24 nov 2010

Primeras y segundas huelgas del siglo XIX


(De Mario Tesler)

Al  iniciar la lectura de las  memorias de los más nombrados autores sobre el origen del movimiento obrero argentino aparecen las primeras divergencias. Además de las razones ideológicas y políticas, esto también sucede con las referencias aportadas por cada uno de ellos sobre cuales fueron las primeras huelgas ocurridas en el país, durante la segunda mitad del siglo XIX.
De manera unánime todos ellos consideraron equivocadamente a la huelga tipográfica iniciada en setiembre de 1878 como la primera. Pero esto no fue así, en realidad se trató de la primera gran huelga, pero posterior a otras que no carecen de valor como antecedente, aunque sí  de menor trascendencia y  duración.
Por razones de incumplimiento de las condiciones de trabajo convenidas, ya aparecen los primeros conflictos entre empleados y empleadores en la década del 50 del siglo XIX. En general los protagonistas de aquellos reclamos eran extranjeros, como ocurrió en 1855 con los coristas del Teatro Argentino viejo, que se negaron a trabajar si no se les daba una función a su beneficio.
La huelga, nueva modalidad de protesta obrera entonces difundida por Europa y los Estados Unidos, no tardó en mostrarse por diversos lugares de este país, protagonizada tanto por inmigrantes como por argentinos.
Los tripulantes de lanchas en la Boca del Riachuelo de los Navíos declararon un paro en 1871, disconformes por la rebaja de sus sueldos. En ese mismo año los serenos, policía nocturna de Buenos Aires, hicieron huelga por pago de haberes atrasados.
Con el epígrafe Marineros en huelga, en 1876, en el número 9.122 de El Nacional de Buenos Aires da una información según la cual "las autoridades marítimas han sometido y puesto en prisión [a] los marineros de cuatro buques que días pasados se declararon en huelga negándose terminantemente á percibir órdenes de sus patrones y llevando á fondear los buques que tripulaban á la canal esterior, en cuya paraje permanecieron varios días en actitud hostil".
La Razón, en un número especial conmemorativo editado en 1966, recuerda -precisamente- que en 1876 en Buenos Aires se denuncia el atraso de meses en el pago a maestros y empleados; por el mismo motivo varios agentes de policía de la Sección 1ra. se negaron a prestar servicio.
En La prehistoria del anarquismo en América, de Fernando Gonzalo, publicado en diciembre de 1924 por La revista internacional anarquista, editada en París, se recuerda a los aguateros de Rosario cuando en 1877 dejaron por varios días a esa ciudad sin agua, con motivo de una huelga.
La Unión Tipográfica, en la tarde del lunes 25 de diciembre de 1877, distribuyó una circular entre sus adherentes solidarizándose con los obreros de un diario porteño en conflicto, e invitando a todos ellos a no concurrir al lugar de trabajo.
Haciendo un gracioso malabar para mantener la imprecisión acerca de la editorial en conflicto, El Nacional en su entrega 9.386  informaba así a los lectores sobre el tema: "La empresa de un diario de la mañana, vecino nuestro, por cuya imprenta se publica un diario alsinista de la tarde últimamente fundado y redactado por un pariente muy cercano del dueño de la imprenta, ha sido víctima ayer de un sublevamiento por parte de los operarios encargados de la confección del diario". Para dar el motivo no anduvo con vueltas:"Reclamaban estos el abono de dos ó tres meses de sueldo que les adeudaba el diario de la tarde, y ante la inutilidad de sus esfuerzos para conseguirlo, resolvieron abandonar el trabajo...".
Como se puede apreciar los paros y las huelgas, éstas como modalidad de protesta extrema, por parte de los asalariados, ya se venían practicando en el país antes de producirse aquella del gremio tipográfico, entre setiembre y octubre de 1878, la mal llamada primera  por los autores de memorias sobre las luchas obreras argentinas
Después de esta errada coincidencia surge entre ellos la primera disidencia sobre cuál fue la segunda huelga. Esta vez también se equivocaron pero ya difiriendo entre sí sobre cuál fue y cuándo se produjo.
Para el tornero socialista Jacinto Oddone, en su Gremialismo proletario argentino (1971), la segunda huelga fue una de zapateros en 1887, con lo cual está de acuerdo el metalúrgico justicialista Alfredo López, según lo expresa en el libro Historia del movimiento social y la clase obrera argentina (1971); en cambio el tipógrafo anarquista Sebastián Marotta se la asigna, en El movimiento sindical argentino, su génesis y desarrollo (1960),  a los yeseros por la huelga concretada entre agosto y setiembre de 1882.  Una  diferencia  de  cinco años.
Aunque Oddone advierte que su enumeración la establece con lo hallado, no como resultado de una pesquisa metódica y exhaustiva, en este tema fue tomado con mucha fe, a pie juntillas, como decimos ayer, y sin verificación por parte de los estudiosos. Trabajos periodísticos, como Historia del sindicalismo: los obreros, la economía y la política (1967) de Mario Abellá Blasco, o ensayos, como la tesis de José Panettieri  sobre Los trabajadores en tiempos de la inmigración masiva en Argentina 1870-1910 (1966), obviaron comprobar si esto era así y repitieron lo afirmado por Oddone.
Es más, no compulsaron la información de Oddone con la de Marotta, gremialista cuya militancia se inició en 1903, circunstancia que le permitió conocer personalmente a no pocos actores de los jornadas de las luchas iniciales.
Aunque el antecedente de Marotta remonta en cinco años la fecha de la segunda huelga, a su vez también se sabe de otras que  precedieron a esa.
Es verdad que en el segundo semestre de 1882 los oficiales y yeseros van a la huelga. Con recordar en sus memorias esta huelga Marotta rescató un antecedente más, hasta entonces no difundido, pero que no es el inmediato posterior a la huelga tipográfica de 1878.
Entre los años 1878 y 1882, fechas en las cuales ocurrieron las respectivas huelgas de obreros tipográficos y yeseros, se produjeron otras y algunos conflictos laborales con similares características. Ya se cuenta con información fehaciente sobre doce de ellos, pero aún es probable develar la existencia de otros más.
De esos doce conflictos, seis se produjeron en 1878, en los tres años sucesivos uno en cada uno y en 1882 los tres restantes. No todos ellos ocurrieron en Buenos Aires pero sí nueve de éstos, los otros tres conflictos se produjeron en localidades del interior: San Nicolás de los Arroyos tuvo uno en 1878, en ese mismo año ocurrió otro en Salto y en 1882 le tocó a Rosario ser escenario del tercero.
No siempre estos conflictos culminaron en huelgas, o por lo menos no se cuenta con informaciones precisas que sí lo confirme. Es cierto que en algunos casos sólo se conoce el anuncio, pero en varios de ellos sí se concretó la huelga, según los medios periodísticos locales de entonces.
Solamente en uno de esos doce conflictos no aparece especificada la actividad laboral de los protagonistas, los once restantes corresponden a: barrenderos de calle, dependientes de farmacia, empleados de Aduana, policías, mayorales de tramway o tren-vías,  obreros del ferro-carril, cigarreros, costureras, albañiles y lancheros.
Los hombres pueden capitalizar en su haber el rol protagónico en diez de los doce conflictos. De los otros dos se encargaron solamente mujeres, y en ambos casos eran las costureras, el primero en Buenos Aires por el año 1880 y el segundo en Rosario dos años después.
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Imagen: Dibujo anarquista de las luchas obreras.