18 oct 2010

Etnicidad, sociedad y poder en los tiempos de Mayo


(De Miguel Ruffo)

La sociedad hispano colonial fue desde un punto de vista étnico una sociedad pigmentocrática; es decir, una formación social donde el color de la piel determinaba los roles del individuo. Buenos Aires, como parte de esta, reproducía esa situación, aunque con sus particularidades.
 Los tres grupos étnicos principales en la Buenos Aires colonial, al momento de producirse la Revolución de Mayo, eran los blancos, los indios y los negros. Los blancos eran la casta dominante: estaba formada por los españoles europeos y los españoles americanos o criollos. El blanco europeo se consideraba socialmente superior. Podía pertenecer a una clase segundona en España, pero en América se consideraba el vértice de la jerarquía social y con derechos de mando. El título nobiliario de Don en América se “democratizó” y a todo blanco se le anteponía al nombre el tratamiento de Don. “A los españoles –dice Abad de Santillán– que se adornaban con el don pomposo, se refirió Liniers en 1809 diciendo que en su mayor parte eran desertores o polizontes, ‘y después que se enriquecen, quieren dominar todo’”.
Los criollos estaban enfrentados a los españoles. En Buenos Aires, la lucha entre la burguesía criolla y la burguesía monopolista peninsular se expresó claramente en la revolución del 1 de enero de 1809, cuando el partido español quiso formar una junta, como las de España, para retener el poder en la Capital del virreinato, que se veía amenazado por las milicias criollas (por ejemplo, los Patricios, comandados por Cornelio Saavedra) que en esa circunstancia respaldaron al virrey Liniers (por lo menos tal es la lectura tradicional del “partido del Alcalde Martín de Álzaga”).
Los indios eran la población nativa del continente americano. Fueron considerados vasallos libres de la corona española pero estaban sujetos al pago del tributo y a formas coercitivas de trabajo como la mita o encomienda. En Buenos Aires, la población nativa de su zona de influencia estaba formada por culturas cazadoras recolectoras con un arraigado hábito de nomadismo. Cuando se afianzó el poder español se retiraron tierra adentro. Sin embargo, ello no quiere decir que en Buenos Aires no hubiese indios. Debemos recordar que “la escasez de mano de obra y el menosprecio que sentían los españoles por el trabajo manual, hacía que no tuviesen ningún respeto por la legislación protectora de los naturales; por eso fue bien recibida la reducción de los Quilmes, instalada en 1665 en las proximidades de Buenos Aires, pues de ella tomaron los vecinos de la ciudad una serie de elementos para quehaceres domésticos y otros”, tal lo que afirma Abad de Santillán. Así, una parcialidad indígena del interior, cuando fueron vencidas las rebeliones calchaquíes del siglo XVII, fue extrañada (es decir, alejada de su hábitat natural) y trasladada a las proximidades de Buenos Aires. La actual localidad de Quilmes recibe su nombre de estos indígenas. Pero las formas de explotación a la que fueron sometidos determinaron que hacia principios del siglo XIX prácticamente se hubieran extinguido. Sin embargo, basta observar la iconografía de la primera mitad de ese siglo  para visualizar indígenas en Buenos Aires. Eran pampas y mapuches que se aproximaban y se establecían en la ciudad.
Los negros fueron introducidos compulsivamente en América con el desarrollo del comercio negrero y la implantación de la esclavitud moderna. El negro fue arrancado de África y trasladado a América para trabajar debido a la catástrofe demográfica producida por los españoles en cuanto a la disminución de la población indígena. Buenos Aires fue uno de los principales puertos negreros del Nuevo Mundo. Los negros introducidos estaban destinados no sólo al trabajo en la ciudad sino que la mayoría de los mismos era trasladada hacia las tierras y ciudades del interior. Alejandro Malaspina dice que hacia 1770 en Buenos Aires había “muchos negros esclavos y varias familias no tienen otra propiedad que la de sus esclavos. A estos obliga la ley a que contribuyan a sus dueños con cierto jornal […]. Muchos de ellos se emplean en vender agua por las calles, subidos en sus altos caballos como timbaleros; otros, en peones de albañil y en otros varios oficios mecánicos […]. Los negros fueron un factor principalísimo de trabajo, casi la única fuente para el trabajo manual” 
Las relaciones sexuales interraciales (independientemente de lo que dijese la legislación) dieron origen a nuevas castas: mestizos (hijos de blanco e india), mulatos (hijos de blanco y negra), zambos (hijos de indio y negra) y las sucesivas cruzas de estos grupos étnicos.
Señalemos que durante las invasiones inglesas se constituyó el batallón de castas, formado por morenos (negros), pardos (mulatos) e indios. La Revolución, con la militarización de la ciudad primero y de la sociedad en toda su geografía después, hizo que muchos negros e indios ofrendasen sus vidas por la libertad e independencia del Río de la Plata.
Para tener una idea cuantitativa del peso de cada uno de estos grupos y citando a Abad de Santillán diremos que “de los 22.807 habitantes de Buenos Aires, según Concolorcorvo, 456 eran extranjeros y 4163 negros esclavos. El censo de 1778 dio para la ciudad 24.083 habitantes y para la campaña, 9.439; en la ciudad los blancos pasaban de 16.000, los mestizos eran 627, los indios 524, los mulatos 2.997, los negros 3.887; en la campaña, los blancos sumaban 9.439; los indios, 1.620, los mulatos 700, los pardos 263 y los negros esclavos 705. En total la ciudad y la campaña tenían 53.522 habitantes. En 1810 la población de la ciudad y la campaña ascendía a 41.642 habitantes, incluyendo 503 negros libres y 6.372 esclavos”.
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Imagen: Pintura de época.
Nota tomada del periódico: "Trascartón" (octubre, 2010).