llegada del ferrocarril en 1889 potenció el desarrollo del incipiente pueblo. El origen entrerriano de los primeros habitantes motivó que el nombre original de Villa Catalinas cambiara por el de Villa Urquiza, en homenaje al primer presidente constitucional argentino.

Era el 2 de octubre de 1887 y en los planos antiguos se puede observar que ya existía una población, Villa Mazzini, en tierras que pertenecían al partido de Belgrano. Se las conocía como Lomas Altas, ya que tenían una significativa altura de 40 metros sobre el nivel del mar. Por entonces Francisco Seeber presidía una empresa, Sociedad Muelles y Depósitos de Las Catalinas, cuyo fin era la construcción de un muelle en una zona cerca de Retiro. Como tenía necesidad de tierra para rellenar la zona, adquirió sesenta manzanas en ese lugar llamado Lomas Altas, que pertenecía a Francisco Cazón. En esa instancia comenzaron las excavaciones para llevar tierra a la zona cercana a la Dársena Norte.
Cuando esa tarea finalizó, Seeber decidió la venta de los terrenos y encomendó al ingeniero Emilio Agrelo parcelar el predio para su venta. Agrelo cumplió este propósito y resultaron de su tarea 66 manzanas. Fue el comienzo de Villa Catalinas. Así comenzó a nacer la población y entre los primeros vecinos se destacó Pedro Delponti, quien levantó allí su casa y un horno de ladrillos de suma importancia. Es justo consignar que Francisco Seeber fue combatiente de la Guerra del Paraguay y entre 1889 y 1890 Intendente de la ciudad de Buenos Aires y presidente del Ferrocarril Oeste.
El 13 de abril de 1889 el Ferrocarril Buenos Aires al Rosario inauguró la estación “Villa Catalinas” y al sur de la mencionada estación se instaló otra población que los vecinos llamaron Villa Modelo, ubicada entre las actuales calles Bucarelli, La Pampa, Olazábal y avenida Triunvirato. El 18 de octubre de 1901, a pedido de un grupo importante de pobladores entrerrianos, se decidió darle a la zona el nombre de General Justo José de Urquiza, al cumplirse el centenario de su nacimiento. Y así ingresó en la historia de Buenos Aires el barrio de Villa Urquiza o mejor dicho de Urquiza: el Villa surgió tiempo después.

EN EL MEDIO DEL CAMPO
Claro que Urquiza no era ni remotamente la barriada que es hoy. El grueso de la población se asentaba en los alrededores de la plaza Echeverría y pasando la calle Monroe ya se vislumbraba la pampa. En la mitad del siglo XIX una extensa zona pertenecía a tres terratenientes: Micaela Banegas, Juan Santillán y Roberto Sebastián, que terminarían agregándose a lo que hoy comprende el  barrio de Villa Urquiza. La propiedad de Micaela Banegas abarcaba la zona comprendida entre las costas del Río de la Plata hasta las tierras de Manuel Lynch, aledañas a lo que hoy es el partido de San Martín, entre las calles Monroe y Congreso. Al sector que nace en ésta y se extiende hasta la calle Republiquetas (hoy Crisólogo Larralde) se lo conocería como “La Siberia”. Cuando murió Micaela Banegas las tierras pasaron a poder de su yerno Laureano Oliver y posteriormente fueron divididas en grandes parcelas que se vendieron a Francisco Cayol, treinta manzanas entre Franklin D. Roosevelt, Pedro  Ignacio Rivera y Altolaguirre. Parte de estos terrenos serían adquiridos por Francisco Chas e hijos.
La fracción propiedad de Juan Santillán era de gran extensión y abarcaba desde Cramer hasta José Gervasio de Artigas entre Olazábal y Monroe. Luego fue vendida a Julio Caprera, que las parceló y las puso en venta. Entre los compradores estaban Santiago Rolland y Emilio Agrelo. Finalmente, las tierras de Roberto Sebastián incluían los terrenos delimitados por las calles Cramer hasta avenida De los Constituyentes, entre La Pampa y Olazábal. Varios años después, sus descendientes las vendieron, y figuraron entre sus compradores Vicente Chas, la familia Lacroze y Pedro Delponti.
Los primeros vecinos tenían como fuente de ingreso la explotación agrícola-ganadera, ya que contaban con grandes extensiones de campo. También los hornos de ladrillos funcionaban muy bien. Poco a poco comenzaron a instalarse industrias y fábricas de mayor envergadura, por ejemplo la Cooperativa Cristalera y la Cooperativa Tabaquera Italiana Francesa, que luego adoptó el nombre de  Avanti S.A., ubicada en la calle Guanacache (hoy Franklin D. Roosevelt) y Burela, sin olvidar la famosa Panificación y Fideería El Mercurio sita en Álvarez Thomas y Bebedero (hoy Pedro Ignacio Rivera). No podemos dejar de lado a la pulpería “La Reja”, propiedad de Jorge Janetti, ubicada donde hoy se encuentra el Banco de la Nación Argentina (Franklin D. Roosevelt y avenida Triunvirato).

LOS LÍMITES ORIGINALES
En una guía Filcar de 1962, publicada con la expresa mención de que se trataba de la división provisoria del municipio, podemos observar que en ese entonces los límites de Villa Urquiza eran los siguientes: Pampa  (hoy La Pampa), Plaza, avenida General Paz y avenida De los Constituyentes, que luego pasaron a ser La Pampa, Dr. Rómulo S. Naón, Franklin D. Roosevelt, Tronador, San Francisco de Asís, vías del Ferrocarril Mitre, Núñez, Republiquetas (hoy Crisólogo Larralde) y avenida De los Constituyentes. Surge de estos mapas que en 1962 Villa Urquiza abarcaba el Parque General Paz (donde se encuentra el Museo Saavedra), el barrio Cornelio Saavedra, el predio donde se levanta el polideportivo Sarmiento y parte del actual barrio Saavedra.
Villa Urquiza siempre fue un barrio donde sentaron sus reales el tango y la milonga. Cristina Sirouyan, del diario Clarín, distingue doce rincones para descubrirlo y encuentra en Urquiza las huellas de Gardel y Goyeneche y del legendario Club “Sunderland”. El barrio tenía algo de orillero, territorio amado por Jorge Luis Borges, donde no llegaban las luces del Centro. Se ganó el corazón de afamados autores de tangos y acumuló sentidas letras con porteños de buen porte y estilo refinado, capaces de salir a la pista a dar cátedra.
El Club “Sin Rumbo” fue rebautizado como “La Catedral del Tango”. Celedonio Flores, vecino de “La Siberia”, escribió allí los tangos La Mariposa y 96, este último en homenaje al tranvía del barrio. Y de Villa Urquiza son Jorge Casal, el cantor del barrios, de rica trayectoria, y Pacífico Lambertucci, que con su bandoneón le dedicó el tango Carne de cabaret. Así nació un estilo de baile de salón, de pasos más largos y parejas abrazadas con más suavidad que en las milongas del Centro: es el “estilo Villa Urquiza”.
El mundo villurquero conoció a ilustres figuras que pasaron por el famoso teatro “25 de Mayo”, creado por iniciativa comunal en 1929: Carlos Gardel, Libertad Lamarque, Agustín Magaldi, Azucena Maizani, Edmundo Rivero y el afamado pianista Bruno Gelber. Otras disciplinas convirtieron a Villa Urquiza en un barrio de prestigio, como el poeta Ricardo Molinari y la escritora Norah Lange.

BARRIO DE QUINTAS
Entre las calles Olazábal, Constituyentes, Mendoza y Ceretti se hallaba la famosa quinta Frisiani, que en 1921 fue rematada en 124 lotes y en 60 mensualidades por la firma Rodolfo P. Perocco. Pero no fue ésta la única quinta de prestigio en el barrio, ya que se encontraba además la de Antonio Mezzotero, ubicada entre Pampa, Plaza, Echeverría y Tronador. En la calle Bauness entre Mar Chiquita (Tomás Le Bretón) y Congreso, estaba la gran casaquinta donde habitaba la familia Ivanissevich y que había sido propiedad de las familias González y Ouviñas. Allí vivió su infancia Magda Ivanissevich de D’Angelo Rodríguez, cuyos recuerdos dieron origen al libro titulado La ciudad de mi infancia, donde la autora  relata interesantes notas sobre el barrio de aquel entonces. Puede citarse, además, una buena cantidad de quintas como Villa Sorrento, de Amalia S. de Miletti en Burela al 2100; Villa Biarritz, propiedad de Antonio Aramburu también en Burela al 2100; Villa Isabel, en Mendoza y Andonaegui, de Francisco Marini; Villa Mauricio, de Enrique Schuman en Mendoza al 2100, y tantas más que se fueron desperdigando en el tiempo.
La plaza Echeverría fue creada por Ordenanza Municipal del 28 de noviembre de 1894 en la manzana formada por las calles Bebedero (Pedro Ignacio Rivera), Bauness, Nahuel Huapi y Capdevila, abarcando una superficie de 9.858 metros cuadrados. Posteriormente se instaló un quiosco para la banda de música, que el 5 de febrero de 1897 quedó constituida con el patrocinio de la Sociedad Operai Italiani bajo la dirección del maestro Vicente Romagnoli y actuaba los domingos interpretando marchas y piezas clásicas. En 1905 la plaza se ensanchó con un lote que el Municipio adquirió a la sucesión de Carlos Lavarino. En 1908 fue remodelada con la instalación del alumbrado a gas, la construcción de caminos de ladrillos y el diseño de jardines.
En el centro de la plaza se colocó inicialmente un mástil, emplazado el 12 de octubre de 1936 en solemne acto, ante la presencia de alumnos de las escuelas de la zona. Fue bendecido por el Padre Ruano, cura de la parroquia Nuestra Señora del Carmen. El mástil fuego fue trasladado a una plazoleta vecina entre las calles Tomás Le Bretón, Bauness y avenida Triunvirato. El 23 de agosto de 1942 se inauguró el monumento al patrono del barrio, el general Justo José de Urquiza, acto que contó con la presencia del Intendente Municipal y familiares del prócer. El monumento es obra del escultor Pablo Tosto. Una placa de bronce informa acerca del homenaje que se  le tributó el 25 de mayo de 1915.
Villa Urquiza es uno de los barrios más importantes de Buenos Aires. Una extensión de manzanas con edificación diversa, muchas viviendas que recuerdan el pasado cercano y muchas otras modernas le prestan una característica especial, además de contar con un centro comercial de prestigio. El doctor Rosenthal, en su artículo “Inventario Urbano. Villa Urquiza”, publicado en el número 138 de la revista Vivienda (1989), manifiesta: “Asomándose por uno de sus vértices a la avenida General Paz y, por ende, a la provincia de Buenos Aires y extendiéndose hasta La Pampa y Rómulo Naón, la superficie casi geométrica de Villa Urquiza comprende aspectos muy diferentes entre sí. Casas antiguas, hermosos chalets, edificios de departamentos en calles amplias, soleadas, arboladas. En general, Villa Urquiza es un hermoso barrio”.
La médula del barrio están en la avenida Triunvirato, alimentada por calles afluentes como las avenidas Congreso, Monroe y Olazábal que le prestan, en conjunto, un movimiento inusitado de vehículos y peatones. Paralelamente, las avenidas Álvarez Thomas –que comprende, con su continuación Galván, el circuito de salida de  la Capital Federal– y De los Constituyentes colocan al barrio en una posición envidiable dentro del ejido urbano.
Claro que esta situación no compromete en absoluto las zonas donde Villa Urquiza adquiere el sosiego y esa misteriosa virtud que suele brindar la tranquila visión de calles arboladas, donde el atardecer va dejando los últimos rayos de sol y, parafraseando a Jorge Luis Borges en Fervor de Buenos Aires, “el horizonte se acurruca en lo lejos”.
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Imagen: La calle Pedro Ignacio Rivera  -hasta 1960 Bebedero-, a fines del siglo XIX cuando se la conocía como Nº 3. (Foto gentileza de la familia Cañardo).
Nota extraída del periódico El Barrio; octubre 2007.